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Reportaje:Conflicto en el sector aéreo

Sin vuelta a casa por Navidad

Centenares de pasajeros que deberían haber volado ayer reciben la suspensión de Air Madrid con indignación en Barajas y El Prat

Hacía cola viendo al resto de pasajeros que facturaban sus equipajes. Cuando llegó el turno de Marcela Bandi, la azafata de Air Madrid que les atendía se levantó y, sin mediar palabra, la dejó a ella y a sus cuatro familiares tirados con sus maletas. Eran las cinco de la tarde de ayer cuando esta argentina residente en Mallorca se dio cuenta de que no despegaría el avión de Air Madrid con destino a su país, que no pisaba desde hace siete años.

Tras la incredulidad inicial, las caras tristes de medio centenar de afectados llenaban la zona de facturación de la compañía en el aeropuerto de Barajas. Sorprendentemente, los viajeros frustrados, que deberían haber salido a las 23.40 a Buenos Aires, no parecían enfadados. Ni gritaban ni insultaban. Simplemente tenían la mirada perdida; muchos de ellos con lágrimas en los ojos.

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A pesar de que las pantallas a las 18.30 todavía informaban de la salida de su vuelo, el 1251, para la madrugada, todos ellos ya sabían que la compañía creada hace casi dos años acababa de suspender todas sus operaciones. Parecían más afortunados los que iban a París. Se supone que volarían en el último avión operado por Air Madrid, pero tampoco ellos tuvieron suerte: después de una hora pacientemente sentados en sus plazas, fueron desembarcados. A última hora de la tarde, Fomento informó de que entre ayer y hoy recolocará a 600 pasajeros con destino a Buenos Aires. El ministerio fletó ayer un jumbo con 470 pasajeros, y prevé que los restantes 130 salgan hoy.

Los que, como Marcela, querían protestar tenían que tragarse su indignación, ya que ningún responsable de Air Madrid se acercó para darles alguna explicación; y la oficina de la aerolínea en Barajas estuvo cerrada toda la tarde. Frente a la persiana bajada, la única información era un cartel en el que el Ministerio de Fomento anunciaba que "es posible" que Air Madrid no realice ningún vuelo a partir de diciembre.

Marcela, apoyada en el carrito portaequipaje, contaba que, después de siete años sin verla, tenía preparada una sorpresa para su hermana. "Ella creía que a Buenos Aires llegaría sólo mi madre, pero con ella íbamos mi marido, mis dos hijos y yo. Pero los que nos hemos llevado una sorpresa hemos sido nosotros", dice esta mujer, que pagó en febrero 3.500 euros por los cinco billetes. Si ahora se queda sin ellos, dice, no puede ni soñar con comprar otros.

Pablo y Maite parecen no creerse lo que les acaba de pasar. Esta pareja de recién casados tenía previsto pasar 20 días de luna de miel en Buenos Aires, la ciudad natal de él. "Nos casamos el 29 de octubre, pero preferimos posponer nuestro viaje hasta ahora, para poder pasar las Navidades con la familia de Pablo", explica Maite, que tiene que dejar de hablar unos segundos para no echarse a llorar. Los dos decían no tener ni idea de lo que iban a hacer, que nadie les había explicado nada. Por no saber, ni siquiera sabían dónde iban a pasar la noche: "Hemos venido de Barcelona y en Madrid no conocemos a nadie. No nos han dicho si nos van a ofrecer un hotel ni cuándo podremos ir a Buenos Aires".

Lo que más exasperaba a muchos era el trato recibido por Air Madrid. Cristian, su mujer y su bebé de 18 meses habían hecho escala en Madrid, procedentes de Roma, para viajar a Buenos Aires. Como sus familiares argentinos le habían avisado de que la licencia de la aerolínea pendía de un hilo, en el aeropuerto de la capital italiana preguntó a los operarios de Air Madrid si saldría su vuelo a Argentina. "Está todo bien, no hay ningún problema", le respondieron. Mientras mece a su hija, Jazmín, Cristian dice que si llega a saber lo que iba a pasar, se habría quedado en Roma, aunque perdiera los pasajes, "porque con una criatura de 18 meses no se pueden hacer estas cosas". Pero lo que, sin duda, más pena le daba era pensar que los abuelos de Jazmín no pudieran conocerla estas Navidades. "Espero que alguien de Air Madrid dé la cara. Ya no por mí, sino por mi hija y por todos los nenes que están acá", decía como despedida.

En Barcelona, más de 150 pasajeros del vuelo de Air Madrid 1253 a Buenos Aires, que debía partir a las 21 horas, permanecieron toda la tarde de ayer haciendo cola frente a un mostrador de facturación cerrado. A las 17.30 horas el personal de la compañía clausuró el mostrador, así como la taquilla de venta de billetes, ante la impotencia de los clientes, que no recibieron ninguna explicación sobre si podrían o no viajar.

El desconsuelo y la idea de quedarse en tierra, que para muchos significaba perder la oportunidad de encontrarse con sus familias después de más de un año sin verse, hizo que algunas personas rompieran en llanto. Otras reaccionaron con rabia: "Son unos sinvergüenzas. Alguien tiene que responder por todo esto", decía exasperado Eduardo Raúl Tripodei. Pagó 950 euros por el billete hace unos meses, cuando nada indicaba que la compañía podría dejar de operar. Algunos sí que habían contemplado la posibilidad de sufrir retrasos, improviso que nada tenía de malo al lado de no llegar a Buenos Aires. "Que nos devolviesen el dinero no nos serviría de nada. Tenemos que viajar", dijo Belén Guercio.

Tito Centeno se aseguró ayer en su agencia de viajes de que Air Madrid le daría servicio: "Me aseguraron que garantizaban el vuelo. Tengo que ir a ver a mi familia", explicó. Buena parte del pasaje rellenó hojas de reclamaciones.

"Nadie se ha atrevido a decirnos nada. Air Madrid está cerrado y AENA no informa", se quejó Alberto Martínez, que explicó las dificultades por las que había pasado para lograr que él y su mujer tuvieran vacaciones al mismo tiempo para poder volver con su hijo a Buenos Aires por unas semanas. "Está bien que Fomento tome medidas contra Air Madrid, pero no de esta forma", afirmó Fernando Feero.

Por fin un anuncio por megafonía alivió la exasperación que había en el ambiente. Un avión les transportaría a Madrid, donde otra aeronave habilitada por el Ministerio de Fomento les transportaría hasta su destino. La noticia fue recibida con aplausos y sonrisas de descanso. Al poco, otra pregunta surgió: "¿Y qué haremos a la vuelta?", se preguntó Alicia Campana con preocupación.

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