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Reportaje:Récord en Barajas

Caminatas y esperas en la terminal más luminosa

Diez meses después de su apertura, el 'nuevo Barajas' acumula premios internacionales y quejas por los tiempos de espera

Luis Doncel

No los conocía, pero a Álvaro Valle le parece muy bien que la Terminal 4 de Barajas haya recibido en el último mes y medio tres premios, entre ellos el Stirling -concedido por el colegio de arquitectos británicos-, el IstructE 2006, que le otorgó la Institución de Ingenieros Estructurales y el del Ayuntamiento de Madrid, la semana pasada. Le parece muy bien, pero lo que a este traductor de 27 años realmente le preocupa son los 50 ó 60 minutos que tiene que esperar por sus maletas cada vez que visita a sus padres en Budapest.

Siempre que ha reclamado, AENA responsabiliza a la compañía húngara con la que suele volar. Pero fuentes del aeropuerto reconocen que cuando hay que transportar el equipaje del edificio satélite a la T-4 (para salir o llegar de países en los que se necesite el pasaporte), las esperas han aumentado una media de 18 minutos. Según Álvaro, la situación ha ido mejorando en los últimos meses: desde mayo, cuando se pasó una hora y media viendo maletas de otros pasajeros en la cinta transportadora, hasta un mínimo de 45 minutos. A pesar de soportar ahora menos momentos tontos en el aeropuerto, todavía, dice, es mucho tiempo. Demasiado.

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Además de la espera por las maletas, Álvaro se queja de las largas caminatas para llegar a su puerta de embarque o hasta la zona de recogida de equipajes. Como hace unos días, cuando volvía de Budapest con su madre. A última hora, ella decidió quedarse en Hungría porque no se encontraba bien. "Y menos mal que no viajó", cuenta Álvaro, que tardó casi media hora desde la salida del avión hasta la zona de recogida de equipajes: "Nos hicieron pasar por una ratonera, subiendo y bajando escaleras, cruzando pasillos larguísimos; y encima, en todo este recorrido sólo pasamos delante de unos servicios".

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Javier Manterola, premio Nacional de Ingeniería en 2002, se confiesa "sufridor", más que usuario, de la nueva terminal. Manterola no sólo critica los "horribles" desplazamientos de al menos 20 minutos, sino también la propia estructura del edificio. La entrada única para el área de embarque es, según este especialista, la responsable de los paseos que padecen los viajeros. Miguel Ángel Oleaga, director de Barajas, explica que esta única entrada responde a motivos de seguridad, economía y de mayor comodidad para los usuarios. Y continuando con la seguridad, Oleaga asegura que las medidas adoptadas que impiden a los pasajeros llevar más de 100 milímetros de cualquier líquido en el avión no han originado retrasos en Barajas.

Respecto a la estructura del edificio, Manterola opina que el proyecto del británico Richard Rogers y el español Antonio Lamela es una "ocasión perdida" y pone como ejemplo de trabajo solvente el aeropuerto de Kansai (Osaka, Japón), terminado por el italiano Renzo Piano en 1994.

A la hora de quejarse, los usuarios de la T-4 mencionan principalmente dos aspectos: los accesos y las esperas. El portavoz de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) de Madrid afirma que de la avalancha de reclamaciones de febrero -entre cinco y diez diarias- se ha pasado a un goteo de protestas por las tardanzas en recibir las maletas y las caminatas. Oleaga coincide con que en los primeros momentos se produjo un pico de reclamaciones, pero sus números son inferiores a los de la CECU: 255 pasajeros por cada millón rellenaron un formulario de protesta. Es decir, 6.375 personas cuando se cumpla un año de la nueva terminal, que habrán usado 25 millones de personas.

Según la CECU, con los ratios de espera por maleta y los tiempos de desplazamiento el nuevo Barajas se pone al nivel de otros grandes aeropuertos europeos, como el londinense Heathrow. Oleaga cita tres causas como las que más enervan a los que llegan o salen de Madrid: el sistema de información, la escasa señalización y la espera por las maletas.

Entre los problemas relacionados con los accesos, la ausencia de metro es el más mencionado. La Comunidad de Madrid se negó a financiar la conexión por considerar que era el Ministerio de Fomento quién debía conectar las grandes infraestructuras del país. A pesar de que el Gobierno central nunca ha pagado ni un centímetro de metro, la presidenta regional Esperanza Aguirre siguió en sus trece hasta poco antes de la inauguración de la T-4, cuando cambió de parecer. "Hemos actuado de forma diligente", manifestó. El resultado de este rifirrafe político es que los ciudadanos tendrán que esperar hasta mayo de 2007, 15 meses después de su apertura, para llegar a una instalación que ha costado al Estado 6.200 millones de euros, un 1146% más de los 541 millones previstos en un primer momento.

Hasta que finalicen las obras, sólo se puede ir a la nueva terminal en taxi, autobús o coche. En transporte público hay dos opciones: o bien ir en metro hasta el aeropuerto y allí coger un bus lanzadera, gratuito; o bien seguir en el tren una parada más, hasta Barajas, y subirse en el servicio especial, de pago.

Con los accesos por carretera también ha habido polémica. Mientras que las señales de tráfico colocadas por Fomento en la A-2 incitan al conductor desavisado a ir por la carretera de peaje y pagar 1,55 euros, este periódico hizo la prueba y confirmó que el acceso gratuito es el más rápido. Del problema de los accesos ya se han dado cuenta hasta los publicistas: algunas aerolíneas presumen en sus anuncios de operar desde las antiguas terminales.

Y de los accesos, al capítulo de las esperas. Porque el nuevo Barajas ya ha acuñado una estampa habitual: pasajeros desesperados, arrastrando su equipaje de mano a la carrera, pendientes del cartel que indica los minutos que le quedan para llegar a su puerta de embarque, que puede llegar hasta la media hora. Es lo que le pasó a Gina, de 31 años, cuando voló a Bolonia hace un mes. Después de comprar unos regalos, se dirigió a su puerta 15 minutos antes de la hora de embarque. Cuando miró el cartel informando de que le quedaba un paseo de 25 minutos, se dio cuenta de que en la T-4 no funcionan los mismos parámetros que regían en el antiguo Barajas. Llegó justo a tiempo para no perder el vuelo, pero a costa de un buen sofocón.

Para la vuelta, Gina tiene una recomendación: "Avisar a la persona que te vaya a buscar, si no quieres que le entren ganas de asesinarte, de que llegas a la T-4". Ella no lo hizo. Su padre, que iba a recogerla, había llegado a la hora prevista de aterrizaje. Desde que pisó suelo madrileño hasta que pudo darle un beso pasó más de media hora. Y eso que no había facturado su equipaje.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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