La conquista de Salónica

Manel Ferrer, principalmente conocido por ser el agente de Iván de la Peña, figura en la lista oficial de directivos del Aris de Salónica, como "asociado especial". Un cargo muy poco preciso pero, al parecer, con mucho peso. Tanto, que ya son nueve los jugadores españoles que han fichado por el modesto equipo griego: Jonan García, Álex Pérez, Koke, Pablo Coira, Javito, Joselu, Adrián Jimeno, Aaron y Rubén Palazuelos. También el entrenador, Quique Hernández, ex del Hércules. Mejor dicho, los entrenadores. El técnico destituido hace dos semanas es el argentino Guillermo Hoyos, que proviene del Barça. El que era su segundo, Ángel Alcolea, también es español. Ahora, el director deportivo es el ex valencianista Mazinho. La mayoría de estos jugadores no están representados por Ferrer. Dos de ellos, Coira y Jonan García, han sido campeones en torneos internacionales con la selección española.

"Los griegos son los que tienen que pasar el proceso de adaptación", dice Álex Pérez

"Los jugadores griegos son los que tienen que pasar el proceso de adaptación", dice sin que suene del todo a broma el ex madridista Álex Pérez, que lleva 18 días en la ciudad. "A Quique Hernández le gusta tener el balón y los entrenamientos van encaminados a eso. De ese modo, los futbolistas del país se sienten más perdidos que nosotros, que estamos más acostumbrados a esos métodos", explica el extremo. "No parece que juguemos en el extranjero", corrobora el goleador Koke, que anunció esta semana su renovación hasta 2011 en una multitudinaria rueda de prensa.

"Van a llegar más españoles. Están de moda", dice Ferrer. Los suyos no son los únicos. Los técnicos de los dos grandes clubes griegos, AEK y Panathinaikos, son Lorenzo Serra Ferrer y Víctor Muñoz, respectivamente. Muñoz ilustra la perpejlidad de los jugadores locales ante los métodos importados de España: "Aquí se marca todavía al hombre en recuerdo del triunfo de su selección en la Eurocopa de Portugal en 2004".

El griego, sus extraños dibujos, no es un problema para los españoles. Sencillamente, lo ignoran. "El griego no nos hace falta para nada", confiesa abiertamente Koke. Álex Pérez se detiene un poco más en las explicaciones: "Es que el griego no es como el inglés. Yo no entiendo lo que me dicen y ellos no me entienden a mí", explica el madrileño, que, al margen de los problemas idiomáticos, se muestra muy sorprendido de las similitudes mediterráneas entre España y Grecia: "Yo pensaba que no, pero los dos países se parecen bastante, incluso en la comida". También les ha facilitado la adaptación el hecho de que según pisan territorio griego les aguardan los mimos de los directivos del club. "además, como en todos los equipos, los del mismo país hacen piña y van por ahí a tomar cosas y a cenar", recuerda Pérez, que aclara, eso sí, que cada uno vive a su aire y en barrios distintos. Todos en casas facilitadas a los futbolistas por la entidad.

El Aris es quinto en la Liga griega con 29 puntos. El líder es el Olympiacos con 50. Ha ganado tres campeonatos a lo largo de su historia. Aunque el último fue en el lejanísimo 1946.

Más recientes han sido los altercados que han provocado sus muy exaltados hinchas. Tanto los de baloncesto como los de fútbol. A los del equipo de balompié la última fechoría que se les ocurrió fue lanzar un cóctel molotov contra el vestuario de los árbitros. Las autoridades griegas no le encontraron la gracia: "Descendieron al equipo a Segunda. Además, le sancionaron con diez partidos a puerta cerrada", recuerda Quique Hernández, su nuevo técnico, al subrayar "la pasión" con la que la ciudad vive el deporte.

"Los del baloncesto animan aunque vayan perdiendo por 30 puntos", refuerza Koke, que ha observado otra curiosa característica del hincha griego: "Les gustan mucho las apuestas y van al campo con el periódico para irlas mirando".

Además de los españoles también juegan en el equipo cuatro brasileños. Entre ellos, otro futbolista formado en España. Se trata de Cacá, aquel muchacho amigo de Ronaldo que recaló en el Salamanca y del que poco más se supo. Hasta que llegó Ferrer a Salónica, claro.

Una llegada propiciada por la recomendación de un amigo, que le comentó a Manel Ferrer las grandes posibilidades del un fútbol, en teoría, emergente como el griego.