Mariscal de campo en Balaídos
Vázquez, técnico del Celta, estudia estrategia militar para aplicarla al juego
"Por supuesto, Pat Riley. Mi pensamiento futbolístico es de juego colectivo y coordinado, con sinergias. Por eso ganamos al Madrid. Y porque tampoco podría escoger otra cosa: tenemos una plantilla modesta, somos el quinto presupuesto de la Liga por la cola". Así habla Fernando Vázquez, que estos días cumple 100 partidos al frente del Celta y que hoy se mide al Deportivo en Riazor. Aficionado al baloncesto y al balonmano, sabe que en la NBA hay dos estilos históricos de entrenadores: el de Phil Jackson -que acomodaba a estrellas menores en torno a una constelación como Michael Jordan- y el de Pat Riley, que acomodaba sus estrellas a la estrategia del grupo. Fernando Vázquez (Castrofeito, A Coruña, 1954) mantiene su convicción de que el fútbol se desarrolla como un esfuerzo solidario, de piezas casi anónimas. No en vano se crió en una familia de 13 hermanos.
"El primero que llega a un terreno empieza con ventaja. Esto puede leerse en 'El arte de la guerra"
El baloncesto y el balonmano, sin embargo, carecen de una circunstancia que hace al fútbol especialmente complejo: el movimiento y la estrategia en el centro del campo. Los dos primeros deportes se limitan a atacar y defender, no poseen esa batalla a fuego lento en tierra de casi nadie, esa lucha por el poder previa a la posibilidad de gol. Vázquez está convencido de que la estrategia militar y el fútbol comparten muchos lugares comunes. Con esa perspectiva, podría asegurarse que en Poitiers una defensa ordenada dio la victoria a los francos, y en Cannas los romanos hicieron una defensa tan cerrada que se ahogaron. En la misma línea, Alejandro Magno era partidario de centrar todo su poder ofensivo sobre el punto más frágil de la defensa. Nada que no se hayan planteado siglos después los entrenadores de fútbol.
"Yo leo mucha estrategia militar. El primero que llega a un terreno empieza con ventaja sobre el rival, decía Sun Tzu, el autor de El arte de la guerra. Esto en fútbol quiere decir que tienes que estar mejor posicionado y mejor preparado para un eventual repliegue. Es la naturaleza humana, adoptar estrategias y tomar decisiones. Este libro es aplicable a todos los campos de la vida", advierte Vázquez.
Pero el fútbol no podrá limitarse jamás a un ejercicio de abstracción, como una partida de ajedrez. Por eso el Celta, a pesar de dominar sobre el terreno, tiene esta temporada serios problemas para definir, para meter goles. El estratega gallego, mariscal de campo en Balaídos, asegura que el plan es el correcto "aunque a veces fallan movimientos tácticos, que es el gesto final". Su equipo domina sobre el terreno a sus rivales, pero V?qzquez cree que eso puede ser un arma de doble filo. "A veces el dominio nos lleva a arrinconar tanto al rival que perdemos espacio para entrar en el tramo final, y esto a veces nos perjudica, especialmente en los partidos en casa".
Vázquez tiene una capacidad expresiva y una gestualidad natural desorbitante e inocente, que le ha costado numerosas sanciones en el banquillo. Con ese mismo empuje, se levanta de la mesa de su despacho en Vigo -lleno de papelotes y videos- y se ayuda de gestos para explicarse. Aparta la silla, se mueve por la sala y baila como Mohamed Alí. "Tú tienes que ir poco a poco, ¡tac tac!; un crochet por aquí, ¡toc toc!; acabas con un uppercut y ¡zas! Esto es lo que hay que valorar, porque yo creo que al aumentar el dominio sobre el rival aumentan las probabilidades de ganar, aunque aumente también el riesgo de una contra. Nosotros no podemos ganar siempre, tenemos un equipo determinado y lo aprovechamos al máximo". El profesor, que dejó las aulas por el fútbol pero mantiene su gesto pedagógico y su formación intelectual, compara al Celta con el Barça desde el punto de vista estratégico, "aunque ellos tienen una plantilla que les permite marcar más veces", matiza. "El Madrid es justo lo contrario, espera tu error".
El cuadro vigués, no obstante, tiene serios problemas en estrategias menores. Vaya por delante que es el segundo mejor equipo de la Liga como visitante, pero sus números en casa son nefastos. A esto se suma un problema de tipo táctico, de materialización práctica de la estrategia, que es la cantidad inusual de goles que el Celta recibe en jugadas a balón parado. Esto puede ser una cuestión de escasa concentración defensiva individual, como fallar tiros libres en baloncesto.
Sobre la coordinación del equipo en el plano individual, jugador a jugador, el técnico gallego defiende la importancia de la psicología deportiva. "Los jugadores son personas como los demás, esto tiene que entenderlo la gente, y hay futbolistas fantásticos en los entrenamientos que pinchan en la competición o en determinados estadios".
Lejos de valorar su tarea, un sector de la afición -Balaídos tiene una parte de la grada que nunca va feliz al campo- ya ha olvidado que el actual entrenador recogió al equipo lánguido en Segunda, lo subió en un año y ese curso lo aupó a puestos europeos, impulsando además a jóvenes de la cantera. El público, que tiene un lógico trauma porque le falta un gran título que colme sus aspiraciones históricas, quiere los goles en su propio estadio y no en la tele. El estratega de Castrofeito, un pequeño pueblo próximo a Santiago, cree que ser gallego y ejercer de ello le ha traído algún problema de valoración popular. "Es un mal muy español -el de menospreciar lo propio y obnubilarse con lo extranjero- que en Galicia se multiplica. Es un papanatismo que existió en una parte de España, que se pasó encerrada 40 años por culpa del franquismo. En Francia o Italia prácticamente no existen entrenadores extranjeros. En Inglaterra se introdujo alguno porque su fútbol estaba un poco anquilosado y necesitaba cambios tácticos. La expresión 'pero si tú naciste aquí al lado' te perjudica cuando debería ser motivo de orgullo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.