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Reportaje:

Esparadrapo para un campeón

Barriola, tras casi dos años de lesión, se enfrenta a Irujo en la final del Cuatro y Medio

Abel Barriola (Leitza, 1978) se zurce la mano derecha con esparadrapo, casi igual que su espíritu, tanto o más herido que sus dedos. Hasta 2002, el zaguero no necesitaba más cuidados que el de aprender a llevar con donosura las txapelas que conquistaba. Pero empezó el declive y su diestra comenzó a quedarse fría, como un témpano. La peor noticia para un pelotari es no poder sentir el cuero en sus manos. Y Abel ya no notaba nada. Si acaso, dolor y la constancia de la falta de fuerza en su extremidad. Los médicos le diagnosticaron fibrosis entre sus dedos corazón y anular. Era 2004 y Barriola pasó a la contracancha, el limbo de los profesionales, saltando de las tablas al frontón en un par de ocasiones. Físicamente en buen estado, sin embargo no podía acercarse a la esférica esencia del deporte que tanto ama.

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El coleccionista de 'txapelas'

Durante dos años

Desde la grada o desde su casa vio la eclosión de una nueva generación de pelotaris. Casi dos años sin poder evaluarse frente a los más grandes, 600 días de sufrimiento y frustración. Mientras, los campeonatos del Cuatro y Medio en 2001, el manomanista de 2002 y el Cuatro y Medio navarro 2002 engrosaban las listas del olvido. Entre la última final en la que concurrió y la lesión de 2004, Barriola pasó con más pena que gloria por los frontones. "Creo que fui débil psicológicamente. Me afectó muchísimo la presión del campeón. No pude aguantarla e hice 'crack'. Perdí el norte. Entrenaba mucho, pero no sabía para qué ni cómo. Era una obsesión", resume. Sólo una aparición, cómo no, en el campeonato del Cuatro y Medio, cuando perdió la final contra Olaizola en 2004 hizo vislumbrar algo de esperanza. Pero llegaron la lesión y los esparadrapos. "He pasado dos años muy malos en los que he sufrido mucho. Un día aguantas, dos también pero luego ya dudas, lo pasas mal", comenta.

Hasta que, este año, Barriola reapareció con unos espectaculares tacos en su diestra y ansias de victoria en la mirada. Cuando nadie apostaba por él, comenzó a pasar por todos los peldaños de la escalera y, lo más difícil, eliminó a Aimar Olaizola, su antigua bestia negra, y a Titín III en la liguilla de semifinales. Para colmo, no lo hizo con medianías, sino por todo lo grande, demostrando un enorme saque y capacidades rematadoras poco habituales en un zaguero. Hoy (18.15 horas ETB1), en el frontón Ogueta de Vitoria podrá vengarse de la única derrota sufrida en el torneo, precisamente frente a Martínez de Irujo. Pero, sobre todo, Barriola se juega la reentrada en el olimpo pelotazale venciendo en el torneo que más alegrías le ha aportado.

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