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Dos años sin películas en el histórico cineclub de Ourense

La agonía del Cineclube Padre Feijoo comenzó dos años atrás. Fue en 2004 cuando la directiva decidió suspender la programación regular, continuada desde su fundación hace 36 años en Ourense. Sólo el pasado mayo encendieron otra vez el proyector para un ciclo de películas sobre derechos humanos. Pero no lo hicieron en su local habitual, el salón de actos de la Casa da Cultura, sino en un espacio privado.

"La falta de un lugar donde exhibir las películas", explica el presidente del cineclub Henrique Torreiro, "es nuestro principal problema". Los dos proyectores que funcionaban en la Casa da Cultura resultan demasiado antiguos. "Las máquinas se estropean y ya no es fácil encontrar recambios", explica Torreiro. Y afrontar la sustitución de los aparatos de proyección no cuadra con las cuentas del cineclub. "Es un gasto que ya no somos capaces de sufragar", asegura su presidente, "y la indiferencia institucional nos deja en esta situación de parálisis".

El Ayuntamiento de Ourense había prometido una sala para el cineclub en el nuevo auditorio. "No tenemos constancia de una maniobra política en relación a nosotros, simplemente se trata de falta de interés", afirma Torreiro, quien ya no guarda esperanzas sobre la propuesta municipal. La Consellería de Cultura, por su parte, continúa las reparaciones en la Casa da Cultura, pero no se ocupa de los proyectores. Además, las nuevas dotaciones en material audiovisual no le sirven al Cineclub Padre Feijoo. "La consellería equipa sus centros con herramientas de vídeo, y eso, obviamente, no es lo mismo que un proyector de celuloide", señala Henrique Torreiro.

Lógica industrial

Los 140 espectadores que solían acudir a las sesiones del cineclub se encuentran sin alternativa. El cierre temporal de la única pantalla de Ourense donde aún no dominaba la lógica industrial deja a la ciudad sin salas que emitan cine en versión original. Y las consecuencias van más allá. Para Torreiro, que también dirige la Federación de Cineclubes de Galicia, en el cineclub no sólo nacen inquietudes cinéfilas. "Si existe algo así como un cine gallego, se debe en buena medida a la actividad histórica de los cineclubs", opina.

El movimiento cineclubista tiene sus orígenes en la Francia de los años veinte. Luis Buñuel importó el fenómeno y fundó en Madrid, junto a gentes como el cineasta de Cartelle (Ourense) Carlos Velo -autor en 1936 de la piedra inaugural del cine gallego, Galicia-, el primer cineclub español. Pero no fue hasta mediados del siglo XX que las salas alternativas de cine llegaron a Galicia.

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La apertura del Cineclub Pontevedra en 1954, todavía en activo, marca el inicio del cineclubismo gallego. Alrededor de una veintena de cineclubs sobreviven en la actualidad, agrupados en la Federación Galega de Cineclubes.

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