El Madrid vuelve a una final
El cuadro de Plaza reacciona ante la ventaja inicial del Tau en una pugna marcada por las defensas
Falló Sergi Vidal el lanzamiento de tres y el Madrid confirmó definitivamente que está preparado para abrir otra vez la vitrina. No firmó el partido perfecto, ni mucho menos. Quizás a los puntos no se había hecho acreedor a ser finalista pues globalmente el Tau anduvo algo mejor, pero los equipos que aspiran a los títulos, tienen, por encima de cualquier otra cosa, que saber ganar. Sea como sea. Los días buenos y los no tan buenos. Por lo civil o por lo militar. Y tener algo de suerte. Que se hizo presente, pues en el último tiro Vidal contó con demasiado espacio para las consecuencias que tenía esa postrera acción. Pero también Nocioni tuvo que fallar para que España sea campeona del Mundo. Al final, sin la frescura a la que nos tiene acostumbrados esta campaña pero manejándose con suficiente madurez en los momentos críticos, el Madrid está de vuelta. No es sólo una conclusión directa por alcanzar la final, sino porque ha pasado con nota la prueba del algodón de una competición tan exigente como ésta, ideal para conocer el alcance real de esta plantilla.
TAU CERÁMICA 72 - REAL MADRID 74
TAU Cerámica: Prigioni (12), Rakovevic (13), Vidal (4), Peker (2) y Scola (15) -equipo inicial-; Erdogan (11), Teletovic (0), Splitter (9), House (3) y Arslan (3).
Real Madrid: Tunçeri (7), Smith (3), Tomas (6), Hervelle (2) y Reyes (15) -equipo inicial-; Sekulic (8), Martín (0), Bullock (17) y López (2).
Árbitros: Arteaga, Pérez y Perea. Excluyeron por personales a House (m. 34), Hervelle (m. 34), Bullock (m. 38), Splitter (m. 38), Scola (m. 39), Teletovic (m. 40) y López (m. 40).
10.200 espectadores en el Pabellón Martín Carpena.
4º CUARTO- 12-17
3º CUARTO- 18-23
2º CUARTO - 21-15
1º CUARTO- 21-19
El Tau salió con la lección bien aprendida tras el partido que ambos disputaron en Vitoria hace un mes. Al Madrid hay que plantearle los partidos en su variante más dura, sin dejarle coger el ritmo, utilizando una defensa al límite y masticando los ataques. A ello se emplearon desde el principio, por lo que el primer tiempo fue muy trabado, lo que provocó que los vitorianos se sintieran tan a gusto como incómodos los jugadores del Madrid, cuya fluidez en los dos lados de la cancha brillaba por su ausencia. Casi nada funcionaba y ni siquiera Felipe Reyes aplicaba el torniquete como acostumbra sobre Scola, que pudo hacer lo de todas las tardes, lucir su maravilloso juego de pies al pívot (14-8, minuto 7). Aunque las diferencias en el marcador no eran muy llamativas, sí lo eran en el juego, por lo que no quedaba otra que hiciese acto de presencia en la cancha la estrella del día anterior, Louis Bullock. Plaza había decidido guardarle de entrada, por cuestiones de cansancio y buscando cierta sorpresa, pues si para algo tenían que estar preparados los jugadores del Tau era para dedicarle la máxima atención en su defensa. Su primera intervención se saldó con un canastón, por lo que parecía que seguía en estado de gracia. Pero si la defensa del Gran Canaria no pudo con él, entre House y Rakocevic, que tenía cara de tomárselo como algo personal el proteger a su antiguo compañero, no le dejaron tanta libertad. La que tuvo Erdogan al inicio del segundo cuarto para clavar dos triples que pusieron en los números las impresiones que manaban desde el parqué. Que no eran otras que el Tau estaba más centrado, con mayor claridad de ideas y sabiendo la receta a aplicar para complicar la vida al Madrid (31-21, minuto 4 del segundo cuarto). El panorama vitoriano sólo tenía una sombra. Los rebotes ofensivos que tanto Hervelle como sobre todo Felipe recogía en la canasta contraria. La solución a tal problema, al menos por el momento, llegó con las faltas personales que llevaron a ambos al banquillo (42-34, descanso).
Sabiendo que así no iban a ninguna parte, el Madrid intentó subir una marcha de velocidad. Con Raúl al mando, llevaron al partido a un lugar de donde nunca más salió: la máxima igualdad (42-41, minuto 3 del tercer cuarto). A partir de ahí, todo lo que ha convertido a los enfrentamientos entre madrileños y vitorianos en la rivalidad más viva de nuestro baloncesto. Presión asfixiante, constantes encontronazos, poco ritmo, falta va falta viene, miradas que matan y la tensión creciendo cada minuto. Tanta dureza conjunta tenía que pasar factura y los ilustres empezaron a desfilar, comenzando por Bullock, y siguiendo por Scola, entre otros. Curioso. El pase a la final en manos de los no previstos (66-68, tres minutos por jugar). Ya no hubo más canastas, sino un ir y venir a la línea de tiros libres, donde se jugó el destino de ambos. El último fallo de Reyes dejó siete segundos al Tau. Pero no estaba Scola. Y ni Erdogan ni Rakocevic pillaron la pelota. Cayó en manos de Vidal. No es un especialista y aunque se buscó espacio, erró. Y con ello el baloncesto volverá a ver hoy un Madrid-Barca como final.
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