La meca del 'tuning' está en Galicia
Entre Padrón y Rianxo, la transformación de un coche puede superar los 160.000 euros
"Entre mis clientes hay algún cura y alguna puta de lujo, catedráticos, dentistas, directores de banda de música, modelos como ésa que pone las piernas para Marie Claire, que es de Viveiro, narcotraficantes, futbolistas... Futbolistas del Celta y del Depor, que vienen con sus Aston Martin, sus Ferrari, sus Porsche, sus Hummer, y son los que menos pagan (aunque debieran pagar veinte veces más) porque llegan aquí ya con acuerdos cerrados con las marcas de sonido, que les regalan el material: los jugadores son una buena publicidad".
David Silva Camafeita, instalador de equipos de audio y de todo aquello que requiera complejas ingenierías eléctricas en un vehículo, es el gurú del tuning gallego pero además tiene fama mundial. Sus clientes ("tanto hombres como mujeres, de dieciocho a cincuenta y tantos tacos") están aquí, pero también en el resto de la Península, y en Francia, y en Estados Unidos, la cuna del arte (o la fiebre) de travestir los coches con carrocerías exclusivas, watios contados a millares, luces de discoteca y suspensiones tipo ascensor.
"Los de la asociación de talleres no nos explicamos cómo no arden esos coches"
La pintura del Renault 4 lleva en la mezcla 17 kilos de granito molido
David insiste en que los verdaderos coches tuning no se suelen ver por la calle y nunca aparecen involucrados en accidentes. El 99% valen para circular por el asfalto y sólo un 1% tienen que ser trasladados sobre plataforma a las concentraciones, sin embargo, su precio, el riesgo de robo y la afición desmedida que desde principios del último verano muestra la Guardia Civil por dar el alto, cinta métrica en mano, a estos carruajes, hacen que sus propietarios los saquen poco a pasear. Además, la temporada de las exhibiciones, al menos en Galicia, suele ser el verano y ahora "los auténticos coches tuning están en los boxes", es decir, en el garaje de cada cual, a medio desmontar, bajo fuertes medidas de seguridad, listos para renovarse y volver a sorprender al jurado en las próximas competiciones de Melide, Boiro o Arteixo.
Pero aunque no sea fácil toparse con uno de estos modelos exclusivos, la meca del tuning está en Galicia y, más en concreto, en la península de O Barbanza: en la ruta que recorre la siniestra vía rápida, entre Rianxo, Boiro y Ribeira, con la cabeza en Padrón y el corazón en Taragoña. Porque en Padrón y Taragoña ejercen dos artesanos de fama internacional, David Muñiz y David Silva, experto en chapa y pintura el primero y en sonido y electrónica el segundo.
En la trastienda del de Taragoña hiberna hasta julio una de sus obras maestras. Un Renault 4 de 27 años, comprado en Guijuelo de segunda mano y transformado durante un año con un presupuesto de 48.000 euros (8 millones de pesetas). El cuatrolatas pintado a pistola con una mezcla que incluye 17 kilos de piedra molida, tiene el aspecto de una escultura de granito de Porriño y ha sido alquilado durante un año por una marca estadounidense que vendrá a buscarlo al puerto de Valencia para llevárselo hasta Chicago.
Allí, el coche de David, con su pantalla de DVD que sustituye a la puerta del maletero, unos asientos en los que la tapicería de skai ha sido sustituida por una ristra de sintetizadores, y unos altavoces de 11.000 watios que afloran como setas por la carrocería, será el mejor reclamo del negocio tunero que prospera en la ría.
Claro que ésta no es la obra más costosa en la que ha trabajado Silva. Hasta el momento, la pieza más cara ha sido el Mazda RX8 que le encargó la firma catalana de vídeojuegos E.A. Games. Por el tuneado, sin incluir el precio del coche original, la marca pagó 162.000 euros (27 millones de pesetas) y rentabilizó la inversión durante un año: primero, a partir de fotografías del vehículo, desarrolló el juego Need for Speed Most Wanted para la consola XBox 360 de Microsoft, y luego, se dedicó a promocionar el producto exhibiendo la máquina, la única de España pintada en cromo, en ferias de informática. En diciembre, el taller de Silva recibirá un Mazda RX7 que, una vez transformado, dará la estocada final a su predecesor. El nuevo batirá el récord de coste que ostentaba el anterior y con sus grabaciones se creará el juego Need for Speed Carbono.
Los profesionales del gremio dicen que es difícil saber cuántos talleres se dedican al tuneado de coches en Galicia en este momento. "Los chavales", cuenta el propietario de David Audio Car, "se matriculan en las ramas de FP que tienen que ver con la chapa y la electrónica sólo porque quieren terminar trabajando en un taller de tuning" y el número de negocios aumenta sin cesar, pero existe "mucho intrusismo".
Ésta es "la mayor lacra", lamenta el propietario de Xtrema Tuning, una tienda de recambios de Ordes, "los de la asociación de talleres no entendemos cómo no arden todos esos coches". Eso sí, añade David Silva, "muchos no pasan la criba de la ITV. Ahí se ve si el taller lo montó un carpintero manitas o un pintor de brocha gorda. Es como si yo me meto a dentista y me pongo a hurgar en las muelas de la gente".
David Silva reconoce una facturación anual de 900.000 euros y un beneficio del 15%. Su exclusivo taller, con un único empleado, no es "ni de lejos" el que más factura, aunque tampoco el que menos. Pese a que la afición aumenta, y ya se juntan entre 100 y 300 participantes en cada concentración (todavía muy lejos de los 8.000 coches en concurso y los 27 millones de visitantes que recibe la feria más grande del mundo, en Las Vegas), el margen de negocio va menguando porque "cada vez hay más competencia".
Claro que el aficionado es un cliente que repite, "se aburre de su coche cada dos años y cada vez que le mete mano gasta más". En la primera reforma invierten 7.000 euros y, en la quinta, terminan abonando 80.000. "Y si no tienen posibles, pues van al banco y piden un crédito".
Lo normal es que el tuneado se haga más y más exclusivo en cada una de las sucesivas intervenciones. En Galicia hay especialistas que se van formando en cursos de a 6.000 euros por todo el mundo, y con el tiempo llegan a inventar sus propias pinturas. Les añaden hasta 17 componentes, incluidos el serrín y el barro, y logran tornasolados únicos. Los intrusos lo intentan, pero no son jamás capaces de desentrañar sus fórmulas secretas.
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