Emerson se negó a jugar
El brasileño no hizo caso a Capello cuando le mandó calentar frente al Bayern a falta de nueve minutos
Fabio Capello tiene miedo. Teme perder autoridad, reputación y dinero. Pero todas estas cosas se le están escurriendo entre las manos sin que pueda hacer nada por evitarlo. Hay un momento que quedará grabado para siempre en la memoria de los hinchas y en las cintas de vídeo. Lo registraron las cámaras de Cuatro y la secuencia refleja a un Capello desolado, en pleno partido de los octavos de la Liga de Campeones, el martes. Ni ganando 3-1 ante el Bayern, en el minuto 81, tiene suficiente poder. Está de pie en el área técnica y no ha caído en la cuenta de que le queda un cambio por hacer. Su ayudante de campo, Toni Grande, se le acerca y se lo advierte. Entonces Capello, que parece despertar de un sueño pesado, se gira hacia el banquillo y llama a Emerson por su apodo. "¡Puma!", le grita, pidiéndole que se prepare para saltar al campo. Pero Emerson, que llegó al Madrid con cartel de jugador de jerarquía, mano derecha del entrenador en el terreno de juego, hace oídos sordos. Ni siquiera él, que cobra cinco millones de euros, tiene ganas de respaldar a Capello.
Desde el entorno del 'puma', que cobra cinco millones, dicen que para él jugar en casa es un infierno
Tras el descanso, Helguera chocó contra Casillas mientras luchaba por un balón colgado. El central cántabro necesitó atención médica. Pensando en una posible sustitución en la defensa, Capello mandó a calentar a Mejía a la banda. Pero Helguera regresó. Este episodio pudo confundir al técnico sobre las sustituciones que podía realizar. Grande lo sacó del equívoco.
El Bernabéu palpita. Las gradas emiten un rugido de alemanes de Landau, Augsburgo y Osterhofen, mezclado con el aliento de españoles de todas las comunidades. El Bayern aprieta. El Madrid ha perdido el balón y su centro del campo empieza a ceder. Van Bommel ha rematado desde fuera del área a las manos de Casillas. Pizarro ha cabeceado al palo una falta lanzada por Sagnol. Urge reforzar la línea media con un futbolista fuerte. Capello resopla. Se vuelve hacia la parte más sombría del banquillo y le insiste a su capataz: "¡Eme!". Pero nada. No se trata de un error. El capataz no reacciona. Cobra cinco millones de euros por hacer deporte, pero prefiere permanecer sentado.
El banquillo del Madrid es un concurso de caras gesticulantes. Reyes comenta el incidente con Diego López, que se tapa la cara con un chándal, tal vez en un intento de que nadie vea que sufre un ataque de risa. El delegado del equipo, Chendo, observa alternativamente a Emerson y al entrenador y en su expresión de incredulidad se advierte que ha captado que ocurre algo muy gordo. Capello reprime su rabia y se vuelve hacia el campo. ¿Qué más puede hacer? Por su actitud, se diría que el entrenador madridista posee un agudo sentido del ridículo. Procura que nadie detecte que se siente humillado, impotente, traicionado por su hombre de confianza.
Corre el minuto 82 del partido. Desde el descanso, el preparador físico de Capello, Massimo Neri, ha estado trabajando con los jugadores susceptibles de ser utilizados. Neri salió a calentar en el minuto 46. Primero con Reyes, Bravo y Robinho. Luego con Mejía y Salgado. A Emerson no se le ha visto por ningún sitio. Fuentes del club conjeturaron ayer que, puesto que el jugador sufre mucho con los abucheos que le dedica el público del Bernabéu, tal vez Neri optó por protegerlo.
En el entorno de Emerson negaron lo que parece evidente. "No es verdad que se haya negado a salir", explicaron a este periódico personas muy cercanas al futbolista. "Es más, me dijo que después del 3-1 hacía falta un centrocampista porque el equipo, y sobre todo Van Nistelrooy, estaban muy cansados". Desde su entorno, también reconocieron que para Emerson "jugar en casa es un infierno".
Preguntados por el incidente, la mayoría de los jugadores del Madrid dijeron que no lo habían presenciado. Qué sólo lo habían sabido de oídas. Y que no les extraña nada: "Aquí puede pasar de todo", dijo un integrante de la plantilla.
En el minuto 87, aprovechando la fatiga de los centrocampistas del Madrid, el Bayern encontró un hueco en la frontal del área de Casillas. Van Bommel metió el segundo gol bávaro de un derechazo. Un gol que compromete el futuro del Madrid en la Liga de Campeones.
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