Otro hijo del 'karting'
El alicantino Adrián Vallés, nuevo probador de Spyker, comenzó a rodar con dos años en el circuito familiar y se ha codeado ya con Hamilton, Kovalainen y Kubica antes de la fórmula 1
La voz de Adrián Vallés no parece la de un chico de 20 años. Tampoco sus palabras. Quizá porque este alicantino de Teulada está acostumbrado a vivir a toda mecha. Su aspecto es el de un joven cualquiera, pero forma parte ya de la élite del automovilismo mundial. La escudería británica Spyker le presentará hoy en Silverstone como piloto probador para 2007. "Ha llegado mi hora", asume el alicantino. "No tengo miedo ni nervios, sólo unas ganas inmensas de subirme al coche y rodar". Vallés se estrenará dentro de dos semanas en los entrenamientos de Spyker en Cheste. "Hasta entonces me preparo a tope: corro una hora y media al día, tres horas de gimnasio y vueltas y vueltas con mi kart en el circuito de la familia", explica Adrián.
"Soy un currante. Vengo de una familia humilde. Hemos dado muchos porrazos por ahí"
Su tío lo subió a un 'kart' y comenzó a hacer 'rrrunnn': "Nada en la vida me gustó más"
Allí comenzó todo. En el circuito de karting La Font Santa que la familia regenta entre Teulada y Moraira, cerca de la costa alicantina. Adrián tenía sólo dos años cuando su tío Vicente, piloto campeón de España de Citroën en 1994 y corredor de Fórmula Fiat, le subió a un kart de batería. "Nunca había visto un coche ni una carrera. ¡Pero empezó a hacer rrrunnn, el ruido del motor! Y no hubo forma de bajarle", recuerda Vicente, que se puso manos a la obra. Construyó unos acoples para que su sobrino llegara a los pedales e ideó un sistema con 20 metros de cable para dar gas al coche mientras el pequeño manejaba el volante. "Lo hacía tan bien que le compramos uno para el día de Reyes. Nadie podía sacarle. Rodó todo el día hasta que agotó la batería", dice su tío. A los tres años, Adrián conducía un kart con motor y era un reclamo para el circuito. "Daba vueltas sin parar. Sostenía el volante con una mano y saludaba a la gente con la otra riéndose", recuerda su padre, Antonio.
La exhibición por poco acaba en tragedia. En las fiestas del pueblo, Vicente encabezaba con un Bogey un desfile de los karts del circuito. El pequeño Adrián, claro, era el primero. El suelo de la plaza estaba mojado y comenzó a hacer trompos como si nada. Hasta que enfiló la avenida principal del pueblo. "Iba a salirse del pueblo. Su tío le perseguía en el coche. Adrián lo vio detrás y pensó que era una carrera. ¡Aceleraba! Iba por medio de los coches. Lo cogimos a la salida de la carretera", cuenta Antonio.
"Me subieron al coche y nada me gustó en la vida más que esto. Todos mis juguetes iban sobre ruedas, el scalextric, los coches teledirigidos y de batería... Las motos me aburrían. Pelotas de fútbol me han regalado pocas", comenta Adrián. "El niño tenía un don", asegura Vicente. Pero la carrera hasta la fórmula 1 era tan larga como cara. "El kart le encantaba, así que nos arrastraba a buscar dinero. Siempre íbamos con fábricas y equipos humildes", dice su padre. Adrián comenzó una carrera en el karting, como antes Schumacher -su padre era mecánico en una pista de karts- y Fernando Alonso, y fue campeón de España júnior en 1998. Fue entonces, con 12 años, cuando fue compañero de Lewis Hamilton, hoy piloto de McLaren, en Italia. "Yo era nuevo en el equipo, un novato, él era dos años mayor, pero en la primera carrera que corrí contra él fui más rápido. Hubo polémica, se mosqueó un poco y tuve que darle mi motor", recuerda Adrián.
