Los monólogos de Munitis
El jugador del Racing marca con su alborotada personalidad otro encuentro muy flojo del Atlético
En la ribera del Manzanares, los partidos de relleno, las fechas poco memorables, se amontonan en una bobina interminable junto a las zanjas, las vallas metálicas, las grúas y los planos optimistas que dicen que algún día todo eso se acabará: la cicatriz de la carretera de circunvalación M-30 será un recuerdo. Y este Atlético con cara de pena y rutinas de club acomplejado, una bruma olvidada.
ATLÉTICO DE MADRID 1 - RACING 1
Atlético: Cuéllar; Seitaridis, Pablo, Zé Castro, Antonio López; Galletti (Gabi, m. 61), Luccin, Maniche (Mista, m. 73), Jurado; Agüero y Fernando Torres. No utilizados: Roberto; Pernía, Perea, Valera y Costinha.
Racing: Toño; Pinillos, Rubén, Garay, Oriol;
Scaloni, Colsa (Balboa, m. 77), Vitolo, Óscar Serrano (A. Tomás, m. 87); Munitis y Zigic (Juanjo, m. 93). No utilizados: Calatayud; Cristian Álvarez, Christian y Momo.
Goles: 0-1. M. 73. Zigic recibe de Munitis dentro del área y bate a Cuéllar. 1-1. M. 75. Pablo, de cabeza, tras el saque de una falta.
Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Pinillos, Galletti, Colsa, Luccin, Vitolo, Seitaridis y Zé Castro.
Unos 40.000 espectadores en el Calderón.
La tropa de Aguirre se creyó muy astuta esperando que llegase su oportunidad. Nunca llegó
Ayer, el turno le tocaba al Racing. El equipo cántabro, como casi todos los que visitan el estadio Calderón, presionó mucho y bien, liderado en ese esfuerzo por el entusiasmo vengador del ex rojiblanco Colsa y beneficiado por la falta de agilidad mental del medio campo del cuadro madrileño.
La tropa de Javier Aguirre se creyó muy astuta esperando a que llegase su oportunidad sin arriesgarse. No era una idea tan inteligente. Nunca llegó su oportunidad.
El Atlético parecía tener mucho tiempo. Mucha paciencia. Muchos planes que hablaban de tranquilidad y de no volverse loco y todas esas cautelas propias de los entrenadores. Lo que no tuvo fue juego. Ni un poco. Daba igual los minutos que transcurriesen: nada se estaba cocinando en el centro porque allí no hay ningún cocinero, ninguna materia prima que transformar.
Hasta ahí, las similitudes con ese rosario de encuentros tristes que se suceden en el estadio madrileño cada dos semanas y, a veces, si hay mala suerte, como en este caso, cada semana.
Las peculiaridades del grupo que dirige Miguel Ángel Portugal son dos. Un tipo muy chiquitito y muy dinámico con las piernas muy anchas que se llama Munitis y un ariete altísimo, no tan dinámico, que atiende por Zigic.
La presencia del ex madridista en el juego del Racing es comparable a la de Maradona en la selección argentina en su momento más brillante. Pero, claro, el honrado, trabajador y bullicioso Munitis no es precisamente Maradona. Todo empieza y acaba por el santanderino. Lo que significa que todo empieza y acaba rápido. Aunque no siempre bien. Hasta el segundo tiempo la hiperactividad del delantero no significó oportunidades reales de gol. Aunque, naturalmente, el tanto del Racing lo fabricó Munitis. Y, naturalmente, lo marcó Zigic.
En la otra esquina del cuadrilátero, Jurado, un gaditano de 20 años que tiene algo de artista tímido. Carácter introvertido, mirada oculta bajo el flequillo oscuro. Jurado tiene imaginación. Pero poca iniciativa. Inseguro, se equivoca cuando tiene tiempo para pensar. Eso le sucede en la zona ancha del campo. Sin embargo, en los momentos en los que no hay alternativa y sólo toca resolver una situación vertiginosa suele acertar. Por ejemplo, ayer, en una primer tiempo de su equipo que, siendo muy generosos, se puede calificar de regulín tirando a malo, hizo casi todas las cosas bonitas y peligrosas. Lo que pasa es que fueron pocas.
Los otros dos futbolista de cierto fuste del Atlético, Agüero y Fernando Torres, su pareja de jovencísimos delanteros, sólo se mostraron en una fase del choque. El problema es que esa fase sólo duró tres minutos. Los que van del 27 al 30 del primer tiempo. Después desaparecieron y sólo asomaron la cabeza para lanzar alguna de sus insensatas carreras individuales.
La cosa tuvo su gracia porque el empate rojiblanco, fruto de una jugada a balón parado aislada, lo marcó Pablo. El central, que tiene 1,94 metros de estatura, llevaba bastantes partidos en el banquillo. Pero ayer Aguirre decidió que iba a utilizarlo como el antídoto contra el gigante serbio Zigic. Dejó la velocidad de Perea y optó por los centímetros de Pablo. Bueno, el zaguero manchego no fue capaz de frenar al ariete. Pero, al menos, fue capaz de igualarle en lo relativo a la eficacia goleadora.
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