Detenciones, expulsiones, robos...
Enero de 2007 ha sido pésimo para el comandante general de Ceuta, Luis Gómez Hortigüela, un experimentado militar con 43 años en el Ejército cuando fue nombrado máximo responsable de la guarnición de Ceuta en julio de 2004. Bajo su mando hay en la actualidad 2.400 efectivos y muchos quebraderos de cabeza. Y es que no sólo ha sido la destitución del jefe de la Unidad de Inteligencia del Ejército y la investigación a la que se ha sometido a esta sección lo que preocupado a los altos mandos de las Fuerzas Armadas.
En la última semana, otros cuatro militares destinados en distintas unidades de Ceuta, todos ellos soldados profesionales, han sido detenidos por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Dos de ellos, involucrados en el asesinato de un adolescente el pasado 27 de enero, y otros dos, que fueron arrestados dos días más tarde cuando fueron sorprendidos in fraganti intentando vender medio kilo de explosivo de origen militar en el mercado negro. A ello hay que añadir el frente que la Comandancia General mantiene abierto desde diciembre del pasado año con dos partidos políticos, la Unión Democrática Ceutí (UDCE), de corte musulmán, e Izquierda Unida, que han llevado al Congreso de los Diputados la no renovación de contratos a decenas de soldados de religión musulmana alegando la existencia de informes reservados que desaconsejaban la continuidad de estos jóvenes en las Fuerzas Armadas.
Esta decisión coincidió en el tiempo con el desarrollo de la Operación Duna, por la que se desarticuló en el barrio del Príncipe Alfonso, en Ceuta, una célula salafista y se detuvo a 11 supuestos terroristas que habrían planeado atentar contra un supermercado y el recinto ferial de la ciudad utilizando explosivo robado de un polvorín. Por esta causa, tres soldados musulmanes fueron apartados del servicio.
