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Pollini dirige la Sinfónica de Galicia tres años después

El pianista italiano regresa mañana a A Coruña con dos conciertos de Mozart

El gran pianista Maurizio Pollini (Milán, 5 de enero de 1942) se pondrá una vez más al frente de la Orquesta Sinfónica de Galicia para interpretar, mañana en A Coruña, dos obras de W. A. Mozart representativas de distintas etapas de la trayectoria del compositor austriaco. El maestro italiano está universalmente considerado como una de las figuras más destacadas de piano en el siglo XX. Pollini no actuaba en A Coruña desde marzo de 2004.

A los 18 años, Pollini ganó el Concurso Chopin de Varsovia y grabó el Concierto para piano nº 1 de Chopin con tal combinación de precisión y poesía que todavía hoy no encuentra competencia. Desde entonces, sus interpretaciones se reconocen por su poderío técnico y sonoro y por una lucidez sólo al alcance de los más grandes.

Pese a haber cumplido ya los 65, Pollini se halla lejos de cualquier aburguesamiento o comodidad intelectual y sigue consagrado a la exploración constante en la música. Por eso estudia siempre que puede los manuscritos, al considerar poco fiables algunas ediciones actuales, profundizando hasta captar lo más íntimo de la obra. De ahí que cada concierto suyo sirva a crítica y afición como punto de partida para el debate de ideas.

La maestría del milanés es ejemplar y su rigor musical se aleja de la sensiblería, con la convicción de que no bastan técnica y sonido. Los elementos sonoros -melodías, ritmos, bloques y movimientos- le sirven para crear toda una estructura musical llena en sí misma de sentido y autenticidad. Pollini hace vivir en su verdad más resplandeciente cualquier música, desde Bach a Beethoven, desde Chopin a Boulez o Stockhausen. Su verdadera pasión es reencarnar la obra, hacer vivir en plenitud lo que soñó el autor.

En su forma de hacer hay una limpieza más allá de la técnica: es un concepto de la vida lo que se refleja en sus conciertos o en sus discos. Siempre ha sido además un artista socialmente comprometido. Con Claudio Abbado y Luigi Nono buscó nuevos modos de llevar la música contemporánea a auditorios de trabajadores. Hoy tiene un compromiso más solitario, centrado en ayudar a que se aprecie la música actual.

A Coruña recuerda bien su última actuación en la ciudad, el 12 de marzo de 2004. Tras los atentados de Madrid, retrasó la hora de inicio para no coincidir con la manifestación en rechazo del terrorismo y cambió el orden del concierto para pasar la obertura de Las bodas de Fígaro al inicio de la segunda parte. Su fina sensibilidad le hizo considerar que era demasiado festiva como principio de un concierto en aquellas circunstancias. Así, lo comenzó interpretando el Concierto nº 17, cuyo andante central es de una profundidad sobrecogedora ya desde sus primeros compases. Dejó el maestro aquella tarde una balsámica sensación de serena plenitud, tal fue la pureza de su interpretación.

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En el concierto de mañana interpretará también dos obras de Mozart, en una interesante muestra de dos diferentes momentos en la actividad compositiva del músico salzburgués. En primer lugar, el Concierto nº 12 en la mayor, KV 414, compuesto en 1782, una obra alegre y luminosa que refleja bien sus momentos de crecimiento personal, casi recién establecido en Viena y cuando los conciertos destinados a las academias - abonos organizados como empresario, en los que tocaba y dirigía sus propias obras- comenzaban a darle prestigio y dinero.

El Concierto nº 24 en do menor, KV 491 fue compuesto cuatro años más tarde. Su profundidad es fruto de la evolución de las composiciones de Mozart para las academias de abono y su tonalidad y temática los sitúan entre las de mayor entidad de sus obras, con el turbador inicio de su allegro inicial, el dramatismo del larghetto central y la contención del allegretto final.

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