Un lucense intenta batir un récord de velocidad en bici en el polo norte
El aventurero, para reducir peso, no llevará tienda de campaña
El aventurero Jesús García Juanes, un periodista metido a cunicultor, intentará batir el récord de velocidad en una travesía polar en autonomía para llamar la atención sobre el cambio climático. Utilizará una bicicleta especial en la que transportará todo lo que necesitará para sobrevivir a lo largo de 15 días, excepto el agua, que recogerá en las superficies heladas. Mañana realizará una prueba sobre una pista de hielo en Lugo.
García Juanes, afincado en la localidad lucense de Castroverde, donde dispone de una coqueta cabaña, tiene 46 años y ya muchas aventuras a la espalda. Dio 200 vueltas a la muralla romana de Lugo, en 4 días, para reclamar su declaración como patrimonio de la humanidad; recorrió en bicicleta, en dos días, el Camino Francés de peregrinación a Santiago desde Roncesvallles, para reclamar más donaciones de sangre; subió al Kilimanjaro semidesnudo y, más recientemente, caminó 1.002 kilómetros arrastrando un carro para reivindicar un uso más racional del consumo de agua.
De todas formas, el récord de la travesía polar se ha convertido en una de sus grandes obsesiones. Lo intentó en 2003 con un trimarán, adaptado con tres cuchillas para deslizarse sobre el hielo, pero no lo pudo conseguir por falta de viento. Un español, Ramón Larramendi, al que Juanes cataloga como "un gran explorador polar", tiene el récord de velocidad de la travesía, con una media de 72,5 kilómetros diarios que tendrá que superar para batir el récord.
Juanes trabaja estos días en la confección del velocípedo. Inicialmente entrenará con una rueda trasera de clavos que le enviaron desde Finlandia; en la delantera instalará un esquí recortado. Mañana probará el invento. Si no funciona, sustituirá el esquí por otra rueda de clavos.
El 4 de marzo partirá hacia Helsinki y allí elegirá la ruta. "Lo que más me gustaría sería cruzar toda Finlandia empezando por la zona de los mil lagos", confesó el aventurero. Si la situación no es propicia, se trasladará hasta el Círculo Polar Ártico y allí diseñará una ruta "en forma de estrella". Otro de sus objetivos es acabar el recorrido antes de las cero horas del 21 de marzo, así constará que realizó la travesía en pleno invierno.
Lo ideal sería una bici de aluminio, pero "se va a los 6.000 euros y no dispongo de esa cantidad", confiesa. Utilizará un velocípedo más convencional, sin amortiguaciones de gas porque "se pueden congelar". Estudiará la posibilidad de reducir peso sustituyendo un plato, eliminando el freno delantero y recurriendo a un cambio manual.
Pedaleará sobre lagos y ríos helados, nieve y temperaturas bajo cero. Pero esto no es lo que llama más la atención. Lo realmente impresionaante es que no llevará tienda: dormirá en un saco a la intemperie. Comerá algo caliente, pero la base de su alimentación será en seco. "Sé que lo puedo conseguir", dice.
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