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Reportaje:

"Alcalde, ya tengo los esquís"

Lepe organiza nevadas artificiales diarias en el centro del pueblo con motivo de las Fiestas de Navidad

El calentamiento global de la Tierra se ha vuelto loco en Lepe (Huelva). Mientras media España se muere de sed de nieve, en este pueblo onubense de 22.700 habitantes han decidido que ya está bien, que las previsiones meteorológicas no van con ellos y que quieren estas navidades blancas. Sí o sí. Navidades blancas como en el villancico. Y así ocurre desde el martes. Dos cañones de nieve instalados en los balcones del Ayuntamiento disparan nieve artificial sobre la plaza de 20.00 a 20.15 todos los días hasta el 6 de enero.

La inauguración de esta fiesta diaria casi no tiene lugar. Una fuerte tromba de agua cayó el martes en la zona costera de Huelva e hizo temer que la primera gran nevada de la temporada en Lepe pasase de largo. Pero no fue así. "La expectación era tal, con centenares de vecinos agolpados en la plaza, junto a decenas de periodistas -incluidas las principales cadenas de televisión españolas e incluso una alemana-, que decidimos seguir adelante. Y al final tuvimos suerte y el tiempo nos dio un poco de tregua", comentaba el alcalde, Manuel Andrés González, del PP. Un alcalde que ya ha tenido que aguantar los primeros chistes de sus vecinos, que le advertían por la calle de que ya se habían comprado los esquís.

Así, unas 300 personas de todas las edades, mayoritariamente niños, protegidas por abrigos y paraguas, disfrutaron de la que era para muchos, su primera nevada. José Luis Vacerio, de 40 años, nunca ha visto la nieve "bueno sí, en el congelador de la nevera", decía con sorna. Su hijo de 10 años tampoco la ha visto y por eso está deseando acudir cualquiera de las tardes a la plaza para asistir al milagro de ver nevar en Lepe. "Hemos pensado, sobre todo, en los más jóvenes, que nunca han visto la nieve", explicaba el alcalde. Jóvenes como Autman, un crío de origen marroquí -en el municipio reside una nutrida comunidad de inmigrantes-. Autman estuvo el martes en la plaza de España esperando a que comenzase la nevada. "Como llovía, nos poníamos debajo de los paraguas de las personas que estaban por ahí", explicaba. Pero la espera mereció la pena. "La nieve es un montón de guay. Yo pienso venir todas las tardes que pueda. Y a la pista de patinaje también", dijo señalando a la misma, una plataforma de hielo preparada tal efecto en la plaza. La nieve de la que habla el joven marroquí, en un perfecto castellano, está formada por un producto químico que, a su paso por el cañón que la expulsa a una distancia de 12 metros, toma la consistencia de espuma.

Y es que, para dar con alguien que haya contemplado las calles de Lepe nevadas de verdad, se debe preguntar a los mayores. "La última nevada fue, exactamente, el 2 de febrero de 1954", recuerda con precisión Antonio González, de 74 años.

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