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Reportaje:HERENCIA POLÉMICA

Buscando en el ataúd de las sorpresas

La disputa por la herencia de la multimillonaria 'conejita Playboy' pasa a ser un culebrón que embruja a EE UU

Anna Nicole Smith no está muerta. La rubia voluptuosa que llegó a ser una de las más célebres conejitas de Playboy fallecía físicamente el pasado día 8 a los 39 años en Florida. Pero, pese a su salida de este mundo, lo cierto es que desde aquel día su nombre ha sido pronunciado, impreso y repetido tantas veces en Estados Unidos, que la sensación que cualquiera podría tener frente a la sobredosis mediática de Anna Nicole es que en lugar de desaparecer, la porno-estrella ha resucitado y está aquí para quedarse.

Anna Nicole ya supo dar titulares en 1994 tras casarse con apenas 26 años con el casi nonagenario (pero multimillonario) J. Howard Marshall (¿por su dinero, quizá?), y volvió a darlos tras la muerte de éste cuando comenzó su lucha por compartir su herencia con E. Pierce Marshall, el único hijo de su marido que aparecía en su herencia, fallecido el pasado verano. Repitió protagonismo cuando consiguió llevar su caso hasta el Tribunal Supremo estadounidense en mayo del 2006 y que éste le diera la razón garantizándole un futuro juicio para perseguir la fortuna de su difunto, que le había sido negada anteriormente por un tribunal federal. El pasado septiembre volvió a ser doblemente famosa cuando, tras nacer Danielynn, su segunda hija, su primogénito Daniel, de 20 años, caía fulminado bajo una combinación letal de antidepresivos y metadona en la misma cama en la que nació su hermana.

El día de la muerte de Anna, los telediarios se olvidaron de Irak para informar y especular sobre ello
Hay en juego unos 1.600 millones de dólares que, de momento, están en un limbo legal
A la hija de cinco meses le han salido cuatro padres que merodean la custodia como aves carroñeras

Pero la trama en la que ahora está envuelta la familia, abogado, ex novios y ex amantes de Anna Nicole supera con creces cualquier esperpento o tragedia pasada. El guión tiene ingredientes para alimentar varias películas de serie B, o algún que otro capítulo de Falcon Crest. Hay en juego una fortuna potencial de al menos 1.600 millones de dólares, que, de momento, ni siquiera están en la cuenta bancaria que ha dejado Anna Nicole, sino en un limbo legal que dejó abierto el Tribunal Supremo cuando dijo que la modelo tenía derecho a volver a luchar por la herencia de su marido. El juicio para conseguir al menos una parte de esos millones ni siquiera ha sido convocado, y los dos principales litigantes, Anna Nicole y E. Pierce Marshall, están muertos, por lo que la disputa, cuando llegue, será entre la esposa de Marshall, hijo, y el tutor legal de Danielynn.

Ella es la protagonista principal de la película, el bebé de cinco meses al que le han salido al menos cuatro padres potenciales que sobrevuelan su custodia como aves carroñeras. El que parece menos interesado, aunque sólo sea porque su nombre aparece en el testamento de Anna Nicole como responsable de "mis hijos", es Howard K. Stern, el último compañero sentimental de la modelo, además de abogado y padre oficial de Danielynn -quien se llevaría el 6% de la fortuna que los jueces podrían adjudicarle a la niña sólo por sus trámites como abogado- . Luego está el fotógrafo Larry Birkhead, ex novio de Anna Nicole, que ha interpuesto un recurso de paternidad en los tribunales. Además, otros dos personajes, que sin haber llegado tan lejos como Birkhead, también han tenido esos 15 minutos de fama de los que hablaba Andy Warhol: Alexander Denk, un ex guardaespaldas que afirma haberse liado más de una vez con Anna Nicole, y el príncipe Frederick von Anhalt, que también sospecha que alguno de sus revolcones con la modelo podría haber llevado al nacimiento de Danielynn. Para rizar el rizo, Donna Hogan, hermana de la modelo, ha llegado a decir que la niña es producto de la inseminación artificial y que el padre es el nonagenario y fallecido Marshall.

Mientras un tribunal californiano decide sobre la paternidad de la niña, otro tribunal en Bahamas, donde reside la pequeña, tendrá que decidir a quién le corresponde la custodia. Y en un futuro próximo, pero aún sin concretar, también se hablará ante un juez del dinero en juego.

Entre los protagonistas secundarios de la película está Virgie Arthur, la madre de la modelo. Ambas llevaban 10 años sin hablarse, pero ahora Arthur se está forrando sin pudor cobrando favores de la prensa rosa para hablar de su hija. Entre las víctimas indirectas del culebrón está el ministro de inmigración de Bahamas, que tuvo que dimitir tras publicarse la semana pasada unas fotos que evidenciaban su relación con Anna Nicole, de la que ésta se habría aprovechado para establecer allí su residencia.

Por último, está el cadáver de la propia fallecida, en proceso de putrefacción y sin poder ser enterrado hasta que un juez decida quién era realmente la persona más cercana. Al parecer, sólo hay dos candidatos. Uno es su madre, que la quiere en Tejas, aunque haya confesado que Anna Nicole siempre le dijo querer ser enterrada junto a Marilyn Monroe en California. El otro es Howard K. Stern, que aspira a llevársela a Bahamas para que descanse en paz junto a la tumba de su hijo Daniel.

En realidad, la triste historia de esta tejana que quiso emular sin éxito a Marilyn Monroe en su carrera como actriz, pero que sólo consiguió llegar al ambiguo y confuso estatus de celebridad sin cartera, debería interesar principalmente en el ámbito de la abogacía. Desde el punto de vista jurídico, la compleja disputa legal que rodea la muerte de Anna Nicole es un suculento caramelo. Sin embargo, el día en que falleció, incluso los telediarios se olvidaron de las noticias del día -se discutía si el Pentágono había manipulado documentos para justificar la invasión de Irak- para hablar y especular sobre la muerte de Anna Nicole y el futuro de los millones que su hija Danielynn podría llegar a heredar.

Anna Nicole Smith finge una caída de tirante en el vestido durante la entrega de unos premios.
Anna Nicole Smith finge una caída de tirante en el vestido durante la entrega de unos premios.REUTERS

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