Un líder inanimado
El Barça, sin equilibrio, falto de juego y de referentes, acaba empatando ante el Betis en un partido gris
Desperdició el Barcelona el partido de propina que le quedaba para marcar diferencias en la Liga después de un ejercicio contradictorio, por no decir extremista, signo inequívoco de su voluntad para corregirse y también de su incapacidad para rencontrarse con su mejor versión. Los azulgrana se quedaron a medio camino por respeto a un calendario que indica precisamente que se ha disputado la mitad del campeonato.
BETIS 1 - BARCELONA 1
Betis: Doblas; Melli, Juanito, Nano, Fernando Vega; Arzu (Miguel Ángel, m. 70), Assunçao; Sobis, Capi (Rivera, m. 57), Fernando; y Robert (Dani, m. 64). No utilizados: Contreras, Rivas, Vogel, Maldonado y Xisco.
Barcelona: Valdés; Oleguer, Márquez, Puyol, Gio Van Bronckhorst; Iniesta (Xavi, m. 69), Motta, Deco; Giuly, Saviola (Gudjohnsen, m. 61) y Ronaldinho. No utilizados:
Jorquera, Edmilson, Sylvinho, Thuram y Ezquerro.
Goles: 1-0. M. 37. Assunçao bota un córner desde la izquierda. Nano salta más que Oleguer en el segundo palo y Robert remacha de cabeza. 1-1. M. 60. Márquez peina desde el primer palo un saque de esquina desde la derecha botado por Deco.
Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Motta, Deco, Gio, Robert, Márquez y Vega.
Estadio Ruiz de Lopera. Unos 40.000 espectadores.
Saviola y Giuly exigieron la participación de Ronaldinho. Pero el 'Gaucho' no se presentó
No es que el Barça haya perdido el estilo, sino que le falta vida. Parece pasado de rosca
A juzgar por su reprobable actuación en la primera parte, se diría que hay un error de imprenta en la clasificación y que el Barça no es el campeón de invierno. Nada que ver con su despliegue en el segundo tiempo cuando se ganó la condición de líder en solitario, aunque sea por un punto. La actuación barcelonista fue tan desconcertante que el Betis no supo muy bien si había restado o sumado, por más que agradeció el empate dada su desesperada situación en la tabla.
Achuchó el Betis desde el inicio del partido con un equipo muy viril e intimidador, fuerte en su columna vertebral, bien agrupado en la medular, rápido por las dos bandas y con un solo punta como Robert. Las entradas de Sobis y Fernando y los tiros a media distancia de Assunçao le concedieron un dominio aparente frente a un rival destensado, menos robusto y también más académico. A falta de energía y determinación para apretar en cancha ajena, el Barcelona se estiró desde su área con un juego de toque y acompañamiento, de muchos apoyos, más silencioso que de costumbre, confiado en el pase desequilibrante de Iniesta, Deco y Ronaldinho. El Gaucho se mostró más interesado en armar el último pase como media punta que en guardar la posición como extremo.
La presencia de Saviola y Giuly en ataque no sólo dificultaba la presión en el área bética sino que impedía descargar el juego en los puntas y demandaba una mayor participación de Ronaldinho. Y diríase que el Gaucho no estaba para jugar a fútbol. Al Barça le costó de nuevo encontrar el hilo al partido más que nada porque es presa de la confusión. Así se refleja en la cancha y en la pizarra porque Rijkaard va tocando teclas de la alineación no sólo para dosificar a una plantilla muy exigida desde la pretemporada sino también en un intento de que el equipo recupere la memoria a partir del juego posicional. Resulta difícil reconocer hoy al Barça como el equipo campeón de Liga y de Europa. No es que haya perdido estilo sino que le falta vida.
A veces resulta tan inanimado que parece un equipo pasado de moda, y de rosca, más próximo a la despedida que dispuesto a la reedición de sus títulos y sobre todo de su fútbol. La falta de corriente azulgrana estimuló al Betis, que se sacudió el miedo a perder en cuanto constató que apenas tenía que esforzarse para marcar la raya. Aunque las pérdidas del balón eran constantes en la divisoria, los verdiblancos tenían más chispa que los azulgrana, muy desenchufados. Ante tanta tontería, se impuso el vigor local en las pelotas divididas y en las jugadas de estrategia, como el córner que posibilitó el gol de Robert después que los zagueros barcelonistas tendieran la ropa en el balcón del área.
Aventado por Deco, espabiló el Barça en la reanudación porque no le quedaba más remedio. La merecida ventaja del Betis era la peor burla para los azulgrana. Así que el equipo de Rijkaard se fue a por el partido por las bravas más que por juego y alcanzó el empate muy pronto. Los barcelonistas devolvieron el golpe al rival de la misma manera que lo habían encajado: un gol a la salida de un córner botado por Deco y cabeceado por Márquez.
El Betis quedó atontado y regaló la pelota al Barcelona, cada vez más a gusto en el campo, más fácil de identificar, más poderoso. Inédito ayer Saviola, apareció Gudjohsen para caerse a la banda y tirar desmarques mientras Xavi ampliaba la nómina de medios.
Aunque le faltaba desborde y desequilibrio, más que nada porque nadie se atreve aún en el uno contra uno, el Barcelona tomó la iniciativa, su juego fue más dinámico y le puso al partido un ritmo suficiente para descolocar al Betis.
En esta fase destacó Iniesta, el más empeñado de los hombres de Rijkaard en no dejarse llevar por la inercia. El manchego sobrevuela al resto de sus compañeros en todas las zonas del campo. Ayer funcionó bien como extremo derecha y el equipo se ganó unas cuantas llegadas al área verdiblanca.
Al Barça le perdió, como es costumbre, el exceso de pase y la ausencia de remate. El síntoma es Gudjohnsen. Muy generoso en el juego de equipo, Gudjohnsen no acertó como solista en el área pequeña, circunstancia que abunda en el debate de la superioridad de Saviola. El argentino no juega sino que mete goles y el islandés no marca sino que ayuda a generar ocasiones. Puesto que no coinciden en el campo parece que son incompatibles. A la espera de Eto'o y Messi, la duda atenazó al equipo y tiene despistada a la afición barcelonista.
El Barcelona ofrece signos contradictorios que invitan a la prudencia. Hay coincidencia, en cualquier caso, en que Ronadlinho sigue presa de la melancolía que trajo del Mundial. El invierno futbolístico sigue siendo duro en el Barça.
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