El gol se paga doble en el Camp Nou
Barça y Liverpool, los dos últimos campeones, se miden en una eliminatoria en la que el factor campo se considera decisivo
El Liverpool teme tanto al Camp Nou como el Barça a Anfield. Así que el factor campo se anuncia como decisivo en una eliminatoria que enfrenta a los dos últimos campeones de la Champions y también a dos de las instituciones más románticas del fútbol por su mística y carga simbólica. Los azulgrana defienden hoy la condición de local con la mirada puesta en las dos porterías. Aunque las dos áreas son su punto débil, se imponen no tomar un gol y aguardar a que caiga alguno en la meta contraria. Hay tantos excedentes defensivos que la recuperación de Thuram ha propiciado la no convocatoria de Edmilson. Las dudas están en la delantera porque tampoco jugará Eto'o, ausencia que ha rebajado la excitación de la hinchada, resignada a contar victorias en casa con los goles a balón parado de Ronaldinho. La esperanza es que Messi acabe con tanta monotonía y agite al equipo como ya ocurrió un rato en Mestalla.
A la espera de que Ronaldinho vaya ganando velocidad, Messi garantiza el desborde y la profundidad que necesitará el Barcelona para descolocar al Liverpool, un equipo fuerte, de una gran calidad física, con una excelente organización, bien trabajado tácticamente y selectivo en sus ataques. Los números dicen que pasan los años y no hay manera de meterles un gol. El Liverpool ha saldado sus tres visitas al Camp Nou con un tanto a favor y ninguno en contra. Hay un detalle más a su favor: Benítez nunca salió perdedor del estadio como entrenador del Valencia. La estadística, en cualquier caso, también aplaude la trayectoria del Barça, más que nada porque su última derrota en su feudo se remonta al 22 de abril de 2003, cuando Zalayeta acabó con el proyecto de Reyna, y todavía se recuerda con cierta nostalgia el último encuentro europeo del curso que le enfrentó al Werder Bremen. El caudal ofensivo barcelonista ha remitido seriamente desde entonces y el equipo necesita cincuenta pases para generar una ocasión de gol y cien para armar un buen remate. Al Liverpool, en cambio, le alcanza normalmente con tres toques para disparar a portería, de manera que en uno y otro bando se impone sobre todo acabar las jugadas para no facilitar el contragolpe del contrario.
Al calor de su afición, Rijkaard aspira a que los defectos de su equipo se relativicen en la misma medida que se acentúen los del rival. Muy poco intervencionista, el entrenador azulgrana delega en la autogestión de sus futbolistas para sorprender a un rival que se ha concentrado once días en el Algarve para descifrar hasta el último detalle del juego del Barcelona. Benítez tiene el partido en la cabeza desde el día de un sorteo que en el Barça se recibió tatareando a los Beatles.
Han cambiado las cosas desde entonces y, a día de hoy, la eliminatoria se presenta más incierta. La ronda tiene su miga y ayer ya no había entradas a la venta mientras se espera que los socios liberen algunas localidades para la jornada de hoy. Ningún torneo provoca la excitación de la Copa de Europa y esta noche se citan en el Camp Nou dos equipos con una liturgia futbolística inequívoca y admirada.
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