De Fauw se siente "una ruina" tras su choque mortal con Gálvez
Dimitri de Fauw, el ciclista belga con el que chocó en la madrugada del pasado domingo Isaac Gálvez antes de golpearse mortalmente contra una barandilla del velódromo De Kuipke, durante los Seis Días de Gante, está hecho "una ruina emocional". Ambos salieron despedidos después de que los manillares de sus bicicletas se enredaran cuando rodaban a entre 50 y 55 kilómetros por hora. El español se rompió varias costillas, que le alcanzaron el corazón. Su muerte fue instantánea. De Fauw salió ileso y supo del trágico desenlace en el hospital universitario de la ciudad, al que habían trasladado a ambos.
"Estando en urgencias, escuché a dos médicos que hablaban del fallecimiento de... ese chico. No sabían que caí junto a él. El pulso se me disparó", asegura De Fauw, nativo de Gante y de 25 años de edad, una de las grandes esperanzas de la pista belga, en unas declaraciones efectuadas al rotativo flamenco De Standard.
La repatriación del cadáver de Gálvez ha sido ya autorizada y se esperaba que llegara en la madrugada de hoy a Barcelona. La capilla ardiente será instalada en el Polideportivo Municipal de Vilanova i la Geltrú, su villa natal, donde a las cuatro de la tarde se celebrará el funeral. Posteriormente, será incinerado.
En la misma entrevista, De Fauw reconoce que todos, desde los fiscales hasta los organizadores de la carrera, confirman su inocencia. "Pero empiezas a imaginar cosas que no son verdad y te preguntas: '¿cómo voy a superarlo?", añade.
Joan Llaneras, pareja deportiva de Gálvez, estuvo a su lado cuando lo recogieron de la pista para trasladarlo al centro médico, al que también acudió. El público, que aún ignoraba la seriedad de las heridas del español, rompió espontáneamente en un aplauso cuando lo llevaron a la ambulancia. La competición fue suspendida poco después, proclamándose ganador el dúo que iba en cabeza, formado por el belga Iljo Keisse y el alemán Robert Bartko. Ninguno quiso celebrar un triunfo tan angustioso y aseguraron que era una victoria inútil. "No significa nada. Es un sueño convertido en pesadilla. En esta edición de los Seis Días sólo hay perdedores", dijo Keisse.
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