La peregrinación a La Meca y un pájaro, 'culpables' según la compañía
A las protestas de cientos de pasajeros indignados, Air Madrid respondió ayer que los retrasos en los vuelos se deben al destrozo que ha provocado un pájaro en un avión. "Se estampó contra un Airbus 330 y rompió un motor; a eso se ha sumado la revisión que estamos haciendo de un 340. Por eso estamos teniendo retrasos", aseguró una portavoz. Para colmo de males, adujo que Air Madrid está intentando conseguir aviones de otras compañías, pero que el mercado de alquiler está paralizado porque "todos los aparatos disponibles han sido alquilados por árabes que estos días peregrinan a La Meca".
Entre los que formaban los corrillos de afectados en Barajas, Air Madrid no era la única destinataria de críticas aceradas. El segundo objeto de los dardos eran las autoridades españolas que permiten esta "estafa". Un portavoz de Aviación Civil, organismo del Ministerio de Fomento, aseguró que la investigación emprendida el pasado año se encuentra "muy avanzada".
El ministerio admite que Air Madrid no ha cumplido muchas de las exigencias que le plantearon en septiembre y que ese incumplimiento es la razón que lleva a Fomento a realizar comprobaciones "exhaustivas" de todos los movimientos de la compañía.
El 11 de diciembre tienen los responsables de Air Madrid una cita con la Administración para desgranar sus argumentos. De ahí, según el portavoz, se deducirán las acciones que Fomento emprenderá. En cualquier caso, éstas llegarán en un plazo "muy breve", asegura.
Pero esas explicaciones no convencen a los que ayer se quedaron en tierra. "Esto no pasa ni en los países subdesarrollados. No sólo se está ensuciando el nombre de una compañía, sino el de todo Madrid", decía un argentino que viajaba a Chile. José Luis Linaza, catedrático de Psicología que acompañaba a dos líderes mapuches chilenos que habían participado en un congreso de culturas indígenas dirigido por él, anunciaba la presentación de una denuncia en la policía. "Menuda imagen que estamos dando", comentaba con la indignación tatuada en la cara.
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