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Columna
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Detalles de la memoria

El año en que tras salir de Irak todo iba a arreglarse para unos; o el año en que todo estaba a punto de romperse para otros, ya se termina. En todo caso, como diría el escritor Manuel Rivas, han sido 365 días donde, en contra de lo que ha ocurrido en otros países aburridos, nos hemos tomado hasta los sustos en serio. Hemos vivido el año del estás conmigo o contra mí. El año del tránsito desde el pensamiento único o dos únicos pensamientos. Un 2006 de adhesiones inquebrantables y de la consolidación de la ideología del pollo, el animal que es capaz de continuar pensando unos segundos después de que le hayan cortado la cabeza.

Termina el año en que, como en aquella película Atrapado en el tiempo, algunos ciudadanos han salido a la calle convencidos de que estaban viviendo las mismas idénticas mañanas, asustados por quienes sobre ellos proyectaban las mismas sombras de antaño. Acaba el año en el que otros ciudadanos salían a la calle para festejar el ingenuo nuevo arco iris de la España plural. Concluye el año y la vida sigue casi igual. Todo aquello a lo que nos hemos dedicado con empeño sigue siendo completamente accesorio.

Hace algunos meses deambulaba por Internet un manifiesto en contra de la existencia de un solo anverso y un solo reverso, de una única cara y de una única cruz. En contra de que lo blanco sea blanco un día y negro al día siguiente. Era un manifiesto a favor de verlo todo y no tan solo una parte, pese al riesgo de que uno se quede bizco, tuerto o, directamente, tonto. A favor de equivocarse, rectificar o cambiar de opinión. A favor de sostenerla y a favor también de enmendarla cuando sea necesario.

Bueno será recuperar desde el espíritu de este manifiesto algunas reflexiones que tienen nombre propio. Como la de Fernando Savater: "Yo no soy posmoderno. Yo creo que hay cosas que son verdad o que están bien, y otras que no. Si el Papa dice que hay que abolir la pena de muerte o que dos y dos son cuatro, yo estoy a favor del Papa sin dudarlo. Pero cuando empieza con el dogma de la Santísima Trinidad y de ahí en adelante, ¡ay!, ya empezamos a separarnos. Y es que no creo que debamos regir nuestras opiniones por el miedo a coincidir con otras personas, sino por el miedo a no coincidir con la verdad".

En este año en que se ha hablado tanto, como viene siendo habitual con el punto de vista equivocado, de nacionalismos excluyentes, de nuevas realidades nacionales y de reformas estatutarias, el escritor portugués José Saramago recordando que lo importante no es dónde se nace sino dónde se vive, decía en una entrevista en El PAÍS: "No todos tenemos un abuelo que cuando se iba a marchar a Lisboa para morirse pasó antes por su huerta para despedirse de sus árboles. Si olvidas algo como eso eres un idiota. Si no te alimentas de eso te estás perdiendo algo. Eran tan tiernos... Ponían los cerditos en la cama con ellos cuando estaban enfermos para que no se murieran. Tres o cuatro a la vez, debajo de la misma manta que ellos utilizaban. Con ese pasado, algo tenía que pasar".

En este año 2006, que ya se despide, hubo muchas víctimas. Las del terrorismo se manifestaron; unas cargadas de razón y otras con menos razón. Se multiplicaron las víctimas de siempre, por ejemplo las del hambre que mueren en cayucos. Triste y sorprendentemente también se incrementaron las víctimas de la violencia de género que mueren en sus casas. Ha seguido imparable el número de víctimas de la guerra que mueren en Irak; tan imparable como las víctimas de la intransigencia religiosa que mueren matando. Y hemos sumado otras víctimas: las de la corrupción urbanística y las de los desmanes políticos. También las de Afinsa y las de Air Madrid. Todas víctimas de la gente que se hace insoportablemente rica legalmente o millonaria de forma ilícita.

Estos detalles solo pretende adherirse, desde la memoria de este fin de año, a ese manifiesto de Internet que denuncia la iniquidad que existe en el mundo. Que persigue el doble rasero y los triples tirabuzones con piruetas hacia atrás. Ojalá que en 2007 los artistas de tantas imposturas se caigan en uno de los saltos.

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