El Sevilla se frena
El conjunto de Juande Ramos, sin ideas, sufre la presión y los marcajes del Racing
El Sardinero empieza a actuar como un freno para los intereses de los equipos llamados a comandar la Liga. El Sevilla vio ayer frenada su meteórica progresión con un empate que para los de Juande Ramos tuvo el sabor de una victoria. Habituado a acogotar a los rivales mediante un fútbol rápido y efectivo, el andaluz fue ayer un conjunto menor, mentalmente quemado e incapaz de generar juego. El Racing, al que el tiempo transcurrido desde el inicio de la Liga le ha hecho crecer y asentarse, supo cerrar las llaves del fútbol sevillista.
Mediante una presión incansable, que borró a Poulsen, y marcajes estrechos, como el de Garay a Kanouté, los de Miguel Ángel Portugal mandaron desde los compases iniciales del choque. Además, supieron llevar el campo de operaciones al terreno sevillista, sin que éstos pudieran estirarse -la ausencia del lesionado Navas fue determinante- ni despegarse. Si se suma la incómoda presencia de Zigic y Munitis, que bregan y tienen clase, resulta lógico el cortocircuito de un conjunto que está expuesto a una sobrecarga brutal de partidos de alta exigencia.
RACING 0 - SEVILLA 0
Racing: Toño; Pinillos, Rubén, Garay, Luis Fernández; Balboa (Aganzo, m. 69), Scaloni, Vitolo, Serrano (Momo, m. 82); Munitis y Zigic. No utilizados: Calatayud; Oriol, Cristian Álvarez, Castro y Matabuena.
Sevilla: Palop; Alves, Javi Navarro, Escudé, Dragutinovic; Adriano, Poulsen, Martí (Puerta, m. 64), Renato; Luis Fabiano (Kepa, m. 78) y Kanouté. No utilizados: Cobeño; Aitor Ocio, Sales, Hinkel y Maresca.
Árbitro: Daudén. Mostró la tarjeta amarilla a Serrano, Martí, Alves, Escudé y Dragutinovic.
Unos 16.000 espectadores en El Sardinero.
El gigante serbio fue el primero en probar a Palop, tras un saque de falta de su compañero Munitis. El error de la zaga al trazar el fuera de juego permitió que Zigic se girase y sólo la pericia de Palop y la lentitud de Scaloni al rechace impidieron que se adelantasen los locales.
Pese al error defensivo, la presencia del ahora internacional Javi Navarro impidió el hundimiento de la defensa hispalense. Mientras Alves y Dragutinovic pasaban sus penurias ante el propio Munitis y Balboa, trepidante en sus acciones pero con defectos técnicos que pulir, Javi Navarro tocaba a rebato para sacar a sus compañeros del cerco. Un robo del balón a Poulsen, muy perdido a la hora de sacarlo, permitió que Zigic y el pequeño delantero se plantasen solos ante el meta sevillista, aunque la polémica decisión de Daudén de señalar falta volvió a impedir el primer gol.
A falta de ideas, como ayer le sucedió, el Sevilla siempre muestra hechuras, concentración y recorrido. Si Zigic cabeceó un poco cruzado en un escorzo perfecto, Poulsen probó suerte desde lejos, casi sin peligro, pero con el suficiente para rebajar el grado de excitación racinguista y que volviesen a pensar en la defensa. La primera mitad se moría sin que el Sevilla llegase a probar a Toño y con el cuadro santanderino cada vez más convencido de repetir la sorpresa de hace dos semanas ante el Valencia, al que venció emboscado en la niebla. Munitis, cuando el reloj casi marcaba el descanso, envolvió desde abajo un pase botón en el extremo del área y lanzó un globo que cayó a plomo a un par de centímetros del larguero defendido por Palop.
Juande Ramos impuso orden tras el receso, pero la convicción de los locales tardó sólo diez minutos en imponerse a la estructura de sus rivales. Kanouté y Luis Fabiano no terminaban de entrar en el choque mientras Munitis se reivindicaba: botando saques de esquina envenenados, entrando con libertad por ambas bandas o mediante disparos, como uno cruzado que Palop despejó con problemas a córner. Tal vez enfadados con ellos mismos por la escasa presencia en el partido, los brasileños de Heliópolis dejaron el único detalle de calidad del choque. Luis Fabiano se internó con intención y Renato, de tacón, se la puso a Kanouté para que éste marrase al intentar empalmar de puntera. Fue lo más parecido al jogo bonito que suele destilar, por lo menos a tramos, los del Sevilla. En Santander padecieron más el agobio de un equipo volcado sobre su medular y ante el que no pudieron recurrir ni a la velocidad ni a las bandas ni tan siquiera al pelotazo.
El Racing, tras una larga sesión de dominio, comenzó a perder fuelle, por lo que Portugal recurrió a Aganzo y Momo, es decir al ataque. El Sevilla, por su parte, a pesar del pobre encuentro disputado, decidió arriesgarse para buscar la victoria y mantener el pulso con el Barça, pero ni Puerta ni Kepa recibieron balones suficientes para causar peligro. Óscar Serrano, desde la izquierda, fue el último en mostrar las garras cántabras, con un eslalon por la izquierda y un fuerte disparo desviado por Palop, que, además, tuvo que estirarse para evitar que Zigic empalmase el rechace. Los últimos minutos, tras el serio repaso físico de los futbolistas, fueron tensos, pero también especulativos, algo que no se había visto durante el resto del encuentro.
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