Una cierta volatilidad política
El debate gira casi exclusivamente en torno a la negociación con ETA
Los dirigentes del partido socialista y algunos miembros del Gobierno están inquietos por la sensación de volatilidad política que según ellos transmiten los medios de comunicación, y que, aseguran, no se ajusta a la realidad. La legislatura, explican, está completamente amarrada con el apoyo de ERC y de IU. De hecho, los Presupuestos Generales del Estado se están aprobando con mayorías más que satisfactorias: éste es el único Gobierno en minoría de toda la democracia que ha conseguido aprobar sus Presupuestos sin perder una sola votación en el Pleno ni aceptar ninguna enmienda sobre la marcha. En total se han rechazado sin el menor problema 2.982 enmiendas, se felicitan los diputados socialistas.
La percepción de la opinión pública sobre el proceso de paz sufrió una inflexión a raíz del robo de las pistolas y de la lentitud con la que reaccionó el Gobierno
La aprobación de los Presupuestos es el mayor índice de estabilidad, insisten en la sede del partido gubernamental. Incluso consideran que se transmite una imagen desenfocada de lo ocurrido con el proceso estatutario: la realidad, explican, es que todas las reformas se han aprobado con el apoyo del PP, excepción hecha del Estatuto de Cataluña. A la hora de la verdad, ha existido acuerdo muy mayoritario incluso en Andalucía.
¿Qué es lo que puede provocar entonces una cierta sensación de volatilidad política? "La crispación que ha utilizado el PP, y sobre todo algunos medios de comunicación, como arma política en sí misma", contesta un destacado responsable del PSOE. "Y eso no está en nuestra mano poder evitarlo. No hay más que leer lo que escribió recientemente Jiménez Losantos: 'Todo lo que no sea morder, será rendirse. Y lo que no sea atacar ferozmente a ZP, empezando por el 11-M, será perder el tiempo'. Eso es lo que podemos esperar de aquí a las elecciones generales por parte del PP y de algunos medios", asegura ese dirigente socialista.
Algunos responsables del PSOE, relacionados especialmente con poderes autonómicos, se quejan, sin embargo, de una cierta invisibilidad del Gobierno. Desde su punto de vista, los únicos activos reales son el propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, y en menos medida el ministro de Economía, Pedro Solbes, y el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Y precisamente este último, famoso por sus reflejos mediáticos, está bastante sumergido y callado debido a la naturaleza de su ministerio. El resto de los ministros tiene un perfil político tan bajo que resulta casi inexistente. Por otra parte, en la propia organización del partido sólo aparece el secretario de organización, José Blanco. Y en el grupo parlamentario, su portavoz, Diego López Garrido. "Y paremos de contar. No existe absolutamente nada más a nivel nacional. Nada de nada", se queja un diputado autonómico.
Falta de proyección
La falta de proyección política puede ayudar a esa sensación de volatilidad, admite otro dirigente socialista. Aunque, desde su punto de vista, el tema que auténticamente provoca esa sensación es el llamado proceso de negociación con ETA. "Se le ha dado tanta importancia política que ahora parece que todo el Gobierno, toda la acción del Gobierno, depende del resultado de ese proceso, y no es verdad", protesta. "Entre otras cosas, porque una parte de ese proceso no está en nuestras manos, sino en las de ETA y Batasuna".
Lo cierto es que la percepción de la opinión pública sobre el proceso de paz sufrió una inflexión importante a raíz del robo de las pistolas y, quizá, de la lentitud con la que el Gobierno reaccionó, dejando espacio a dudas sobre su firmeza. En cualquier caso, explica un diputado cercano a La Moncloa, si todo el proceso termina por no llegar a ningún lado, "estamos seguros de que la opinión pública nunca se lo reprochará al Gobierno. Sabrán perfectamente que la culpa ha sido de ETA y de Batasuna". Este diputado mantiene que la sensación de volatilidad se debe a que no existe más debate político que el relacionado con el proceso de paz, por su propia naturaleza muy volátil. "Si el debate político girara en torno a otra cosa, esa sensación sería mucho menor", afirma.
La oportunidad para cambiar los puntos de referencia llegará según se vaya acercando el inicio de la campaña electoral. ¿Acaso pretende el partido socialista convertir la batalla por la alcaldía de Madrid en una batalla de alto voltaje político? En absoluto, se apresuran a negar. En Madrid existe una oportunidad de ganar y se va a intentar, sobre todo porque hay algunos responsables del partido que tienen muchas ganas de ganar al mismo tiempo a Gallardón y a Bono", bromea un diputado. Pero la campaña de Madrid no será "la campaña", sino una más, sin entrar en la partida altamente política que plantea al candidato del PP.
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