Rajoy
A Rajoy no se le ha reconocido todavía la capacidad para perder unas elecciones generales por sí mismo. Al atribuir la derrota de las últimas a Aznar, él se quedó flotando en una especie de limbo. Tal es el origen de su desazón. Recuerda a esas almas en pena que vagan entre el más allá y el más acá porque han dejado en este mundo deudas que les impiden entregarse al descanso eterno. A veces las saldan con la intervención de una médium, pero Rajoy está vivo y coleando. Quizá le ayudaría que todos los españoles le gritáramos al unísono que fue él, en efecto, el derrotado, pues sólo desde esa certidumbre abandonará su empeño en volverlas a perder para demostrarse que no necesita a la FAES (y de las JONS), ni a José María Aznar, ni a Eduardo Zaplana, ni a Ángel Acebes, ni a Astarloa, ni a Esperanza Aguirre, ni a Gallardón...
Rajoy está desdibujado, borroso, desenfocado (además de permanentemente irritado, como si le picara algo), porque no pertenece al mundo de los que ganan ni de los que pierden. Tanto sus éxitos como sus fracasos son atribuidos siempre a las acciones de los otros, nunca a su mérito personal. Es secretario general del PP porque le colocó ahí Aznar, el jefe de planta, como el que cambia de sitio a un maniquí. Y él se dejó hacer sin dar un paso al frente o hacia atrás, sin subir ni bajar las escaleras, sin mover un músculo. Compárenlo con Rato, que aunque perdió la primogenitura por manifestar opiniones personales conquistó a cambio una vida propia. A nadie se le ocurriría decir que se encuentra en el más allá (o el FMI, que viene a ser lo mismo) por una decisión del jefe de planta.
Y luego está el asunto de los maitines, que empezamos a percibir como sesiones diabólicas en las que Zaplana y Acebes le visten, le anudan la corbata, le peinan la barba, le colocan la mueca de amargura eterna, le introducen la banda sonora sobre el fin del mundo y le abandonan en medio de la realidad. Hay semanas en las que la cuerda no le llega al viernes, y eso debería evitarlo porque evidencia su no ser, su no situación, su desenfoque. De continuar las cosas así, tampoco podrá perder de forma personal las elecciones de 2008 y estaremos en idéntica situación frente a las de 2012.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.