A Riquelme se le acaba la bula
El Villarreal se cansa de los caprichos de su estrella, en horas bajas
A Riquelme se le acaba la bula. Fernando Roig ha dicho basta. Harto de los caprichos de la estrella del Villarreal, en la actualidad en horas bajas, el presidente de la entidad castellonense ha dado un puñetazo en la mesa para dejar claro quién ejerce la autoridad. "Riquelme es un jugador que tiene que cumplir lo que el club dice y nada más. Si no está dispuesto a hacerlo tendrá muchas dificultades con el presidente del Villarreal. Si no lo hace, veremos qué pasa", advirtió Roig el jueves tras dar a conocer la aprobación del presupuesto de 56 millones de euros para el presente ejercicio. Conflictos internos por la división de la plantilla entre suramericanos y nacionales, choque de egos y la fría relación de alguno de los jugadores, entre ellos Riquelme, con el técnico Manuel Pellegrini, están minando la convivencia y el juego del Villarreal.
El argentino pide más vacaciones y amenaza con no presentarse, y el presidente ha dicho basta
El detonante de la ira de Roig vino por la propuesta del plantel de prolongar en tres días las vacaciones navideñas. Tras la humillante derrota ante Osasuna en El Madrigal (1-4), Roig alargó la estancia de los jugadores y técnicos en el vestuario por una hora. Nadie se salvó de la filípica del presidente, incluido Pellegrini. El bajo nivel individual de la mayoría de futbolistas del Villarreal no fue óbice para que estos reivindicasen más tiempo de asueto. A la cabeza de la rebelión se puso Riquelme, que ha amenazado con no presentarse el próximo día 29, fecha en la que están citados los jugadores para reiniciar los entrenamientos. En el club castellonense quieren evitar que se repita lo sucedido la temporada pasada, cuando a los jugadores, tras 11 días de descanso navideño, les costó coger el ritmo físico, fueron eliminados de la Copa del Rey por el Valencia y perdieron varios partidos en la Liga.
Riquelme ya sabe cómo se las gasta su presidente. A su amigo Sorín le enseñó en el pasado verano la puerta de salida del Villarreal. El lateral izquierdo de la selección argentina dosificó sus intervenciones en el equipo la pasada temporada en función de la importancia de los envites -se recuperaba siempre milagrosamente para los partidos de Liga de Campeones-, para llegar fresco al Mundial de Alemania. Ello, unido a su mala relación con Pellegrini, apoyado por su compatriota Riquelme, le costó su marcha al Hamburgo.
Fichado al Barcelona en el verano del 2005 por 10 millones de euros, Riquelme cumple con su segunda temporada en el Villarreal como jugador en propiedad, tras dos temporadas jugando cedido en el club castellonense. En su primera campaña vestido de amarillo, el ex jugador de Boca Juniors motivó, de manera subliminal, la renuncia de Benito Floro, entonces entrenador del Villarreal. El técnico asturiano tildó de inconstantes a un 60% de la plantilla, entre el que figuraba Riquelme. Floro esgrimió "incapacidad de maniobra dentro del club para sacar más rendimiento al equipo". Riquelme ganó el pulso.
A Fernando Roig le ha entrado tortícolis de tanto mirar hacia otro lado ante los caprichos de su estrella. Riquelme decide su presencia y sus ausencias en los entrenamientos y en los partidos. El argentino es especial. Le mueven sus sensaciones. Desde su llegada al Villarreal, entre partido y partido, en pocas ocasiones ha completado una semana entera de entrenamientos. Él decide si su estado físico es el idóneo, sin la ayuda de ningún preparador. Si está bien para jugar (ante el Racing el pasado miércoles se ausentó por una supuesta dolencia), o si, tras una lesión, tiene que recuperarse en Argentina. Todo se le consiente. Incluso, hace escasamente un mes, ausentarse más de una semana para marcharse a su país y estar al lado de su mujer en el nacimiento de su tercer hijo.
A Riquelme se le ha dispensado un trato de estrella en el Villarreal. Hasta los recuperadores del club son argentinos, para que se sienta como en casa. Su carácter introvertido y su actitud ambigua y distante van en la paga del divo. Su enorme calidad ha omitido sus rarezas. Sin embargo, tras el lanzamiento de penalti fallido en la semifinal de la Liga de Campeones ante el Arsenal y su discreto Mundial con la selección argentina -las críticas recibidas en su país han hecho que renuncie a jugar en la albiceleste-, Riquelme, más melancólico que nunca, ha menguado sus prestaciones. El Villarreal ha decaído en su juego y en los resultados. Y Fernando Roig se ha cansado de mirar hacia otro lado. Ha dicho basta. Aviso para navegantes.
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