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LA CRÓNICA
Frida Kahlo murió el 13 de julio de 1954 en la casa azul de Coyoacán; un año atrás, la gangrena había provocado la amputación de su pierna derecha. Ante la imposibilidad de continuar pintando abrazó la escritura, e inundó sus diarios con poemas sobre el dolor. "Espero que la marcha sea feliz y espero no volver". El azul se oscurece. Coincidiendo con el centenario de su nacimiento -el círculo se abrió, en esa misma casa azul, el 6 de julio de 1907-, diversos artistas homenajean a la "primera mujer artista que triunfó en vida", en palabras de Marisa Vadillo, responsable de la muestra, impulsada por Diputación de Córdoba. Fama y éxito aparte, Frida es la autora que mejor, y de manera más concreta -en ella misma-, ha retratado el sufrimiento. La obra de Frida, sin temor al tópico, es Frida. A la propuesta han respondido autores en su mayoría andaluces -y, ojo al dato, más mujeres que hombres-, aportando una creación relacionada con el universo de Frida: unos han cedido trabajos ideados expresamente para Tod@s somos Frida -el simbólico título de la exposición: porque Frida, como Whitman, contenía multitudes-, y otros han rescatado algunos ya difundidos, pero relacionados con el imaginario de la mexicana.
El espacio está dominado, con razón, por la parte plástica: poseídos por la explosión cromática de Frida -qué contraste entre vida y color-, los participantes han obviado la melancolía, y apostado por la cara alegre. Impactan los formatos menos convencionales: la videocreación de Laurita Siles, inspirada en la contraposición autora-personaje de Kahlo, deconstruyéndose gracias al disfraz; el sencillo pero hermosísimo tributo de Aitor Saraiba, que es también un guiño a los Smiths; el túnel del tiempo de Mª Reyes González Vida, con un vestido y unos zapatos que, como la casita, están hechos de papel -y dibujos de niños; sorprenden las numerosas referencias, en ambas categorías, a la infancia-; el impresionante collage de Nieves Galiot, que debemos contemplar de cerca -en él las mariposas son oscuras-; y el compendio de óleo, fotografía y césped artificial de la propia Marisa Vadillo, titulado Jamás volver atrás, a repetir cual mantra. No todo es vanguardia de la vanguardia: quien se acerque a Tod@s somos Frida encontrará a un Juan Francisco Casas, azul bolígrafo, al borde de lo fotográfico; a Rita del Río y su mirada figurativa y múltiple; el Nudo hegemónico y omnipotente de Mariló Fernández Taguas; la Frida del siglo XXI, entre desafiante y desvalida, presentada por Ángel García Roldán; el candor engañoso -vencido por la oscuridad, o escondido en ella- de Isabel Jurado; el trueque de tonos e identidades en Manuel Fernando Mancera; el original juego de niveles -espejos, otra vez: identidad, de nuevo- de Belén Mazuecos; el grito yo es otro de Santiago Navarro, al más puro estilo Yasumasa Morimura; el camino de vuelta al origen, a la tierra más pura y salvaje, de Esteban Ruiz; el inquietante paseo por la Azotea, quizá parte de la casa azul de Coyoacán, de Rita Rutkowski; y la original, y ácida, conexión entre Frida y Alberti que Hisae Yanase establece.
Tras los artistas plásticos, los poetas cierran el paso en un pequeño espacio que, más que despedir, recibe. Alejandra Vanessa, José Luis Amaro, Juan Antonio Bernier, Matilde Cabello, Juana Castro, Pablo García Casado, Luis García Montero, José Daniel García, Antonio Luis Ginés, María Lapachet, Marta Merino, Vicente Luis Mora, Elena Román, Sara Toro Ballesteros, Carmen Vadillo y una servidora reunimos las piezas de La columna rota, intentan aplicar alguna metáfora que, paradojas aparte, dibuje la realidad de Frida Kahlo. Párense a leer: ojalá merezca la pena.
Visitar Tod@s somos Frida permite, también, acercarse al foco cultural más activo de Córdoba, hoy por hoy: el Colegio de Arquitectos (Avenida Gran Capitán, 32). Su decano, Rafael Obrero, ha comprendido que la cultura es la mejor forma de vincular este edificio modernista, y la institución de la que es sede, a la ciudad: organizan ciclos de conferencias, debates sobre arquitectura, pero también presentaciones de libros, exposiciones y, bajo la coordinación del pintor Gómez Losada, programan en cada cambio de estación El patio del colegio, una instalación alusiva a la época del año, y acompañada por música, poesía, proyecciones... Probable fruto de este deseo de convertir al Colegio en un lugar para la cultura, sin distinciones ni barreras, es la generosidad del horario de apertura de la sala: de lunes a domingo, de nueve de la mañana a dos del mediodía, y de cinco de la tarde a nueve de la noche. Desde luego, no tienen excusa: Tod@s somos Frida se inauguró el pasado 1 de marzo, y cerrará sus puertas el domingo 18 de este mes. No olviden solicitar el catálogo, gratuito -igual que la entrada-, y que incluye enjundiosos estudios de Gloria Álvarez de Prada, Bárbara Mújica e Ida Rodríguez Prampolini, entre otras. Erraríamos al proclamar que Frida vuelve; su actitud y su talento, su figura poderosa, han marcado época, y nunca se olvidaron.
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