El espejo en que se mira Risto
El británico Simon Cowell, que acaba de regresar al tribunal del 'American Idol' estadounidense, es el modelo del jurado de 'OT'
El éxito de American Idol, la versión estadounidense de Operación Triunfo (Tele 5), tiene un nombre propio, Simon Cowell, el Risto Mejide del universo televisivo angloamericano. El productor discográfico de origen británico es arrogante, agresivo y directo. No se corta lo más mínimo en la metralla que cada noche dispara contra los que aspiran a la fama. Y como no podía ser de otra manera, el martes arrancó la última temporada de AI con la crueldad de Cowell de nuevo como protagonista indiscutible.
El modelo que en España está convirtiendo a Risto Mejide en el personaje del momento en televisión -por ahora, hasta esta semana, en que OT alcanza la final- no es nuevo. Existe en EE UU desde hace años. Simon Cowell es jurado de American Idol desde 2002, junto al también productor discográfico Randy Jackson y la cantante Paul Abdul, los tres millonarios. En 2001 integró el panel del concurso británico Pop Idol. Y la que fue su discográfica S Records se hizo entonces con los derechos de las carreras de los dos finalistas de la primera temporada. En 2003, Cowell vendió la mitad de su negocio a la poderosa BMG por 42 millones de dólares (más de 32 millones de euros).
La crítica agresiva y directa de Simon, espetada con el distinguido acento británico que tanto gusta en EE UU, se dirige contra el talento de los concursantes, su personalidad y su apariencia. La mayoría de las veces, Simon acierta con sus crueles comentarios, aunque su verborrea le cueste el abucheo generalizado del público que asiste al programa, el de mayor éxito en la televisión estadounidense, e incluso de sus propios compañeros del jurado. Pero como todos los jueces, también se equivoca. Una de las víctimas de su arrogancia fue Jennifer Hudson, que ahora triunfa junto a Beyoncé en la película Dreamgirls.
Hudson, que se acaba de alzar con un Globo de Oro, le está ahora agradecida a Cowell, aunque sigue diciendo que la echaron demasiado pronto del concurso. El arranque de la nueva temporada de American Idol, que comenzó el martes con las pruebas de preselección de los candidatos a estrellas celebradas en Seattle y Minneapolis, fue seguido por 38 millones de espectadores. Y de nuevo el centro de atención fue Simon. Su crueldad llega hasta tal extremo que es capaz incluso de restar protagonismo a la supuesta intoxicación etílica de Paula Abdul.
Pero esta vez, la cadena Fox, que tiene los derechos de retransmisión del concurso, está siendo atacada por concentrarse excesivamente en los peores candidatos para fustigarlos sin pasión para ganar audiencia. Su presidente, Peter Liguori, aplacó las críticas y defendió un modelo que le está aportando un éxito sin precedentes a la cadena. También lo hicieron Simon, Randy y Paula, que dicen que este año no están siendo más crueles que en otras temporadas, sino que hay peores aspirantes.
Es más, sostienen que los concursantes deben acudir a las pruebas de selección sabiendo de antemano que serán duros en sus comentarios. "Si no quieres escuchar estas cosas, no vengas", dice Cowell. Randy precisa que le sorprende que gente que no sabe cantar piense que tiene posibilidades. Liguori insiste en que los jueces conocen bien qué es lo que hace que American Idol tenga éxito, y recuerda que el programa va a cumplir seis años en antena, un periodo durante el que los jueces han sido siempre críticos.
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