La ruta del desconcierto
15.000 conductores buscan atajos por las vías alternativas del Salnés
La radio del coche da las 8.00 de la mañana. Cientos de conductores escuchan los informativos atrapados en sus coches, distribuidos por las diferentes carreteras alternativas a la Vía de Alta Capacidad de O Salnés. Las noticias de Galicia informan del cierre al tráfico del último tramo pendiente de arreglo, de 7,5 kilómetros, después de que en diciembre pasado la Xunta precintara los 10 kilómetros restantes por cinco meses al descubrir graves desperfectos del sistema de drenaje. La reparación va más rápido de lo previsto. Magro consuelo para los 15.000 conductores que la utilizan a diario o para los que ayer padecían el atasco.
Desde que la conselleira de Política Territorial, María José Caride, anunciara el cierre de la vía del Salnés para sustituir las tuberías de drenaje, atascos, rodeos y desconcierto viajan a bordo de los coches de la comarca. Los atascos se concentran en las horas punta, los rodeos son obligatorios para alcanzar la Autopista del Atlántico y el desconcierto lo provoca la maraña de carreteras provinciales y comarcales recomendadas como alternativa.
La Xunta cierra el tramo que faltaba de la VG-4.1 para reparar el sistema de drenaje
Si el viajero pregunta por el camino más corto hacia la AP-9 en un bar, por ejemplo en Vilalonga, se abre el debate. "Yo evito la carretera por la costa: es la que usa todo el mundo, siempre hay atasco", recomienda un cliente. La información oficial, de Política Territorial, propone el entramado de carreteras que circulan al norte de la conocida como Vía Rápida, pero no todo el mundo la suscribe. "Es un itinerario complicado. Yo el otro día me perdí. Prefiero salir más abajo, aunque después tire hacia Santiago", reconoce un compañero del anterior. "Depende", zanja la camarera.
La gente lo lleva con resignación. "A ver si es verdad que la van a abrir al tráfico antes de Semana Santa, porque se me está haciendo muy largo", se lamenta Enrique, que reposta en una gasolinera de la entrada de Sanxenxo, muy cerca de donde tiene su sede la empresa para la que trabaja. Antes tardaba 20 minutos en llegar desde su casa, en Curro. Ahora, casi una hora. De Sanxenxo a Pontevedra, por la vía cerrada se tardaba menos de un cuarto de hora. Ahora, 20 minutos. Siempre que se eviten los atascos como los de ayer.
No todos los habitantes del Salnés encuentran tantas molestias en el cierre del vial. En lugares como Dena, supermercados y cafeterías multiplican sus clientes, gracias a los viajeros que van y vienen entre Cambados y Sanxenxo, y que aprovechan el embudo de los semáforos para detener el coche y gastarse unos euros. "Yo misma aprovecho para hacer la compra", asegura la cajera de la misma gasolinera donde Enrique llenaba el depósito. Ella está "harta" de emplear media hora en un trayecto que acostumbraba a realizar en 12 minutos. "Por la mañana, aún se lleva bien, pero a mediodía esta carretera se llena de coches. Es horrible", sentencia, antes de dejar una advertencia: "Si esto no está listo para Semana Santa, será el caos".
En Dena confirman el incremento de la clientela. "Más gente sí que para", reconoce la encargada de la cafetería más próxima al semáforo que filtra el tráfico. "Desde que se cerró la vía rápida, pasan más coches por delante y muchos aprovechan para hacer compras o tomar un café". Pero no compensa, porque la comarca entera ha perdido la movilidad que ganó en 1993, cuando Manuel Fraga y su conselleiro de Política Territorial, José Cuiña, inauguraron el vial, entre alusiones al ahorro presupuestario y a la celeridad de las obras: un solo día de retraso y 4,2 millones de euros menos de los previstos.
A media mañana, con la furia de la hora punta ya aplacada, los 15 kilómetros que separan Sanxenxo y Cambados por la PO-504 y la PO-550 se realizan en 20 minutos. A esas horas no circulan camiones, tan difíciles de adelantar en los escasos tramos de línea discontinua. Al menos, el cierre de la carretera inaugurada por Cuiña y Fraga ha permitido que se mejorara el entramado de vías alternativas, como la EP-9306 que se ha convertido en un eje crucial. Con todo, el adelantamiento sigue siendo una misión casi imposible, al igual que por carreteras como la PO-300, la PO-303 o la PO-504, por donde 15.000 conductores buscan cada día alternativas a la incomunicación.
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