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Denuncia contra la Guardia Civil por un tiroteo

Joaquín Gallardo (38 años), confitero de profesión, fue tiroteado la madrugada del 27 de enero en una calle de Almería por agentes de la Guardia Civil cuando éstos le confundieron con un ladrón. El hombre, que al filo de las 3.30 esperaba a su tío para ir a trabajar dentro de su furgoneta en marcha, fue abordado por un guardia de paisano que, según su versión, nunca se identificó. El confitero se asustó y creyó que trataban de robarle. Cuando emprendió la huida en dirección al cuartel de la Guardia Civil para pedir auxilio su furgoneta fue tiroteada. Hoy interpondrá denuncia para que se identifique a los agentes que dispararon.

Minutos antes se había producido un aviso de "activación de alarma por intrusión" en una nave del polígono industrial de San Rafael, en el municipio vecino de Huércal de Almería, muy cerca de donde Gallardo aguardaba a su tío para ir al tajo. De hecho, fuentes de la Guardia Civil aseguran que al desplazarse hasta la nave dos patrullas del Instituto Armado -una uniformada y otra de paisano en vehículo oficial camuflado- y una patrulla de la Policía Local, los agentes comprobaron indicios de "recientísima comisión y la posible huida del autor o autores del hecho".

Fue entonces cuando el vehículo oficial camuflado con dos guardias civiles y un agente de policía de uniforme iniciaron el rastreo de la zona. "Venía un coche normal y corriente, oscuro. Se acercó al llegar a mi altura muy lentamente y se puso en paralelo a mí. Se me quedó mirando el conductor muy fijamente. Se puso por detrás, perpendicularmente, se cruzó en la carretera y, entonces, fue cuando salió el conductor solo. No llevaba nada, iba de paisano. Y tenía muy mal aspecto. Parecía más un delincuente que un guardia civil. Entonces fue cuando intentó abrirme la puerta y avancé un poco. Había echado el pestillo antes. Viendo que insistía, aceleré y salí corriendo", relata el confitero. Apenas avanzó unos 10 ó 12 metros y "se liaron a pegar tiros", cuenta el hombre. "Salí corriendo y ellos estuvieron pegando tiros hasta que me perdieron de vista. Anduve como unos 150 metros más o menos desde que empezaron a tirar hasta la desembocadura de la carretera de Torrecárdenas. Cuando ya los perdí de vista, se ve que ellos se metieron en el coche y salieron tras de mí. Yo ya me dirigí hacia el cuartel de la Guardia Civil", resume.

Tres proyectiles alcanzaron la furgoneta y otras tres balas se incrustaron contra los cristales de la entidad financiera Cajamar en la carretera de Torrecárdenas. Una séptima bala fue a parar contra una puerta corredera de cristal de una vivienda. Según la versión oficial los disparos fueron "intimidatorios al aire y, posteriormente, a las ruedas, sin lograr la detención del vehículo, que desaparece a gran velocidad".

El abogado de Joaquín Gallardo, Pedro Torres Caparrós, afirmó que la versión oficial es metira y lo ocurrido, "constitutivo de delito".

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