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Crónica:Fútbol | 21ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

De la calma judicial a la bronca pública

El Madrid, abucheado por su público, que sacó pañuelos contra el presidente y el técnico, también sucumbe ante el Levante

José Sámano

El Madrid está en caída libre. Desde lo futbolístico, el equipo está hueco, es ramplón, le falta chicha y carece de plan alguno. Aliviada judicialmente, la institución vive bajo el yugo deportivo, consecuencia directa de haber alquilado el equipo a Fabio Capello, que no es más que un cualificado empleado que, como todo entrenador, está en tránsito. Lejos de ser la solución que sospechaban Ramón Calderón y su coral, el técnico italiano se ha convertido en un agujero negro de considerables proporciones. Y no sólo por lo que supondría su multimillonario despido, sino por el desguace de la plantilla ordenado por el propio Capello sin que rechistara ningún superior. El entrenador puede ser relevado de inmediato; Ronaldo, no. La hinchada, hastiada tras el tropezón de ayer, se lo hizo saber a Calderón y a Capello.

REAL MADRID 0 - LEVANTE 1

Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Sergio Ramos, Torres; Diarra, Guti; Higuaín, Raúl, Reyes (Robinho, m. 46) (Nieto, m. 72); y Van Nistelrooy. No utilizados: Diego López; Pavón, Mejía, Miñambres y Emerson.

Levante: Molina; Manolo, Déhu, Alexis, Rubiales; Riga, Camacho, Tommasi, Robert (Ettien, m. 66); Salva (Reggi, m. 87) y Kapo (Berson, m. 82). No utilizados: Cavallero; Descarga, José Serrano y Nino.

Gol: 0-1 M. 10. Salva transforma un penalti hecho por Diarra a Tommasi.

Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Molina, Manolo, Diarra, Ettien, Tommasi, Sergio Ramos y Torres.

Unos 60.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.

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"¡Dimisión, dimisión, dimisión!"

Bajo el dictado del italiano, ningún jugador es mejor que hace una temporada. Algunos, caso de Cannavaro, Reyes y Robinho, parecen guiñoles de lo que fueron alguna vez, y Emerson y Van Nistelrooy han acortado sus plazos de jubilación. Capello ha perdido el rumbo de tal forma que ayer decidió echar el lazo a Nieto, un suplente del Castilla al que hizo regresar el sábado precipitadamente desde Alicante, y a Miñambres, que no ha jugado un partido oficial desde el 22 de diciembre de 2004. Y Beckham, en una privilegiada burbuja de cristal en la grada. Una curiosa forma de inmolarse, como el día que incluso prefirió alistar a Emerson lesionado que al inglés. Dinamitada la plantilla por capricho de Capello, resulta que el juego del equipo cada jornada es peor y los resultados, la gran coartada del técnico, una calamidad. Éste es el rastro dejado por Capello hasta la fecha. Lo sucedido ante el Levante no fue un accidente aislado.

Frente a un equipo que llegó a Chamartín en zona de descenso y con un pelotón de veteranos como titulares, el Madrid no experimentó mutación alguna. Fue tan plano como lo ha sido el resto de la temporada. Sobre todo en el primer tramo, cuando Kapo hizo lo único cosmético de todo el periodo. Un jugadón del africano concluyó con claro penalti de Diarra a Tommasi, que llegó al área varios metros por delante del dique madridista. Salva festejó su estreno con el Levante con el gol de castigo. El Madrid no reaccionó hasta el segundo tiempo, cuando al toque de corneta de Raúl el grupo puso más ímpetu. Este Madrid no destila ningún espíritu gremial. Nadie se propone una carrerita al espacio. La mayoría juega con una quietud irritante. Todo se reduce a un insulso manoseo de la pelota por el embudo central, donde sólo Higuaín y Raúl pusieron algo de chispa. El primero, un recién matriculado, se mueve con inteligencia, pero su deuda con el gol crece y crece. De Raúl cabe esperar lo mejor, pero el capitán, siempre tan disciplinado, se ve obligado a contradecir a su técnico. Capello le aleja del área, justo el escenario al que debe su mayúscula carrera.

Enchufado Raúl y con Guti más fino que al inicio, el Madrid logró arrinconar al Levante, al que sometió a base de pelotazos laterales. Sin otro discurso, el conjunto madridista se aproximó al gol y, en dos ocasiones, al penalti a favor, pero el poste, tras un remate de Nieto, y Molina le dejaron a la intemperie. Y la hinchada se hartó: cargó contra el palco, el banquillo y el de las pipas. Lógico. El Madrid es un desbarajuste en los despachos y una ruina en el césped. Su autor, Capello, se ha quedado sin defensa. A él, que tanto le gustan los números, seguro que no se le escapa que desde la temporada 90-91 no ha habido un Madrid que perdiera tantos puntos como el suyo. Y hay que rebobinar hasta el curso 84-85 para encontrar un Madrid que a estas alturas hubiera marcado tan pocos goles como el suyo. En Chamartín el público ya no traga, para desconsuelo de Calderón, abroncado como nunca en el primer día de su legitimación jurídica. El fútbol tiene sus propias leyes. El presidente ya lo sabe. Y aquél a quien alquiló de forma desproporcionada el club, también. Fortalecido por los tribunales, a Calderón le corresponde ahora dictar sentencia. Capello hace tiempo que movió fichas a su antojo y sólo ha conseguido devaluar buena parte del patrimonio de la institución, desquiciar al vestuario y encrespar al público.

Dehu despeja el balón ante Sergio Ramos, que cae, y Helguera.
Dehu despeja el balón ante Sergio Ramos, que cae, y Helguera.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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