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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Mario Merola, cantante y actor

Fue el máximo exponente de la canción popular napolitana

El último adiós tuvo lugar en una abarrotada iglesia de Nápoles. Ya cientos de personas se habían acercado antes al hospital San Leonardo de Castellammare di Stabia y, según la policía, alrededor de veinte mil, algunas con fotos del cantante y actor, esperaban en la plaza delante de la iglesia. "Falleció el artista del pueblo, el gran Mario Merola", se podía leer en la necrológica colocada en muchas calles.

Mario Merola murió la noche del domingo 12 de noviembre, a los 72 años, por insuficiencia cardiorespiratoria. Le sobreviven su mujer Rosa, con la que se casó en 1964, y tres hijos que vivían con ellos en un amplio ático sobre la bahía de Nápoles.

Estaba hospitalizado a causa de un edema pulmonar. Y su salud era precaria: tenía problemas cardiacos, se sometía a diálisis y ya había llegado en otras ocasiones a urgencias. Merola bromeaba muchas veces sobre sus repetidos ingresos.

Dice Gigi D'Alessio que Nápoles ha perdido a su Papa. El alcalde de la ciudad aseguró que "no sólo pierde una voz, también un corazón". Un intérprete del alma de la ciudad. Con la muerte de Merola, igual que sucedió al desaparecer el inolvidable Totò, se habría acabado una época. En algunos centros oficiales se guardó un minuto de silencio.

Mario Merola había nacido en Nápoles el 6 de abril de 1934 en una familia bastante pobre -era hijo de un zapatero- y de joven trabajó como estibador en los muelles del puerto. Empezó a cantar los clásicos del cancionero popular napolitano en bodas y fiestas populares animado por sus compañeros.

El éxito le llegó en los años sesenta. Fue el actor principal de la sceneggiata, un género popular napolitano de principios del siglo XX, a medio camino entre la canción y el teatro, en el que los espectadores solían participar con vehemencia.

Merola recuperó sus historias de amores y traiciones, según la fórmula del triángulo "él, ella y el sinvergüenza". Con historias actualizadas de ladrones, toxicómanos, empresarios corruptos y hombres de honor ligados a un mundo de valores familiares y religiosos, logró darle a la sceneggiata una dimensión nacional.

Debutó en el cine en el año 1973 con Sgarro alla camorra y rodó las últimas películas, Cient'anne, en 1999, y Sud side story, en el año 2000. Protagonizó títulos como Napoli serenata calibro 9 o Da Corleone a Brooklyn, crónica negra de una Nápoles violenta. Hace tres años puso su voz al personaje de Vincenzone, en la película de dibujos Totò zapore e la magica storia de la pizza.

Canciones como Zappatore o Guapparia fueron su tarjeta de visita. Actuó en Estados Unidos -llegó a cantar en la Casa Blanca-, Canadá y Europa.

Era un icono de un Nápoles tradicional del que encarnaba sus miserias y grandezas. Venerado por sus conciudadanos, el juez Falcone le tuvo en el punto de mira en 1989 por posible pertenencia a la Camorra. Caso archivado.

Mario Merola era hincha del equipo de fútbol local y asiduo de las ruletas de los casinos pero, sobre todo, un apasionado de la lotería primitiva. "Cualquier cosa que me suceda la traduzco en números y corro a jugarlos", decía. Su muerte sirvió para que otros tentaran la suerte apostando al 19 (que corresponde al nombre de Mario), el 47 (el muerto) y el 89 (el cantante).

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