La aldea global es una chabola

Las costuras y el revés de las marcas muestran que la aldea global es una chabola. Eso es lo que revela Naomi Klein (Montreal, 1970) en su exitoso No logo, un ensayo sobre la intrahistoria de la globalización que le llevó más de cuatro años de investigación. Un periodo que le sirvió para ser testigo y comprobar los beneficios y bondades espúreas que conforman este sueño igualitario de la humanidad, cuya proclama se ha convertido en una marca con tantos simpatizantes como detractores. Además, este No logo y su ideología satélite ha terminado cayendo en un juego parecido al denunciado, en cuanto a estrategia de marca y marketing se refiere.

Pero siete años después de su publicación, el ensayo sigue siendo una referencia indiscutible para las personas, grupos y movimientos de resistencia de la globalización, o al menos de cómo se está haciendo. No logo. El poder de las marcas es una radiografía de ese mundo vendido como maravilloso, próspero, igualitario y democrático. La escritura de Klein está apoyada y basada en su experiencia como testigo de lo que hay detrás o del material y las formas en que están hechas las grandes y populares empresas mundiales e instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio.

Aparte de las promesas envenenadas desveladas aquí, al margen de las luces y sombras de la globalización, No logo es un gran documento sobre la evolución del mercado, del capitalismo, del comportamiento del ser humano frente al consumo y del estilo de vida. De los códigos de conducta del que ofrece y del que demanda. De las necesidades indispensables y manipuladas. Una especie de estudio sociológico, lleno de ejemplos, que permite encajar muchas piezas del puzle de la realidad y ratificar lo de siempre: la fuerza de unos y la debilidad de otros, la presión de unos y la fragilidad de otros.

Tras el objetivo de informar, el diagnóstico de Naomi Klein, activa líder antiglobalización, es el de un desamparo planetario como consecuencia de esquemas y estructuras creadas y potenciadas por unos pocos. También muestra las contradicciones de la gente. De lo bueno que es enterarse de todo, de lo bien que queda indignarse y criticar aquello y luego seguir como si nada y formar parte de los solidarios de salón. Porque para algunos el problema no es el club, sino el hecho de no pertenecer a él.