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Crónica:Fútbol | Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ronaldinho es la chispa de la vida

La genialidad del brasileño del Barça decide en un abrir y cerrar de ojos ante el Werder Bremen

Ramon Besa

Acostumbrado a cantar victoria, el Barcelona disfrutó de un triunfo delicioso el día en que era requerido como campeón. Apremiado como estaba el equipo, el optimismo desbordante de Ronaldinho combatió la percepción de fracaso que pudiera sentir el aficionado nacido en la derrota. La chispa de la vida se llama hoy Ronaldinho. Nada hay más reparador para combatir la pesadumbre que acudir al campo y entregarse al prestidigitador Ronaldinho, exuberante cuando está solo y responsabilizado, capataz de un plantel que tiene un gusto exquisito por el juego.

Tocó Rijkaard a rebato, y a por el Werder Bremen fue el Gaucho para suerte de la hinchada, liberada de cualquier suplicio, entregada a una jornada relajada, por no decir divertida. No se va al estadio a sufrir. A divertirse tocan de momento. Al fin y al cabo, al Barça no se le pedía nada más que una victoria y el equipo gestionó la jornada con una autoridad incuestionable ante los focos de las televisiones, expectante con el Barcelona y Ronaldinho, pendiente el mundo de una nueva exhibición o de un fracaso, porque nunca se pierde el tiempo con el Barça.

BARCELONA 2 - WERDER BREMEN 0

Barcelona: Valdés; Zambrotta, Márquez, Puyol, Gio; Iniesta (Xavi, m. 72), Motta (Thuram, m. 62), Deco; Giuly (Ezquerro, m. 84), Gudjohnsen y Ronaldinho. No utilizados: Jorquera; Oleguer, Belletti y Edmilson.

W. Bremen: Wiese; Fritz, Mertesacker, Naldo, Wome (Hunt, m. 79); Frings, Jensen, Diego, Borowski; Klose y Almeida (Klasnic, m. 70). No utilizados: Reinke, Pasanen, Vranjes, Schulz y Zidan.

Goles: 1-0. M. 13. Ronaldinho lanza una falta desde la frontal, engaña a los jugadores de la barrera que saltan y son sorprendidos con un balón que se cuela bajo sus piernas y lejos de Wiese. 2-0. M. 18. Gudjohnsen remata un centro de Giuly tras una apertura en diagonal de Ronaldinho.

Árbitro: Massimo Bussaca (Suiza). Amonestó a Puyol, Motta, Wome, Frings y Diego.

95.824 espectadores en el Camp Nou.

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Arrancó el partido a una velocidad de vértigo, como demandaba una noche tan trascendente y un escenario de la grandeza del Camp Nou, más ancho y largo que la mayoría, especialmente exigente con los futbolistas, que quedan retratados en cada jugada, intimidador con cualquier árbitro, que se vence a la que se cae Ronaldinho. Hay pocos campos que tengan la luz del estadio azulgrana, circunstancia decisiva para apreciar el aura del Gaucho, al que le alcanzó un cuarto de hora para abatir a la aviación alemana.

Avalado por un juego de posición excelente, los azulgrana se desplegaron con rapidez y precisión en cancha del Werder Bremen, superado en cada transición, incapaz de descifrar el juego de pies el Barça. Arriesgaron los azulgrana de forma tan bella como calculada en defensa, mezclaron estupendamente en la media y desequilibraron el partido con una plasticidad exquisita desde los costados para rematar centrados a gol. Giuly y Ronaldinho estiraron la cancha, atacaron a los laterales y retrataron a los centrales y al portero.

Nada más tomar la pelota, Ronaldinho cambió desde la izquierda hacia la derecha para Giuly y el desborde y centro del francés no pudo ser alcanzado por Gudjohnsen en una maniobra tan celebrada que mereció una repetición. Quedó constancia de que además de hermosa, la jugada podía ser también certera, ni que fuera para mandar callar a los resultadistas. Guddy acertó a la segunda y coronó un momento de juego celestial en el Camp Nou. Jugaban los barcelonistas como los ángeles ante los aturdidos alemanes, todavía petrificados por el gol inicial de Ronaldinho a la salida de una falta.

Formó la barrera del Werder Bremen ante el balcón del área, estiraron el cuello sus gigantes para neutralizar la comba de Ronaldinho, flexionó las piernas el portero. Preparado el estadio para un remate con efecto imposible para el meta, al Gaucho le dio por disparar manso y raso, por debajo de la suela de los zapatos de los alemanes, que se comieron el gol con la ingenuidad de un niño. A los goles de Ronie y Gudjonhsen, siguió un rato después una acción memorable de campo a campo que emocionó hasta a los alemanes.

Deco atravesó la divisoria con la pelota, creó superioridad numérica con un quiebro, abrió a la derecha para Guddy, y el islandés eliminó a tres zagueros con dos recortes antes de rematar al palo. Giuly, excelente como extremo, marró el rechace en calidad de ariete con la portería vacía. La capacidad de los centrales para achicar espacios y de los volantes para generarlos en cancha contraria, sacó del partido al Werder, que alcanzó aliviado el descanso después de que sólo dejara constancia de su poderío aéreo en las jugadas de estrategia.

Vulnerable en su área, el Werder es un buen equipo en la contraria. El equipo de Schaaf le robó el balón al Barcelona, y ya se sabe que el Barça no sabe defenderse sin la pelota. Reculó, pasó un mal rato nada más reanudarse el partido y a Rijkaard no le quedó más remedio que prescindir de Motta, un futbolista emocionalmente frágil, destemplado cuando pintan bastos. A falta de delanteros, para suerte del Barça había munición defensiva en el banquillo y la salida de Thuram permitó al campeón matar el partido después de haberle dado vida con alegría. Los alemanes no encotraron la portería por más veces que remataron y los azulgrana alcanzaron la meta sin mayor apuro.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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