El Depor masacra al Valladolid

A veces para explicar un partido hay que recurrir a razones esotéricas. Suele suceder cuando se intenta descifrar lo que pasa por la cabeza de las personas que se arrogan la condición exclusiva de "profesionales del balón". Hasta los neófitos saben que el Deportivo lleva tiempo huérfano de gol. Pero en el mercado invernal el equipo coruñés ha vendido a su mejor defensa y anoche esperaba encontrar el remedio a su insuficiencia rematadora en las botas de Xisco, un delantero de la cantera que estaba cedido en el Vecindario.

Y en eso estaba Lendoiro, exprimiendo hasta última hora el mercado invernal, como es habitual en el presidente del Deportivo, cuando Pablo Álvarez y Rubén Rivera, dos futbolistas que debutaban, solucionaron un partido que parecía tener en el zurrón el Valladolid. El equipo de Mendilibar se fue al descanso con ventaja, gracias al gol de otra cara nueva. Manchev se encontró con el debú soñado después de haber sido descartado por el Levante. El delantero engatilló un centro desde la banda que le regaló Baraja. Claro que recibió la inestimable colaboración de Juanma y Lopo, que lo dejaron a solas con el gol. A partir de ese momento el Deportivo se descosió.

Caparrós miró al banquillo. Se encontró con Rubén Varela, un delantero del filial que entró en la convocatoria por el posible intercambio de cromos con el Vecindario entre Xisco y Adrián. Pero era un partido para los debutantes. El ex sportinguista Pablo Álvarez, que ayer mismo consiguió ficha por la cesión de Rodri al Almería, anuló el gol de Manchev. Caparrós había dicho que posiblemente iba a ser el mejor refuerzo en el mercado de invierno. El centrocampista correspondió a la confianza del técnico después de una larga lesión que lo tuvo apartado de los terrenos de juego nueve meses siendo el mejor del partido.

El Deportivo había sido mejor que el Valladolid en los primeros compases del partido. Mendilibar recurrió al equipo B, al que tan buenos resultados le ha dado en la Copa, el mismo que ha eliminado a dos primeras: Gimnàstic y Villarreal. Y fue un rival duro hasta que el Deportivo puso la intensidad que se le presupone a un equipo de primera. Hacía tiempo que Riazor no era feliz con el fútbol del equipo.