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Reportaje:MINI COOPER | PRUEBA

Igual de atractivo, pero más cómodo y eficiente

El Mini ha recibido una completa puesta al día que mejora algunos de sus puntos débiles y refresca la mecánica. Sigue siendo pequeño por dentro, pero estrena retoques estéticos, motores más potentes y eficientes en el consumo, suspensiones más cómodas y un interior mejor elaborado. Aunque es un utilitario de capricho con precios altos, mantiene todo su carisma con un mayor confort.

Está muy lejos de ser el utilitario más práctico, tampoco es el más completo, ni por supuesto el más barato. Pero el nuevo Mini se ha convertido en un objeto de deseo que seduce a todo tipo de compradores, desde hombres y mujeres a jóvenes y mayores, y está superando todas las previsiones. Cuando salió, en el año 2000, BMW pensaba producir 100.000 al año, en 2005 fabricó 200.000 y se han vendido ya 800.000 en total. Y con esta nueva generación se espera llegar a 240.000 anuales.

El éxito del Mini confirma la importancia creciente del diseño como arma clave para triunfar, y demuestra que los valores emocionales, como la simpatía, el carisma o simplemente la ca

pacidad de despertar la ilusión por poseer algo, pueden ser mucho más convincentes que los más racionales. Su creador, el malagueño Stephenson Santos, ahora responsable de diseño en Fiat, logró plasmarlos con brillantez en este utilitario de capricho para convertirlo en el modelo más exclusivo de su tamaño.

Un poco más grande por fuera

El Mini 2007 es una puesta al día que busca pulir algunas carencias del anterior, como el confort o la mecánica. Ha crecido en tamaño para poder alojar los nuevos motores, mucho más eficientes en prestaciones y consumos, y para adoptar un capó menos agresivo con los peatones en caso de atropello.

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Mide 3,69 metros de largo, seis centímetros más, pero mantiene las proporciones y sigue siendo muy ágil en ciudad. Aunque por fuera cuesta distinguirlos, todo el frontal es nuevo, desde los faros, que ahora integran los intermitentes, hasta la parrilla y el capó, más alto y abombado. La línea de cintura lateral también se eleva más en las ventanillas traseras, para remarcar su perfil en cuña, y lleva unas aletas posteriores más anchas. Y la zaga, algo más redondeada, mantiene el diseño de los pilotos, una de sus señas de identidad. Sin embargo, la imagen del conjunto es casi idéntica y en la práctica mantiene todo el encanto y la mirada simpática que le distinguen.

Justo por dentro y mejor acabado

La habitabilidad interior, principal punto débil de este coche, no ha mejorado. Ofrece unas plazas delanteras amplias con buenos asientos deportivos, pero las traseras son muy justas en espacio para las piernas, y tiene un maletero raquítico. Además, su escasa altura exige agacharse mucho para entrar y cuenta con pocos huecos.

El diseño mantiene su peculiar estilo retro actualizado, que se refleja en el reloj circular, los mandos con palancas y otros detalles. Pero se ha mejorado la calidad de acabado, tiene buenos plásticos y permite combinar todo tipo de tapicerías y colores para personalizarlo al gusto de cada cliente.

Mejoras mecánicas importantes

Los cambios más importantes del nuevo Mini no se ven, pero se disfrutan. Así, estrena unas suspensiones más confortables, está mejor aislado por dentro y permite viajar sin las reacciones secas e incómodas de su antecesor. Igual de importantes resultan los nuevos motores, que mejoran la potencia reduciendo apreciablemente el consumo. De momento, se venden dos versiones, Cooper, con motor 1.6 de 120 CV (19.350 euros), y Cooper S, que añade turbo y rinde 175 CV (24.400euros). Llevan cambio manual de seis marchas y se ofrece un automático también de seis como opción (1.591 euros). Los precios son superiores a los de los utilitarios de su tamaño, y no lo justifica con el equipo de serie, que es sólo correcto: seis airbags, ABS, climatizador, radio-CD y todo lo habitual, salvo el ESP, que sorprendentemente es opcional (361 euros). En abril llegarán la versión básica One, con un nuevo motor 1.4 de gasolina, y el Cooper Diésel de 109 CV.

Conclusión

El Mini es un utilitario caro y poco práctico que seduce por su imagen y simpatía. Ofrece una calidad mecánica notable, un funcionamiento refinado y se puede personalizar con todos los detalles. Pero es un coche de capricho.

MÁS CARO Y SIN ESP

El Mini Cooper es un utilitario de prestigio con poca competencia, salvo el Clase A, pero supone una alternativa a los coches compactos más elitistas, como el A3, y a otros modelos de capricho, como el New Beetle. En cambio, es el único sin control de estabilidad ESP de serie (361 euros). Cuesta 1.650 euros menos que un Clase A equivalente. El Mercedes es mucho más amplio y práctico, e incluye el ESP, pero sólo tiene cuatro airbags, por seis del Mini, y la radio-CD se paga aparte (474 euros). En un escalón inferior está el Lancia Ypsilon, que cuesta 3.900 euros menos, con cuatro airbags, pero tampoco lleva ESP (630) y su motor y sus prestaciones son inferiores. En un tamaño más grande, el New Beetle y el Audi A3 son 800 y 3.250 euros más caros. Los dos tienen ESP, el VW viene con cuatro airbags, y el Audi, con seis, pero el último no incluye radio-CD (595 euros).

MEJOR POR FUERA QUE POR DENTRO

La originalidad del Mini se mantiene por dentro y su diseño reinterpreta detalles retro del modelo de los años sesenta, como los relojes circulares o las palancas en lugar de botones. El Mini 2007 lleva un reloj central más grande que integra el ordenador de viaje y estrena el arranque por botón, que incluye un mando ovalado con el cierre centralizado y la apertura del maletero. Los tonos de las tapicerías se aplican en las bandas del salpicadero y en las puertas para crear un ambiente refinado que le distingue de cualquier utilitario de su tamaño. Los asientos delanteros son deportivos y sujetan bien, pero no conservan la posición cuando se abaten para pasar atrás. El acceso a las plazas traseras resulta incómodo, porque exige agacharse mucho. Además, el espacio para las piernas es muy justo, incluso para los niños, si viajan delante adultos altos. La dotación de huecos es escasa: guantera, dos posavasos, repisa delante del cambio y las bandejas de las puertas, que llevan en el centro una barra que limita su sentido práctico. Lo mismo sucede con el maletero, que tiene sólo 160 litros, aunque si se abaten los respaldos traseros aumenta hasta 680 litros. La zaga conserva detalles clásicos del Mini, como los pilotos y la tapa del maletero, que ahora es un portón bien disimulado.

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