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Crónica:Fútbol | 14ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ronaldinho saca al Barça del tedio

Los azulgrana conservan el liderato después de un partido poco lucido frente a la Real Sociedad

Àngels Piñol

El Barça ya puede irse hoy tranquilo a Japón: viajará como líder después de sestear durante más de una hora ante la Real, penúltimo clasificado de la tabla y el único equipo de Primera División que aún no ha ganado un partido. Todavía con resaca por la borrachera tras el exuberante juego ante el Werder Bremen, el Barça jugó con pereza y sólo reaccionó en la media hora final cuando estuvo a punto de marcar en propia puerta. Un jugadón de tiralíneas entre Edmilson, Giuly y Ronaldinho sirvió para confirmar al gaucho como el pichichi del equipo y del campeonato y noquear a los donostiarras, muy frágiles, pese a los esfuerzos de Lotina por enderezar el rumbo de un equipo que siempre procura dormir los partidos porque le cuesta tener el balón.

BARCELONA 1 - REAL SOCIEDAD 0

Barcelona: Valdés; Belletti, Thuram, Puyol (Oleguer, m.26), Sylvinho; Xavi, Edmilson, Deco (Iniesta, m.64); Giuly, Gudjohnsen (Ezquerro, m.78) y Ronaldinho. No utilizados: Jorquera; Zambrotta, Gio y Motta.

Real Sociedad: Bravo; Gerardo, Mikel González, Juanito, López Rekarte; Xabi Prieto, Aranburu, Diego Rivas (Garitano, m. 67), Uranga (Garrido, m. 73); Jesuli (Agirretxe, m. 78) y Kovacevic. No utilizados: Riesgo; Garrido, Labaka y Novo.

Gol: 1-0. M. 60. Edmilson cambia de orientación en largo para Giuly y el centro del extremo desde la derecha lo remata Ronaldinho con la zurda desde le punto de penalti.

Árbitro: Turienzo Álvarez. Amonestó a Bravo, Gerardo, Rivas y Uranga. Expulsó a Sylvinho por doble amonestación (m. 84).

69.093 espectadores en el Camp Nou.

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Metido el partido como un bocadillo entre la Champions y el Mundialito de clubes, el Barça, tan confiado que hasta Puyol pidió el cambio por precaución -al parecer sufre un problema en la cadera-, estuvo errático. salvo en el tramo final cuando pisó el acelerador y desarboló a la Real ya con Iniesta en el campo, que empezó en el banquillo su partido número 100 en la máxima categoria-. Pero casi es una broma comparar el juego del martes con el que ofreció el Barça anoche en el estadio. Con poca intensidad, sin jugar al primer toque, triangulando poco a una baja velocidad, el partido tuvo mucho de siesta. Tanta prisa tenía el Barça para acabar por la vía rápida que no tuvo paciencia y abusó de la banda de Giuly ante el absentismo de Ronaldinho por la izquierda. Pero pese a que el brasileño administra su talento como quiere, pese a que suele reservar su mejor fútbol para las grandes noches, todo el escaso peligro azulgrana pasó por sus pies.

Porque hasta que marcó, poco fue lo que ocurrió: un chut que despejó Bravo; otro disparo que Xavi remató a gol y que el árbitro anuló; una falta y otra versión de chilena parecida a la de día del Villarreal que se fue fuera por poco y que bastó para que la grada empezara a corear el nombre de su ídolo. Todo eso no bastó durante una hora para perforar la portería de uno de los equipos más goleados de la Liga. Entre otras cosas porque el Barça exprimió el pase largo a Gudjhonsen, que incurrió varias veces en fuera de juego cuando intentó hacer su jugada preferida (recibe de cara, vuelta cara sobre sí mismo, dos zancadas y chut a portería) aunque el linier se equivocó un puñado de veces al levantar el banderín. Tanto que exasperó a la grada, que se vengó mofándose de mala manera cuando el asistente apoyó mal un pie -se le torció- y estuvo a punto de lesionarse.

La Real no está para muchas fiestas. Enzarzada en una cruzada para evitar el descenso, Lotina había logrado hasta ayer que su equipo encadenara cuatro empates y quiso no perder comba. El Barça le dio cuerda unos minutos o, al menos, los azulgrana sestearon y cedieron en el gobierno de la continenda. Pero luego, la Real se quedó atrás, juntando las líneas, con Juanito desplazado del medio centro a su posición natural de central, aprovechando la pájara del líder. La estrategia fue la de intentar que Kovacevic o Jesuli cazarán un balón al contragolpe. Pero el serbio sólo se acercó a Valdés en una ocasión con un chut de Aranburu que Belletti acercó a despejar a las nubes en un buen escorzo.

El paisaje siguió inamovible tras el descanso entre otras cosas porque Deco, un hombre vital en este equipo, estaba desenchufado. Y si acaso empeoró para el Barça porque Edmilson no marcó en propia puerta a la salida de un córner en un mal rechace. El desbarajuste estaba servido y Ronaldinho cambió de velocidad. Los azulgrana le vieron las orejas al lobo y en un momento encendieron la luz. Y así patentaron una jugada que con tanta fortuna probaron ante el Werder Bremen: pase en profundidad de Edmilson a la banda derecha, centro de Giuly, en un estado de forma excelente, y remate de primera de Ronaldinho a gol. Desequlibrado el marcador no evitó los nervios, Rijkaard reaccionó en el banquillo: sustituyó a Deco por Iniesta, recibido como un héroe y prueba evidente de que quería amarrar el encuentro. El Barça empezó a generar peligro pero jugar con fuego tiene un precio porque Sylvinho se ganó con dos tarjetas en un minuto la expulsión y Kovacevic, en el tramo final, estuvo a punto de marcar en una indecisión de la zaga. Pero Valdés no falló, y estuvo genial en las dos últimas acciones.

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