Otro Madrid tan plano como el anterior
Capello envida con los jóvenes ante el Betis, pero el equipo se queda sin marcar por tercer partido consecutivo
Una vez atizada la hoguera en contra de la plantilla, Fabio Capello ha decidido adelantar el futuro del Madrid y, de paso, intentar garantizarse el suyo. En el ecuador de la temporada, desde la cúpula de la institución se ha desatado una catarsis -intencionadamente publicitada- en la que el vestuario ha servido como coartada ante los fracasos deportivos. Los mismos dirigentes y ejecutivos que enhebraron el proyecto el pasado mes de julio han puesto ahora en la diana a los jugadores que ellos mismos avalaron y cortejaron. Lo que evidencia un errático verano en los despachos, desde donde se contrató a un entrenador con máximos galones, a un técnico que debe buena parte de su costosísima reputación a sus supuestas dotes de mando. Un general, se decía, que asegura resultados y disciplina. Justo, se sostenía, la receta necesaria para militarizar una caseta displicente y caprichosa, exageradamente mimada desde la presidencia anterior. Seis meses después de la llegada de Capello, tanto el italiano como sus coriáceos lamentan la falta de compromiso de los futbolistas. Lo que revela que a Capello le han fallado sus presuntas dotes cuartelarias. Una vez que algunos de los principales causantes de los mismos han detectados los problemas, el club se ha propuesto cuajar un nuevo proyecto a cinco meses del final de curso. Un envite valiente, sin duda, que despegó ayer en Sevilla, donde Capello expuso a un equipo más juvenil. El resultado: otro Madrid plano en medio de un partido espantoso que al Betis poco le importaba.
BETIS 0 - REAL MADRID 0
Betis: Contreras; Melli, Nano, Arzu, Romero; Vogel (Assunçao, m. 73), Rivera; Maldonado (Capi, m. 74), Xisco (Fernando, m. 59), Wagner; y Dani. No utilizados: Doblas; y Miguel Ángel.
Real Madrid: Diego López; Torres, Helguera, Sergio Ramos, Roberto Carlos (Raúl Bravo, m. 10); Gago, Diarra; Reyes, Higuaín, Robinho; y Van Nistelrooy (Raúl, m. 73). No utilizados: Casillas; Cannavaro y Emerson.
Árbitro: González Vázquez. Amonestó a Xisco, Vogel, Wagner y Nano.
50.000 espectadores en el Ruiz de Lopera.
Con Gago, el Madrid parece haber encontrado un faro, alguien que dé sentido al juego
Despejado Beckham, con Ronaldo en la sala de embarque y Raúl en el banquillo, frente al Betis el técnico italiano echó un vistazo al horizonte. Por mucho que fuera la Copa, un torneo que la mayoría de los equipos se toman a chirigota hasta la final, la alineación de Capello fue un guiño al presente inmediato del club: Gago, Higuaín, Robinho, Reyes, Diarra... Tan sólo tres jugadores de ayer: Van Nistelrooy -el único nueve de la plantilla al margen de Ronaldo-, Helguera -tan resucitado que está varios peldaños por encima del oscarizado Cannavaro- y Roberto Carlos -obligado por la lesión de Marcelo, su sucesor inmediato-. Enfrente, el Betis, enredado en la Liga, sí que exhibió a un pelotón de teloneros. Suficiente para gobernar, sobre todo en el primer tiempo, a este Madrid que Capello y sus mentores quieren acunar por la vía rápida.
En Sevilla, el Madrid no corrigió un milímetro su decepcionante apuesta de los últimos tiempos. El equipo no tiene un guión, juega mal. Vacila en defensa, no tiene imaginación y no remata. Más allá de las cuestionadas verbenas del vestuario, el Madrid tiene un problema futbolístico. Y algunos casos son graves: pese a su plenitud física, Diarra, tan confuso él con y sin la pelota, no mejora en nada al decadente Emerson; de Reyes no hay noticias desde que su morriña le devolvió a España; Van Nistelrooy, más estilizado que Ronaldo, recorre tantos metros como el brasileño, pero asusta mucho menos; y Robinho ni se encuentra ni le encuentran. Todos ellos, con Reyes al frente, fracasaron ante el Betis B, al que la adrenalina que destila Luis Fernández y la sabiduría de Rivera en el eje le bastaron para apurar al Madrid. Y si no empinó la eliminatoria, pese a tener las mejores ocasiones, es porque los recursos de este Betis son tan limitados que su nuevo técnico ha achicado el campo un metro por cada lado. Los pocos que tiene debe empeñarlos en la Liga, donde se ha metido en el agujero desde el inicio.
Del giro capelliano, Gago fue lo mejor. El Madrid por fin parece haber encontrado un faro, alguien que dé sentido al juego. Y ése es Gago, al que le falta ajustar el punto de mira, pero que apunta una cualidad esencial: tiene una jerarquía impropia para un parvulario recién llegado. Gago es de esos jugadores que se sienten capaces de domar los partidos, por ello reclama la pelota a quien sea, sin importarle la heráldica. Sabe jugar en corto y en largo, y tiene la pierna fuerte, como demostró en varias broncas con los béticos. Más frío y estilista, Higuaín apenas dejó rastro. Aunque su punto de partida debía ser la media punta, el ex de River se acomodó siempre que pudo cerca de Van Nistelrooy, como si se sintiera más protegido en las cercanías del área. A Higuaín tampoco le ayudó mucho la dimisión de Robinho, y mucho menos la desastrosa actuación de Reyes, un sevillista irónicamente aliado con el Betis, al que regaló la pelota una y otra vez. Reyes lleva camino de convertirse en otro problemón para Capello. Para suerte del italiano, en Torres, su lateral derecho ayer, sí parece tener un recambio para Salgado, otro de los desterrados. Pero a la espera de que dé con la tecla en este cambio de tuerca que le ha ordenado la entidad, lo cierto es que el Madrid lleva tres partidos seguidos sin marcar. Y en el Madrid el futuro es mañana.
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