El Barcelona vuelve sobre sus pasos
El equipo azulgrana confirma el repunte de su juego ante el Celta en un partido muy mal arbitrado
Aunque sean sufridas y discutidas, o provoquen polémica por mediar un penalti que no viene al caso, los grandes equipos agradecen victorias como la que ayer alcanzó el Barcelona. Al fin y al cabo, en juego no sólo estaba el liderato sino también la jerarquía futbolística, pues desde hace un tiempo se pregunta a la gente por la calle si no se estará acabando el ciclo triunfal del Barça cuando en el Camp Nou se pita al entrenador y se le hace saber a Ronaldinho que se acabó la bula como ocurrió la semana pasada. Por más que el Celta la tomara con el árbitro, jugaron los azulgrana para ganar, se reivindicaron con un ejercicio de autoestimaque confirmó el repunte de juego del miércoles en Sevilla y la afición se recogió más sosegada a su casa por el triunfo propio y la derrota ajena. Ningún resultado la serena más que la derrota del Madrid.
BARCELONA 3 - CELTA 1
Barcelona: Valdés; Zambrotta, Oleguer, Puyol, Gio; Xavi, Edmilson (Giuly, m. 69), Deco; Iniesta (Motta, m. 90), Saviola (Gudjohnsen, m. 83) y Ronaldinho. No utilizados: Jorquera, Belletti, Ezquerro.
Celta: Pinto; Ángel, Tamas, Lequi, Placente; Pablo García, Oubiña; Gustavo López (Núñez, m. 71), Canobbio (Guayre, m.65), Nené (Aspas, m. 83); y Baiano. No utilizados: Esteban, Yago y De Ridder.
Goles: 1-0. M. 33. Saviola cabecea un centro de Gio desde la izquierda. 1-1. M. 66. Oleguer y Gio chocan en el área al intentar frenar a Ángel y Nené transforma el penalti. 2-1. M. 77. Ronaldinho marca un penalti por derribo de Tamas a Gio. 3-1. M. 85. Deco asiste a Giuly y éste cruza medio campo para batir a Pinto.
Árbitro: Delgado Ferreiro. Amonestó a Pablo García, Saviola, Placente, Tamas, Baiano y expulsó a Lequi (m. 86) por doble amonestación.
68.500 espectadores en el Camp Nou.
Vuelve el Barça sobre sus pasos después de un tiempo extraviado. Pese a que cuenta tantas alineaciones como encuentros, los nudos del equipo son los de siempre: hay dudas sobre los laterales; no se sabe quien es el mejor medio centro y la calidad de Iniesta es tan manifiesta que puede jugar hasta por la banda derecha a cambio de eliminar a los extremos. Desvencijado por las lesiones y condicionado por los futbolistas fuera de forma, Rijkaard recuperó la versión original y le entregó a Iniesta la zamarra del 7 y apostó por Edmilson como pivote. Una formación académica, en la línea de la que compitió con el Betis, plagada de futbolistas técnicos. El Barça quería madurar el encuentro a partir de una buena organización y de una mejor posesión del balón. A cambio, se exponía a una excesiva conducción y a tener poca profundidad y menos velocidad.
Agradeció el Celta la propuesta porque es un equipo aseado, pelotero, y al que le gusta ejercer de visitante ante grandes rivales, como bien sabe el Madrid, y en campos adversos, del calado de Riazor, por ejemplo. Aparentemente, el partido le venía bien, y así se constató cuando un linier se convirtió en el mejor libre azulgrana a la hora de tirar el fuera de juego. Al poco tiempo, en cambio, se advirtió que el Celta se había acomodado tanto al choque que podía tomar un gol en cualquier momento.
No es que el Barça jugara en el campo del contrario. Tampoco generaba espacios en la zona de tres cuartos. Ni siquiera creaba ocasiones. El equipo no rompía porque le faltaba desequilibrio individual y juego por las bandas, desborde y disparo. A nivel colectivo, sin embargo, funcionaba mejor que en partidos anteriores: se apretó en la cancha, presionó sin ser agresivo y no perdió el sitio. A nadie le extrañó que marcara tras una de las jugadas más ortodoxas que existen en el fútbol: Ronaldinho peinó el cuero, Gio le dobló por el margen izquierdo, levantó la cabeza para poner el centro en el punto de penalti y Saviola cabeceó a gol.
Un único centro, una sola jugada y un tanto precioso. Puesta la diferencia en el marcador, el Barça regresó a la divisoria. Los centrales se fajaban, los volantes laboraban y, mientras, Saviola le marcaba a Ronaldinho por dónde tenía que tirar el desmarque. Demasiado tiempo libre. El Celta espabiló mientras se relajaba el Barça para impaciencia del público, satisfecho con el fútbol de recuperación de su equipo, preocupado por la falta de elaboración. Quería la hinchada aplaudir a Ronaldinho y sólo Saviola iba directo a portería porque el brasileño estaba por labores de equipo, incapaz de irse de la marca.
No sabía cómo asegurar la victoria el Barça, para suerte del Celta, a gusto con el desgaste psicológico que suponía un partido expuesto a cualquier sobresalto. Así ocurrió cuando Oleguer y Gio no se pusieron de acuerdo en un cruce y entre los dos se cayó Ángel. Al árbitro le dio por pitar penalti, cuando la jugada no pareció falta, y Nené empató. Flagelado, el Barça abrió el campo con Giuly y, disparado, se fue a por el partido con Saviola a la cabeza. Al pibito se le escapó por poco el gol en dos remates antes de que Gio cayerafuera del área después de que Tamas metiera la pierna sin intención de cometer falta. El árbitro sin encomendarse al linier, señaló el punto de penalti para alegría de Ronaldinho, que remató al hierro, en una falta máxima tan bien ejecutada como mal pitada. El club azulgrana colaboró en la jornada declarada día del árbitro y el colegiado correspondió con una actuación errónea que desquició al Celta, abatido nuevamente por un tanto de Giuly después de que Valdés evitara el empate. No mereció puntuar el cuadro celeste por más que tenga razón en encausar al árbitro. Fue mejor equipo el Barça, que recupera signos de juego que invitan al optimismo mientras Saviola sigue metiendo goles. Resueltas las incompatibilidades con el argentino, el campeón aspira a reencontrar el camino para defender el título a partir de su carta de naturaleza. Vuelve el Barça al punto de partida después de comprobar que resultaba imposible jugar como el campeón de Liga y de Europa.
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