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Reportaje:El transporte en Navidad

Sebastián o la seducción del autobús

El candidato socialista se sube a un vehículo de la EMT para criticar el plan de movilidad de Gallardón y la falta de taxis por la noche

Daniel Verdú

Que Madrid vuelva a seducir. Ése es uno de los principales objetivos del candidato socialista a la alcaldía, Miguel Sebastián. Y ayer, en esa reconstrucción del ritual amoroso de la ciudad hacia sus ciudadanos, le tocó al autobús cargar con la responsabilidad del desamor. Acaso porque el metro ya tiene muchos novios, el candidato se subió al 36 y recorrió la ciudad desde Lucero hasta La Latina. A menos de seis kilómetros por hora y repleto de viajeros. Eso sí, aprovechó los 35 minutos de viaje para departir con ellos. Toca bajar a la arena.

Puntual y en metro llega Sebastián desde Ferraz a la cita. Le acompañan el portavoz socialista, Óscar Iglesias, y el concejal Manuel García-Hierro. Extremadamente educado saluda a la prensa y a algunos vecinos. "A ver si tenemos suerte", le suelta una señora después de estamparle el carmín en la mejilla. "Depende de vosotros", le contesta él.

El viaje demostró que la velocidad del transporte no llega a los seis kilómetros por hora

Frente a la parada del 36, Sebastián aprovecha para empezar a anunciar su plan de choque. "El autobús debe volver a seducir", dice. Y para ello, el candidato piensa, en primer lugar, aumentar la edad límite del abono transporte de 21 a 26 años. Pero eso cuesta dinero, 44 millones de euros. "Lo mismo que cuestan 80 metros de la M-30 o la campaña de autobombo del Ayuntamiento", resuelve él. Pero eso ya lo propuso Simancas en la campaña de 2003. Pocas novedades para empezar. Además, la medida debería estar cofinanciada por Ayuntamiento y Comunidad.

En la marquesina del autobús se abre el turno de ruegos y preguntas. Sebastián se coloca al lado de una vecina y ésta aprovecha la inmejorable ocasión. "Yo me levanto cada día a la seis y media para ir a trabajar. A veces espero el autobús hasta 45 minutos", protesta sin el menor rastro de estar seducida por la EMT. Él promete tomar medidas.

Llega el autobús. Empujoncitos y para arriba. El candidato sigue insistiendo en las bondades del proyecto de una ciudad sostenible donde impere la calidad de vida. ¿Ejemplos? "Roma, Londres o Barcelona". ¿Medidas concretas para lograrlo? "Ya os lo contaremos más adelante".

El autobús, efectivamente, avanza lento y torpe por el pequeño caos matinal. "Y no estamos en la hora más conflictiva", apunta García-Hierro, encargado ocasional del cálculo de la velocidad. "Circulamos a menos de seis kilómetros hora, la velocidad más baja de los últimos años", explica el candidato.

Por las ventanillas discurren las tradicionales aceras madrileñas, colonizadas por andamios y contenedores de escombros varios. Los transeúntes, acostumbrados, las esquivan con soltura. Sebastián se percata y anuncia que quiere para Madrid zonas de paseo, como en Oviedo, en Zaragoza o en Barcelona. Aunque tampoco especifica si eso tiene o no algo que ver con la peatonalización del centro.

Y como de movilidad va la excursión, le llega el turno al taxi y al desafío madrileño de conseguir meterse en uno las noches del fin de semana. Sebastián dice sufrirlo en sus carnes de candidato. "El pasado fin de semana me fue imposible conseguir uno desde la calle del Barquillo". Pero no aporta soluciones, de momento. Eso sí, de su adversario el 27 de mayo, dijo que es "el Alcalde Sin". "De las obras sin explicar, el alcalde de las promesas sin cumplir y el alcalde de la deuda sin control".

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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