La Real no levanta su losa
El Deportivo también gana en Anoeta con la ley del mínimo esfuerzo
La Real Sociedad no necesitaba un comunicado. Ni tan siquiera un parte de heridos. Como mucho, un acta de defunción de sus esperanzas de permanecer en Primera. El equipo txuriurdin podría pasar por normal, especialmente ayer: controla el partido, ataca con honradez, no se achica ante las desgracias, pero siempre pierde. Le tocó al Deportivo ser el verdugo de la noche, pero podría haber sido cualquiera porque gol y Real han pasado a ser antagonistas. Y Lotina sufre y puede caer en cualquier momento, aunque nadie puede ser el culpable de esta desgracia. Tal vez las circunstancias.
La necesidad no es buena aliada de la paciencia. Y la Real padece demasiados agobios desde principios de temporada, demasiado temor a la Segunda, como para que sus jugadores dispongan de ese segundo para el pensamiento que hace de frontera entre la pifia y el acierto. En los de Anoeta, casi todo son yerros: pérdida de balones, debilidad defensiva, errores de remate... Puede que incluso, como ayer durante el primer periodo, el equipo sea más compacto, mantenga la posesión y trate de presionar. Pero en el fondo de esa aparente superioridad reposa la duda y el miedo. Y los fallos. Y la soga del ahorcado.
REAL SOCIEDAD 0 - DEPORTIVO 1
Real Sociedad: Bravo; Gerardo (Novo, m. 85), Mikel, Víctor López, López Rekarte; Xabi Prieto, Aranburu, Garitano (Mikel Alonso, m. 77), Savio; Herrera (Díaz de Cerio, m. 77) y Kovacevic. No utilizados: Riesgo; Rivas, Ansótegui y Elustondo.
Deportivo: Aouate; Coloccini, Lopo, Andrade, Capdevila; Estoyanoff, Sergio, De Guzmán (Verdú, m. 46), Cristian (Filipe, m. 79); Arizmendi y Taborda (Juan Rodríguez, m. 65). No utilizados: Munúa; Barragán, Juanma y Rubén Rivera.
Gol: 0-1. M. 29. Arizmendi remacha un balón rebotado en el área.
Árbitro: Turienzo Álvarez. Amonestó a De Guzmán, López Rekarte, Sergio y Arizmendi.
Unos 34.000 espectadores en Anoeta.
El Deportivo, con la aportación de Sergio en la medular y el revoltoso Arizmendi, en el par de ocasiones en las que entró en juego, tuvo suficiente para tumbar a la Real. Una falta botada por Sergio acabó rebotando en la mano de Taborda y cayó a los pies de Arizmendi. Éste, en un ejercicio de estilo, la cruzó mientras caía ante la pasividad de la defensa. En la casa del condenado, un disparo a puerta significa un gol en contra. El Depor no necesitó aparecer más. Sólo, aguantar y aprovechar esa eficacia. Incluso se permitió un par de errores que Herrera, el delantero que llegó con la misión de lograr goles, pifió de cabeza. Kovacevic, más peleón de espaldas a la portería que estilete frente a Aouate, tampoco sumó ocasiones, así que el meta israelí pasó una cómoda primera mitad.
La falta de fe en el juego colectivo realista abocaba el partido a las individualidades. Savio decidió lanzarse a tumba abierta. El interior brasileño pedía el balón, se lanzaba y buscaba a sus compañeros desde la izquierda, aunque no consiguió conectar con Herrera ni con Kovacevic. La reanudación sirvió para constatar la falta de ambición del Depor. El único equipo que no ha perdido durante 2007 mostró una cara timorata ante uno de los más flojos de la categoría. Regaló la mitad del campo y, durante la segunda mitad, llevó sus cuarteles hasta la línea de los tres cuartos. Caparrós dispuso de Verdú y Juan Rodríguez para asentar el doble pivote y replegó a sus hombres a la espera de algún alarde desesperado de la Real. Sin embargo, los de Lotina ofrecían orden y muchas intenciones, pero no conseguían pasar de intentos desesperados, sin remate, algo propio del cuadro menos goleador. A los puntos, la Real habría tumbado al Depor, pero, lamentablemente para ella, el fútbol orbita alrededor del gol.
La impotencia se fue materializando en intentos desesperados a balón parado y pelotas por alto que no encontraron rematador, como le ocurrió a Víctor López. Mientras tanto, el Depor, en su mínima expresión, consiguió mantener el resultado sin ofrecer un sobreesfuerzo. Ni Savio a la desesperada ni la incorporación de Díaz de Cerio ni la ampliación de las porterías o la disputa de un tiempo extra habrían conseguido que la Real marcase. Una losa que empieza a ser imposible de levantar.
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