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Alves rompe al Valencia

El Sevilla gana con comodidad a un rival que no pudo superar le temprana expulsión de Silva

Ayer se enfrentaban dos iguales, no con idéntica actualidad pero sí con objetivos calcados y similar naturaleza. En un partido condicionado por una pillería, el Sevilla acabó ganando con comodidad y durmiendo, al menos anoche, como líder de la Liga. El Sevilla lleva bastante tiempo empeñado en negar su espléndida realidad. Mucho azúcar empalaga, se advierte en Nervión. Así, cuando casi todo el fútbol español y europeo le llaman guapo, desde el conjunto sevillano siempre se responde: "Qué va, qué va. Simplemente resultón". Pero eso de que no se ven peleando por el título liguero no se lo creen ni ellos. La manera en la que los sevillistas afrontaron el partido de ayer mostró lo que realmente bulle por sus cabezas. Hubo nervios en la arrancada sevillista, demasiados dadas las circunstancias clasificatorias e incluso de rutina diaria de ambos equipos. El Sevilla era favorito contra un conjunto que admira y con cuya jerarquía en el fútbol español se identifica. La lucha con el que se supone que te supera tan sólo da beneficios: perder entra en el pronóstico y ganar es el copón. Los lances con el igual son exámenes, sus desenlaces dicen más de lo que uno es y, sobre todo, de lo que realmente puede alcanzar.

SEVILLA 3 VALENCIA 0

Sevilla; Palop; Alves, Aitor Ocio, Escudé, David; Adriano (Alfaro, m. 61), Poulsen (Martí, m. 55),, Renato, Puerta (Duda, m. 73); Kanouté y Luis Fabiano. No utilizados: Cobeño; Hinkel, Maresca y Kepa.

Valencia; Cañizares; Miguel, Albiol, Ayala, Cerra; Joaquín (Vicente, m. 61), Pallardó (Edú, m. 55), Hugo Viana, Silva; Morientes y Villa (Angulo, m. 70). No utilizados: Butelle; Curro Torres, Baraja y Jorge López.

Goles: 1-0. M. 18. Escudé, de falta. 2-0. M. 54. Luis Fabiano, a pase de Alves. 3-0. M. 68. Kanouté chuta desde el área pequeña y marca.

Árbitro: Megía Dávila. Expulsó a Silva con roja directa (m. 17). Amonestó a Cerra, Poulsen, y Puerta.

Unos 40.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.

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Grave lesión de Edu

El Valencia de circunstancias que puede permitirse Quique Flores en la actualidad, se hizo con la pelota casi sin pedirlo. Los sevillistas se notan cansados -llegaron en plena forma a la final de la Supercopa de Europa que ganaron al Barcelona, el 25 de agosto- y estuvieron diez minutos sin prácticamente oler la pelota. Pero el fútbol es una actividad en la que intervienen demasiadas personas como para que su desenlace sea previsible o siquiera lógico.

Daniel Alves no conoce de sistemas ni de esquemas y hasta es tarea difícil clasificarle. Pero ayer decidió el partido. A los dos minutos, le arreó con el codo a Silva en una acción que mereció la tarjeta roja directa. El árbitro no lo vio, pero a Silva le nubló. El valencianista se ganó la tarjeta amarilla a los pocos minutos por una patada al brasileño sin rubor ni sentido. Menos sentido tuvo el codazo que le pegó el valencianista al sevillista en el minuto 18. Un cabreo infantil que supuso y supone un descalabro para su equipo. Silva acabó en la calle y, además, el Sevilla se adelantó en el marcador tras el saque de la falta. Pero el colmo para los valencianistas fue que la expulsión abrió la banda derecha de los andaluces y el mismísimo Alves se empezó a colar y colar con demasiada facilidad para colocar pases y abrir huecos.

Con el marcados a favor, el Sevilla cogió algo de cuerpo. Las pelotas empezaron a llegar a las bandas y desde ahí al encuentro de la cabeza de Kanouté. El africano no estuvo preciso en la primera mitad y entre un paradón de Cañizares en el minuto 21 y otro par de remates, también con la cabeza, que no logró colocar entre los tres palos por centímetros, se quedó sin marcar. En la primera mitad, porque en la segunda bajó un balón largo y en globo como los ángeles y se fue con el balón hacia la portería en una jugada que ya se veía gol antes de que superara a Cañizares y llegara a la red.

Pero antes del gol de Kanouté llegó el de Luis Fabiano, el que realmente convenció a los valencianistas de que su noble esfuerzo no iba a ser suficiente. Alves, libre de ataduras tácticas y gracias a la expulsión de exigencias defensivas, caracoleó con su estilo desaliñado y encontró el hueco por el que la pelota podía llegarle a Luis Fabiano. Se la dio y el ariete brasileño supo superar la presión de los centrales valencianistas y sacarse un chut con el exterior que supero a Cañizares.

En la misma medida que el partido se le puso de cara al Sevilla, obviamente se le complicó a los valencianistas. Ante un equipo en racha como es el Sevilla, las concatenación de circunstancias negativas no pudo ser mayor. El partido dejó a un Sevilla líder y al Valencia con más lesionados aún: Edu se marchó llorando en lo que parece una grave lesión de rodilla. Dos equipos muy similares pero con realidades cada vez más diferentes. Con todo, quedó claro que ambos van a dar mucho que hablar y que disfrutar en esta Liga.

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