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Reportaje:

La campaña espiritual de Sarkozy

La carrera presidencial del conservador francés arranca con la visita al simbólico Mont-Saint-Michel

"He cambiado", fue su mensaje el domingo. Ayer, en busca de "espiritualidad" y de un símbolo "de la identidad de Francia", el candidato conservador a la presidencia francesa, Nicolas Sarkozy, arrancó su campaña electoral con una visita al Mont-Saint-Michel, la impresionante ciudadela gótica erigida sobre una gran roca frente a la costa, en el canal de la Mancha. Tildado de excesivamente urbano, en contraste con el supuesto halo bucólico que desprende su principal rival, la socialista Ségolène Royal, el ministro de Defensa eligió ayer como decorado una imagen de ensueño.

La silueta del Mont-Saint-Michel se recortaba contra la bruma cuando, rodeado de fotógrafos y periodistas, Sarkozy -sin corbata, con un jersey de cuello alto- inició su ascenso por las medievales callejuelas empedradas. "Es un encuentro con la naturaleza y con lo mejor que pueden haber construido los hombres", explicó. Una vez en la abadía, en lo más alto, fue recibido por la hermana Judith y el hermano François, de la Hermandad Monástica de Jerusalén que habita el lugar.

El candidato de la UMP encabeza el voto de las clases populares, según una encuesta

El aspirante a la presidencia de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) aprovechó para insistir en su reivindicación de la espiritualidad como un sentimiento perfectamente compatible con el laicismo republicano. En su opinión, el Mont-Saint-Michel "es simbólico del encuentro entre una república laica y una espiritualidad que ha contado enormemente en la historia de Francia".

A primera hora de la mañana, antes de coger el TGV hacia las costas de Normandía y Bretaña, Sarkozy visitó la sede desde la que se centralizará su campaña electoral, un gran espacio que fuera taller del modista Paco Rabanne en el distrito 10 de la capital francesa. Explicó que había hablado con el presidente Jacques Chirac -el gran ausente del pasado domingo- y dejó entender de forma un tanto ambigua que le había confiado sus intenciones en cuanto a presentarse o no a un tercer mandato. No hizo comentarios sobre las primeras polémicas que ha generado su discurso, el domingo, en el acto en el que fue consagrado candidato.

Desde el Partido Socialista, su primer secretario François Hollande le recriminó haberse apropiado de la figura de Jean Jaures, una de las figuras legendarias de la izquierda francesa. "Es el candidato de la continuidad, del déficit, de la violencia contra las personas", dijo el primer secretario socialista.

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Pero Sarkozy se limitó a decir que él no critica a nadie, "lo contrario que el PS, que me ha dedicado incluso un libro", en referencia al informe que el PS ha realizado sobre su programa electoral y su balance de Gobierno. El candidato conservador, parece claro, va a evitar el enfrentamiento directo con Royal. Las primeras encuestas parecen darle la razón. Según la del Instituto LH2 para Libération, se habría convertido en el preferido de las clases populares con un 19% en la intención de voto. Ségolène Royal sólo obtendría un 14% entre la clase trabajadora, incluso por detrás de la veterana candidata trotskista Arlette Laguiller.

El giro social que Nicolas Sarkozy ha impuesto a su programa parece darle resultados. Hace sólo un mes, el 55% de los franceses consideraban que Royal tomaba en cuenta mucho más las preocupaciones de las categorías más desfavorecidas, frente al 20% que pensaba lo mismo de Sarkozy.

El voto popular, el de las clases más modestas, es el más volátil. Puede pasar sin demasiados problemas de la extrema izquierda a la extrema derecha como ha sucedido con numerosos votantes del ultraderechista Jean-Marie Le Pen, que procedían de las filas comunistas.

El aspirante a la presidencia francesa de la UMP, Nicolas Sarkozy, posa ayer en lo alto de la abadía de Mont-Saint-Michel, en el noroeste de Francia.
El aspirante a la presidencia francesa de la UMP, Nicolas Sarkozy, posa ayer en lo alto de la abadía de Mont-Saint-Michel, en el noroeste de Francia.REUTERS

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