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Reportaje:

En estado de guerra permanente

El jefe de la policía napolitana explica las claves de la lucha contra los clanes camorristas

Andrea Rizzi

Nápoles es una ciudad hecha pedazos. Como un rompecabezas con decenas y decenas de piezas que siempre cambian y nunca encajan: los territorios de los clanes camorristas y de sus frágiles alianzas. Es por esas grietas abiertas en su mapa por donde se cuela la sangre que mancha la ciudad. "Tan sólo en la ciudad de Nápoles hay 34 clanes activos; si se añade la provincia, se llega a 71. Una fragmentación del territorio impresionante", cuenta Oscar Fioriolli, jefe de la policía de Nápoles, ciudad de un millón de habitantes, en una entrevista telefónica.

Esa fragmentación produce inestabilidad, violencias cíclicas por el control de los barrios. "En Nápoles todo es complicado, frágil, cambiante. Las alianzas de los clanes se hacen y deshacen de la noche a la mañana. Eso crea turbulencias constantes", explica Fioriolli. Un cambio de alianza, una señal de debilidad de una facción, una detención importante que abre un hueco... Muchos elementos pueden desencadenar los apetitos. "Una sola plaza [punto de venta de droga en la calle] vale 50.000 euros diarios", añade.

"Los jefes de la Camorra van a los bares para hacerse ver, mostrar fuerza y obtener respeto"
"Hay barriadas enteras y desesperadas que son cantera inagotable de la criminalidad"
"Sólo en Nápoles capital hay activos 34 clanes. Si se añade la provincia, se llega a 71", dice Fioriolli
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La falta de un clan hegemónico y la ausencia de jerarquías definidas producen un caos en el que toman cada vez más protagonismo las nuevas generaciones. "Bandas de jóvenes, a menudo menores, actúan criminalmente para afirmar su posición, hacer ostentación de su fuerza y adquirir un estatus que les permita entrar o asociarse con clanes con un mayor poder contractual", observa Fioriolli. Eso hace que proliferen los atracos y la sensación de inseguridad, con la bendición de los clanes.

"Ese elemento ilustra la gran diferencia entre la Camorra y la Mafia siciliana", comenta Fioriolli, que fue jefe de la policía de Palermo a finales de los años noventa. "La Mafia quiere silencio, calma y sombra. La jerarquía es clara y respetada, y no quiere criminalidad ordinaria para no llamar la atención y poder dedicarse tranquilamente a los negocios serios". Incluso ahora, con la cúpula descabezada por la detención del capo Bernardo Provenzano, no hay ajustes de cuentas, desórdenes.

"En Nápoles ocurre todo lo contrario", dice el policía. "Los clanes se matan y permiten pequeños robos y atracos de los grupúsculos, ya que luego cobran una parte de lo robado. Los jefes salen, van a los bares para hacerse ver, para mostrar fuerza y seguridad, y obtener respeto. Todo el mundo, en los barrios de Nápoles, sabe quién manda y dónde".

Eso no significa que todos los clanes napolitanos sean homogéneos en cuanto a estructura y actividades. "En el centro de la ciudad, la red es horizontal, y los grupos se dedican principalmente a la extorsión. En la periferia, en cambio, tienen una estructura piramidal, más comercio de droga y mayor diversificación económica", apunta el jefe de policía.

Son sobre todo estos últimos los que invierten y blanquean capitales en medio mundo. Y en España, con especial interés. "España es un punto fuerte de atención, porque es un lugar importante de tránsito de la droga". Éstos también son los clanes que mayor capacidad de infiltración tienen en la Administración. La de Nápoles es la región italiana en la que se han disuelto más ayuntamientos por infiltración mafiosa: unos 70 desde el año 1991.

Ése es el escenario de fondo. Es conocido. Pero entre saber y derrotar hay una gran distancia. "Desde principios de año hemos practicado unas 9.400 detenciones. El problema es que el 70% sale enseguida a la calle. Podríamos arrestar ahora mismo a otras 5.000 personas con las pruebas que hemos acumulado. Pero la autoridad judicial no da abasto para contrastar ese material, y se crea un embudo", dice Fioriolli.

El déficit público crónico que padece Italia lleva consigo que las oposiciones para las administraciones públicas salgan con cuentagotas. El verdadero drama, coinciden todos, es que incluso solucionar esa deficiencia no sería un avance decisivo. Hay barriadas enteras y desesperadas que son canteras inagotables para la criminalidad. "Ver el problema sólo en clave policial sería restrictivo", dijo el primer ministro, Romano Prodi, la semana pasada durante su visita a la ciudad. De momento, sin embargo, la respuesta de su Gobierno a la sangre corrida en estos días ha sido el envío de unos 1.000 agentes más en la zona, donde ya operan 13.000.

Éste es el panorama. Y no es ninguna emergencia. "Nápoles no vive una emergencia, sino una nueva oleada de un fenómeno que se repite", dijo el propio Prodi. Paradójicamente, en los primeros 10 meses de 2006 hubo menos muertos por la Camorra que en 2005. De 49 a 57, según la policía. La provincia de Nápoles (tres millones de habitantes) sufrió un promedio anual de 110 homicidios en la última decada. Más del 50% atribuidos a la Camorra. "Datos graves, pero que no están subiendo", observa Fioriolli.

Cobayas humanas

Los 'visitantes' son heroinómanos utilizados por los 'cortadores' de coca como cobayas humanas, para ver qué reacciones produce la droga, hasta dónde se puede adulterar el polvo. Cuando los 'cortadores' necesitan muchos 'visitantes' bajan los precios de la cocaína.

Mayor que la Mafia

Por número de efectivos, la Camorra es la organización criminal más grande de Europa. Por cada afiliado a la Cosa Nostra siciliana hay cinco de la Mafia de Nápoles, y por cada miembro de la 'ndrangheta, el crimen organizado de Calabria, hay hasta ocho de la Camorra.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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