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Reportaje:

Al calor del invierno gallego

Un equipo de ornitólogos recuenta cada enero las aves que recalan en Galicia

Sonia Vizoso

Cuando llega enero, varias decenas de ornitólogos desempolvan en Galicia sus telescopios y, con máxima discreción, se postran en embalses, playas y humedales para contar pájaros. Son los encargados de rellenar el censo de aves acuáticas invernantes, un trabajo que se realiza al unísono en Europa y el norte de África para controlar las poblaciones de especies migratorias y las de aquellas que no cambian de residencia.

La media del último lustro indica que en el territorio gallego residen en invierno 170.200 ejemplares y el 65% son gaviotas. El de esta especie es, según la Consellería de Medio Ambiente, el único descenso importante de aves que se ha producido en los resultados globales desde 2002, con 30.000 bajas. El sellado de vertederos de basura y la menor actividad en los puertos de bajura han sido un duro golpe para su manutención. "Las variaciones que se aprecian de año a año en el número de ejemplares de cada especie pueden ser naturales; los grandes cambios hay que verlos como mínimo en un periodo de cinco años", explica Miguel Lorenzo, biólogo de la Consellería de Medio Ambiente que se encarga de coordinar el inventario.

La labor de recuento requiere de mucha paciencia. Los ornitólogos buscan "zonas estratégicas" en las que se agrupan las aves durante su estancia en Galicia, algunas llegadas desde Rusia, Siberia o Escocia, donde crían. Aquí los observadores las cuentan una a una, a la mínima distancia para no asustarlas y haciendo lo posible por evitar duplicidades. Uno de los trucos es buscar los dormideros, los puntos donde algunas especies se concentran para echar un sueño.

Así lo hacen, por ejemplo, los cormoranes en el embalse de Castrelo, en el tramo orensano del río Miño. Según relata Felipe Barcena, encargado del recuento en Ourense y en A Costa da Morte, uno de los lugares a los que se desplaza para censar esta especie es el entorno de una torre de alta tensión ubicada en el medio del agua, en la que duermen desde hace 20 años 240 cormoranes.

Otros colectivos como el de los patos se lo ponen más difíciles a los biólogos. Estos anátides se dispersan más y, según Barcena, su número ha descendido mucho por culpa, arguye, de las actividades acuáticas que se desarrollan en los pantanos. Este ornitólogo, que lleva participando en el inventario desde enero de 1972, advierte que en el orensano embalse de Castrelo la colonia de patos ha pasado de 3.000 ejemplares en 1992 a 600 en la actualidad. La caída de la población, subraya, se produjo justo cuando se construyó en la zona un club náutico y las piraguas y motoras empezaron a tomar las aguas.

El de Castrelo no es el único pantano de Ourense que ha sufrido los efectos del tráfico de embarcaciones de recreo en su biodiversidad. Según Felipe Barcena, en los embalses de Valdeorras y As Conchas "las poblaciones han caído en picado" desde que se realizan actividades náuticas.

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Miguel Lorenzo, coordinador del inventario gallego de pájaros en la Consellería de Medio Ambiente, sostiene que el recuento de aves no revela que en Galicia haya algún humedal en peligro. Admite que algunos de estos ecosistemas fueron "machacados" en su día por las actividades humanas y se quedaron sin aves, pero alega que se trataba de zonas que "no aportaban cifras importantes" de ejemplares.

Felipe Barcena recuenta aves en los principales embalses de Ourense y en el litoral de A Costa da Morte, de cabo Touriñán a monte Louro. El pasado enero recorrió en diez días unos 2.000 kilómetros. En la comarca más castigada por el Prestige, el científico alerta de un creciente descenso en el número de aves acuáticas. Achaca el cambio a la masiva urbanización de la costa, a la mayor presencia de personas en las playas durante el invierno y a los caminos que se han abierto para llegar a zonas antes inaccesibles. Todos estos lugares eran refugio de especies que ahora han mudado sus hábitos para no toparse con humanos.

"En la playa de Langosteira [en Fisterra] se ha edificado mucho en un año y eso afecta a las aves, que necesitan lugares donde reposar y alimentarse", explica Barcena, "A Galicia le supone una pérdida de biodiversidad, nuestra naturaleza es cada vez más pobre". Este ornitólogo con 35 años de experiencia en el recuento de pájaros propone crear "santuarios" para estas especies, zonas de acceso restringido al menos en ciertas épocas del año.

El paciente y silencioso recuento anual de aves en las playas, humedales y embalses de Galicia trae a veces algunas sorpresas. Felipe Barcena llegó a ver el pasado enero un águila pescadora de viaje por tierras gallegas, una presencia que es poco habitual incluso en el resto de la península ibérica. En 2006 se triplicó el número de gaviotas sombrías que, procedentes de los países nórdicos, arribaron a A Costa da Morte y a la ría de Ortegal. Los biólogos son incapaces de establecer una causa segura de esta masiva visita, pero apuntan que fue quizás una ola de frío las que las hizo emprender el viaje a Galicia "como locas".

El santuario de O Grove

La ensenada de O Grove congrega la mayor colonia de aves acuáticas que pasan el invierno en Galicia. Allí, exceptuando las gaviotas, se reunieron entre 2002 y 2006 una media de 14.100 ejemplares, desde patos, cormoranes, zancudas, somormujos o colimbos.

La segunda zona en la clasificación le sigue a mucha distancia. Es la ría de Ortigueira y atrae a 4.580 pájaros de esas especies. Entre los diez lugares preferidos por estos animales se encuentra la ensenada de San Simón, el Encoro da Fervenza, A Limia, la ría de Ribadeo, Esteiro do Miño, la ensenada de Insua y la ría de Arousa.

La colonia de aves de O Grove sobrevive de momento a la urbanización de este tramo del litoral pontevedrés. "De momento conviven, pero hay un peligro latente", señala Miguel Lorenzo, biólogo de la Consellería de Medio Ambiente. El responsable del inventario de aves acuáticas que invernan en Galicia alerta de que las zonas donde se reúnen estas especies son "frágiles" . "La información sobre la identidad, tamaño, distribución y fluctuaciones de las poblaciones de aves acuáticas es una base esencial para el desarrollo de prioridades de conservación de las especies", señala Lorenzo.

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Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.

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