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Reportaje:Baloncesto | Liga ACB

Azofra vuelve a clase

El ex base de Estudiantes, de 37 años, debuta con el Lagun Aro ganando a su antiguo equipo

Nacho Azofra, toda una vida en el Estudiantes, ya no vive en Madrid. Tiene 37 años. 18 temporadas y 682 partidos a sus espaldas. Y vive en Bibao, en Bilbo, como le gusta señalar: "Aquí se vive bonito, cómodo, porque Bilbo tiene oferta de todo y el mar al lado, le han quitado toda la industria del centro y la han cuidado. Mi padre siempre ha sido un enamorado de Bilbao y me lo ha transmitido". Las apariencias, el soniquete turista, las palabras de jugador retirado, engañan. Azofra decidió hace unos días que sigue en activo y ayer debutó con el Lagun Aro Bilbao. Fue un estreno con morbo: enfrente estaba el Estudiantes. "Tengo tablas para estar concentrado", dice. "Aunque es extraño ver enfrente a ciertos jugadores, como Gonzalo

"Fichar por un 'grande' era una quimera. No vine por dinero. Vine porque me encanta jugar"

[Martínez], Pancho [Jasen]...se me hace raro ver los colores del Estu enfrente. 'Hoy tranquilo', me decían los ex compañeros. Estaban como yo, con la duda de cómo sería mi primer partido. A los asistentes les conozco de siempre. Al fisio, desde hace 20 años, nada más y nada menos. Al segundo entrenador, de darle collejas, porque soy mayor que él. Llevo ahí toda la vida. Sé que si pierden contra mi equipo les duele menos". Menos mal. El Estu perdió (78-67). Y Azofra fue el mejor pasador del partido, con seis asistencias en 19 minutos.

Azofra, un tipo que siempre eligió antes el corazón que la cartera -"si estás unido emocionalmente con tu club, mejor, porque puedes dar un paso más", dice- fichó por el Lagun Aro porque se "ubicaba". "El entrenador, Txus Vidorreta, insistió", cuenta. "Me gustaban los jugadores y veía que podía hacer una labor, porque tienen un tipo de juego que me va bien, defensa y contraataque, controlando a veces, pero sin que importe hacer un tiro rápido. Faltaba un organizador, y eso yo lo podía aportar, porque no exigen un base anotador, sino alguien que dé los balones en los lugares adecuados".

Al ex base de Estudiantes, que lleva colgada la imagen de tipo creativo, de hombre con imaginación sin límites, no le ha tentado, cuestión de edad, ningún grande. "Para mí eso era una quimera. No lo esperaba. Yo lo que esperaba era un modesto, porque en equipos así se pueden hacer cosas muy buenas", argumenta. "No vengo por dinero. Vengo con un sentido lúdico y responsable. Me encanta jugar y me lo paso bien entrenándome. Aquí, además, mi labor es aportar dentro y fuera de la cancha, con mi experiencia. Pero para lo que me han fichado es para ganar".

La vida de Azofra ha dado un vuelco. Ha cambiado de ciudad. De club. Y no juega competición europea: "Es la primera vez que me pasa en la vida", reconoce. "La semana se me hace más larga. La verdad es que cuando llevas mucho tiempo jugando ya no te gusta tanto viajar, porque es lo que realmente cansa de esta profesión. En Bilbao tenemos una forma distinta de trabajar, se juega para el fin de semana, no se entrena pensando en alcanzar el pico de forma en los playoff. Todos los partidos, del primero al último, se viven con la misma intensidad".

Azofra ya no viaja. Pasea por Bilbao. Busca, espíritu libre como es, crear y "jugar con ritmo, obligar a la gente a moverse, que no estén estáticos". Mantiene viva la llama del jugador. No sabe cuándo encenderá la de directivo del Estudiantes: "Me encantaría, pero es pronto. Me encuentro bien. Soy un jugador de sensaciones. Y siempre voy a esperar hasta fin de año para decidir qué hacer. No tengo la mentalidad de dejar el basket en activo".

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