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El presidente de Kirguizistán no consigue acallar la oleada de protestas

Pilar Bonet

Las protestas populares contra el régimen surgido de la Revolución de los Tulipanes en el Estado centroasiático de Kirguizistán continuaban ayer por quinto día consecutivo, pese a los intentos del presidente Kurmanbek Bakíyev de acallar los ánimos mediante la destitución del ministro del Interior. Varios miles de personas permanecían concentradas frente a la sede del Gobierno en Bishkek para pedir o bien una reforma constitucional democratizadora o el cese de Bakíye, llegado al poder después de las revueltas que, en marzo de 2005, acabaron con el régimen del presidente Askar Akáyev, quien se vio obligado a refugiarse en Rusia. Los males de los que fue acusado Akáyev (nepotismo y corrupción) se han reproducido a los ojos de la oposición en el nuevo régimen.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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