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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Getafe baila en Mestalla

El conjunto madrileño, con Nacho y Güiza en estado de gracia, machaca a un espantoso Valencia

El ya conocido fútbol colectivo de Bernd Schuster estuvo anoche sazonado por dos jugadores en estado de gracia, Nacho y Güiza, que se bastaron para machacar a un Valencia espantoso: cansado, desubicado, errático. Quique Flores se arrepentirá ahora de no haber dado descanso a algunos de sus hombres más fiables: Cañizares, Albelda, Villa o Ayala, que actuaron con una dejadez clamorosa. O tal vez fuera cansancio mental. El caso es que el Valencia evidenció que no está para mantener la intensidad acostumbrada en dos competiciones a la vez justo el día en el que su presidente, Juan Soler, echaba un jarro de agua fría en el deseo de Quique de que llegara el fichaje de un delantero. Por una vez que Quique y Carboni estaban de acuerdo, Soler les dio un portazo. Schuster, en cambio, refrescó a su cuadro con algunos suplentes y jugó con un nervio implacable.

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La armonía y la racionalidad del Getafe chocaron con la tosquedad y el conformismo del Valencia. Un baile del conjunto madrileño que, sin embargo, se abrió favorablemente al Valencia: un córner enroscado de Villa -casi siempre intenta el gol olímpico-, un pequeño barullo en el primer palo y, finalmente, el balón atravesó la línea, al parecer impulsado por el cuerpo de Silva. Tanto inmerecido que a punto estuvo de tumbar al Getafe, pues Villa le perdonó la vida un minuto después: solo ante Luis García, el delantero asturiano dibujó un regate al portero demasiado largo.

Lo entendió el Getafe como un aviso de que debía seguir por el mismo camino. Si acaso, cambiar el atajo. Y así fue como el zurdo Nacho se marchó al ángulo derecho del área para enviar desde allí un trallazo cruzado que escapó de la estirada de Cañizares. La zaga valencianista tardaba horas en tirar el fuera de juego. Empataba el equipo de Schuster la eliminatoria, pero actuó como si todavía estuviera pendiente la remontada: acudió a rescatar rápidamente el balón de las entrañas de la redes. Tenía prisa por ganar mientras el Valencia miraba el partido con displicencia. Su centro del campo fracasó de manera estrepitosa. Albelda ha perdido el brío de su vuelta y Hugo Viana, a quien el gol que abrió la lata ante el Levante no ha servido de acicate, resultó la nulidad habitual para dirigir el juego. Ante la ausencia durante 15 días de Baraja por lesión, ¿y si Quique probara a Silva de segundo medio centro?

Lo hizo. Así comenzó el Valencia la reanudación, sin que el Getafe diera tiempo para avizorar los resultados. Actuó como un relámpago antes de que al conjunto local le diera tiempo a reaccionar. Nacho limpió de un taconazo a tres defensas de una tacada y permitió que Güiza avistara a Cañizares y lo superara de un disparo raso y cruzado. El Getafe no se cansó de rasear la pelota en toda la noche, ni siquiera cuando se puso muy por delante en el marcador. Schuster se relamía de gusto.

A contracorriente, el Valencia mostró una sonrojante impotencia. Silva tampoco consiguió abrochar el centro del campo, en el que naufragaba Joaquín por la derecha (el gaditano desaparece cuando vienen mal dadas) y Angulo por la izquierda (es la posición en la que menos rinde). Así las cosas, Güiza pilló un contragolpe, encaró a Cañizares, lo desnudó con un túnel y su pase atrás lo remachó Casquero, ya sin el portero valencianista, que ni siquiera trató de recuperar la posición. Esa imagen apática de Cañizares, humillado, fue dañina para los ojos valencianistas. Y euforizante para un Getafe que pasa a los cuartos de final por primera vez en su historia.

No contento con eso, Güiza volvió a aparecérsele en sueños a Cañizares, tras un pase largo de Cortés, y lo batió esta vez de cerca, a quemarropa, mientras el portero internacional se dejaba caer como un saco de arena. Quique entendió el mensaje: mejor pensar en otra cosa y dar descanso al exhausto Albelda. Schuster encadenó entonces los cambios de reconocimiento: primero, Güiza; después, Nacho, los héroes de la noche en Mestalla.

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