Tres años después dio el salto a los fórmulas al amparo del circuito de la Comunidad Valenciana, el mismo que cobijó a Alonso. Con 17 años, Vallés disputó en 2004 las World Series en el equipo de Sito Pons. Su compañero de volante era Kovalainen, ahora en Renault. "Aprendí mucho de él. Me enseñó a no precipitarme, a ser paciente. Al final de temporada le superé en algunas carreras", cuenta Vallés. Y a punto estuvo de ganar el campeonato el año siguiente en una lucha codo a codo con Kubica, piloto actual de BMW. "Podía haber ganado. Íbamos empatados a puntos, pero me perdí dos carreras por una otitis. Siempre he corrido contra gente mucho mayor que yo. Soy más maduro de lo normal", expone Vallés.
En septiembre de 2006, Spyker compró la estructura de Midland F1 por 81 millones de euros. Diez días después, la escudería le ofreció a Vallés la oportunidad de su vida: 25 vueltas de prueba en el circuito de Silverstone. El alicantino las trazó sin ningún error y convenció a los dueños del equipo, que han apostado por él para desarrollar el coche que conducirán Albers y Sutil en el Mundial. "Nunca nos imaginamos que estaríamos aquí", explica desde Silverstone el padre de Adrián. "En la familia siempre hemos estado trabajando. Yo iba de mecánico a las carreras. Nos hemos pasado muchas horas en la carretera viajando y muchas horas sin dormir. Recuerdo los viajes a Italia. Yo conducía y Adrián dormía", añade. "Para nosotros, todo empezó como un juego, una afición, y se ha convertido en un trabajo... y en un sufrimiento. Cuesta mucho encontrar patrocinador, estamos siempre echando mano de los amigos", expone Antonio. "Hemos trabajado duro para ser alguien en este mundo", continúa Adrián. "Vengo de una familia humilde, no nos sobra el dinero. Más que un niño de papá, soy un currante. Nos lo hemos trabajado todos y nos merecíamos esto. Llevábamos muchos años dando porrazos por ahí. Puedes ser un gran talento, pero sin dinero...", dice el joven corredor.
¿Qué tipo de piloto es Adrián Vallés? "Me gustaba Senna. De ahora, nadie. Soy yo mismo, tengo mi estilo. Soy bastante regular. Sé cuando no hay que arriesgar para guardar puntos. En carrera soy calculador y estratega. Domino las emociones. Es básico controlar la adrenalina y mantenerte calmado. Tengo los pies en el suelo. Ahora debo coger experiencia y rodar para coger confianza. Pero no me conformo. Quiero un volante de fórmula 1", afirma Vallés. Su padre y su tío le han acompañado a Silverstone. También el presidente de la Asociación Adrián Vallés de Teulada-Moraira, que reúne a 300 aficionados. "Es un momento histórico para el automovilismo español. Ya no es sólo Fernando Alonso", afirmá Adrián.
El campeón del mundo es, pese a todo, un referente. "El más fuerte, lo he dicho siempre. Lo mejor de él es su regularidad, nunca pierde puntos. Su triunfo ha ayudado a que las escuderías se fijaran en la cantera española", afirma Vallés. Después de 264 podios en el karting -"para ser campeón en fórmula 1 el primer paso son los karts"- y más de 400 en su carrera, el alicantino espera compaginar su trabajo en Spyker con el Campeonato Alemán de Turismos. "Sería bueno para competir, una buena preparación para llegar el año que viene a la fórmula 1", asegura Adrián.
Su vida ha dado un vuelco en los últimos días. Aficionado al tenis y a esquiar con su novia en Baqueira, Vallés hacía también de profesor de jóvenes pilotos en el circuito familiar. Conduce un Renault Megane Sport. Y sigue de cerca la carrera de su hermano pequeño, Moisés, de 17 años. "El año pasado corría en la fórmula júnior. Este año está complicado, por el presupuesto. Intentaré ayudarle para que también pueda cumplir su sueño", dice Adrián. El suyo acaba de comenzar.
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