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Reportaje:

Doble seguridad, idénticos incidentes

Osasuna sostiene que reforzó las medidas ante la visita del Madrid, pese a lo cual Casillas fue agredido

El tiempo no es el olvido, y mucho menos cuando hay odio de por medio. Ese odio irracional y salvaje que, tristemente, sigue empañando la belleza del fútbol. En enero de 1989, Paco Buyo, entonces portero madridista, fue el primer damnificado por los bajos impulsos primarios de los más fanáticos osasunistas, que le lanzaron un petardo que causó la suspensión del choque y su reanudación en Zaragoza. Diecisiete años después, el pasado domingo, Casillas también acabó en el suelo de la misma portería del graderío sur, esta vez por el impacto de un mechero. Entre estas dos patéticas imágenes, El Sadar, ahora Reyno de Navarra, y los duelos entre Osasuna y Real Madrid han vivido marcados por la tensión y la violencia.

Bengalas, una aceitera lanzada el año pasado, botellas, naranjas... Y al revés. Hace tres temporadas, la directiva del club pamplonés solicitó a la Federación Española de Fútbol que cambiase la sede de la final de la Copa del Rey porque radicales del Real Madrid y del Atlético amenazaron con una "caza al navarro" en la capital, algo que no sucedió debido a las extraordinarias medidas de control que se tomaron.

"En partidos de gran afluencia, como el del domingo, aunque no sean de alto riesgo, Osasuna aumenta los efectivos de seguridad privada, se hacen registros más exhaustivos de los aficionados e, incluso, se llevan a cabo controles de alcoholemia para evitar la entrada de personas en estado de embriaguez", explica Ángel Vizcay, gerente de Osasuna. Si en un encuentro normal el club dispone de unos 30 agentes privados, contra el Real Madrid su número ascendió a 70.

Sin embargo, ni los registros ni la vigilancia evitaron esta nueva agresión. Ahora, el club, junto a la Policía Nacional, estudia los vídeos grabados por las 50 cámaras de seguridad que registran todos los movimientos en el campo. "Estamos revisando las imágenes y tenemos la esperanza de encontrar al culpable para que sea castigado", indica Vizcay. Por ejemplo, el pasado año, gracias a la videovigilancia, se localizó a la persona que arrojó una aceitera metálica sobre el césped, que fue castigada con 6.000 euros y la prohibición de entrar en cualquier recinto deportivo durante dos años.

"Osasuna no tiene relaciones con ninguna peña ni aficionado radical o violento, es más, desde que entró esta nueva directiva se cerró el grifo para ellos y no reciben ayudas", se defiende Vizcay, sobre cuyo club pesa la amenaza de cierre por los incidentes del pasado domingo. Incluso se vuelve a estudiar la reinstalación de una malla de seguridad en el Fondo Sur para evitar lanzamientos. "La tuvimos hasta hace unas cinco temporadas y se suprimió porque parece que incitaba más a situaciones violentas, como si se enjaulase a un sector. Tenemos que analizar si merece la pena volver a colocarla pese a que objetos como canicas o monedas podrían atravesarla", asegura Vizcay.

De momento, desde el club navarro se espera con tranquilidad el desarrollo de los acontecimientos y se insiste en una idea compartida por muchos equipos de Primera: "Parece que sigue habiendo equipos que se encuentran continuamente en el punto de mira por circunstancias antiguas. Creo que Osasuna no es un club especialmente multado ni violento", concluye el gerente de la entidad.

En su acta arbitral, el colegiado del partido del domingo, Fernando Teixeira Vitienes, reflejó en el capítulo de incidencias: "En el minuto 43, el jugador Iker Casillas, del Real Madrid, ha recibido el impacto de un objeto en la cabeza, debiendo ser atendido por tal circunstancia, sin llegar a males mayores. Asimismo durante el transcurso del partido se han lanzado mecheros y colillas de cigarros encendidas al interior del terreno de juego, no alcanzando a ningún otro participante excepto al anteriormente mencionado".

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