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Crónica:Fútbol | Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Partido memorable entre dos colosos

El Chelsea empata al final y asesta un golpe de autoridad frente a un Barça que se bate fenomenalmente

Ramon Besa

Requerido en un partido de máxima exigencia y rivalidad, el Barça se quedó a medio camino de la meta, signo inequívoco de que todavía no está a la altura del campeón de Europa que fue en París ni tampoco ha abdicado aún como se anunció en Londres. Hoy, en cualquier caso, manda el Chelsea a efectos de clasificación, y también de autoridad futbolística. Ningún equipo le había jugado al Barcelona con la grandeza que lo hizo el Chelsea. Aunque le acompañó la fortuna cuando alcanzó el empate en la prolongación, nunca giró la cara al partido y combatió a los azulgrana con la determinación y la entereza de los candidatos al título.

BARCELONA 2 - CHELSEA 2

Barcelona: Valdés; Zambrotta, Puyol, Márquez, Gio; Xavi (Iniesta, m. 82), Motta (Edmilson, m. 56), Deco; Messi, Gudjohnsen (Giuly, m. 76) y Ronaldinho. No utilizados: Jorquera; Belletti, Thuram y Saviola.

Chelsea: Hilario; Boulahrouz (Joe Cole, m. 74), Carvalho, Terry, Ashley Cole; Essien, Makelele, Lampard, Ballack (Ferreira, m. 90); Robben (Kalou, m. 72) y Drogba. No utilizados: Cudicini; Bridge, Geremi y Wright-Philips.

Goles: 1-0. M. 2. Deco conecta un derechazo cruzado desde fuera del área. 1-1. M. 51. Lampard hace una vaselina a Valdés desde la línea de fondo y sin ángulo. 2-1. M. 59. Ronaldinho recibe un cambio de orientación de Márquez y asiste a Gudjohnsen. 2.-2. M. 93. Drogba marca desde dentro del área chica.

Árbitro: Stefano Farina (Italia). Mostró la cartulina amarilla a Ashley Cole, Lampard, Motta, Robben, Gudjohnsen, Edmilson, Essien, Joe Cole, Terry y Messi.

90.199 espectadores en el Camp Nou.

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Gudjohnsen marca y se lesiona

Guiños como el gol de Drogba son a veces signos de amenaza de cambio, detalles decisivos para entender la inestabilidad del torneo. Ayer estuvieron a favor del Chelsea, un equipo de un poder físico exuberante y una capacidad táctica irreprochable, y en contra de los azulgrana, que se batieron fenomenalmente, generosos e irreductibles en una actuación que les ennoblece por su orgullo, sobre todo porque nunca admitieron su inferioridad ante un rival cuyo liderazgo es indiscutible. Muy mejorado, el Chelsea habría destrozado a cualquier otro equipo que no fuera el Barça, alejado todavía de su mejor nivel, sin margen de error en los dos próximos partidos, coformado seguramente a disputar la segunda plaza.

El partido fue memorable por disputado, vibrante, épico y cambiante. Tuvo siempre el aroma de las grandes noches de la Copa de Europa, una competición hermosa como ninguna, implacable con los equipos de medio pelo y generosa con los grandes, con independencia del litigio. Anoche no se disputaba ningún título, sino la jerarquía momentánea del juego. Así lo entendió Mourinho, un rufián en la sala de prensa y un señor entrenador en la cancha. Propuso el Chelsea un cuerpo a cuerpo y el Barça se arremangó hasta vencerse ante el omnipresente Drogba en el remate final del choque.

La determinación con la que el Barcelona afrontó el partido no dio tiempo siquiera a comentar las alineaciones, presididas por la baja de Shevchenko, un cuerpo extraño en el mecanizado cuadro de Mourinho, y también por la presencia de Motta, un medio centro de un potencial sobresaliente y, sin embargo, sospechoso por una cierta tendencia a la frivolidad en las jugadas más comprometidas. Las dos novedades tuvieron un peso decisivo. El Chelsea fue más equipo que en Stamford Bridge, mientras que Motta se perdió en un partido muy caliente, condicionado nada más empezar por un gol del siempre competitivo Deco.

El tanto del volante fue una síntesis de los mejores valores azulgrana: la presión sobre la línea de pase del rival, la verticalidad de Deco y el desmarque de Ronaldinho hacia el banderín de córner para llevarse al lateral y a uno de los centrales. La defensa del Chelsea se estiró y Deco cruzó a la red después de contar cinco pasos y recortar a Carvalho. Los azulgrana seleccionaron muy bien sus ataques, mayoritariamente largos, conscientes de que se imponía acabar las jugadas, evitar la pérdida del cuero. A Ronaldinho se le escapó un remate franco e Hilario le negó un gol a Xavi antes de que comenzara el recital de Essien. Al Chelsea le venía grande el campo cuando tenía que defender, sobre todo por la verticalidad y profundidad de Messi, y en cambio la inmensidad del estadio le ayudaba a la hora de atacar. La ofensiva del cuadro de Mourinho fue tremenda, y el Barcelona aguantó los remates sucesivos de Essien, Robben y Ballack por la solvencia de Valdés y la jerarquía defensiva de Márquez.

Más que intercambio de ocasiones, se repartieron muchos golpes en un choque tremendo, trabado, con los dos equipos muy fieros y picados, dispuestos a convertir cada balón dividido en un asunto de vida o muerte, para desdicha del árbitro, desbordado por la bronca, confundido con las tarjetas. El descanso fue un alivio para el colegiado y para la hinchada, tan fatigada como los jugadores. El partido rompió descaradamente en la reanudación a favor del Chelsea ante un Barça tan desorientado como cansado Repicó una y otra vez el conjunto forastero ante Valdés, insuperable en los remates más imposibles y después vencido en un toque maravilloso de Lampard, que se dio media vuelta desde la línea de fondo para colocar la pelota a la cruzeta contraria del arquero.

Acciones como las de Lampard acostumbran a ser definitivas por solemnes, bellas y dañinas para el contrario. El Barcelona, sin embargo, encontró la mejor réplica en la magia de Ronaldinho. El brasileño encaró a Boulahrouz, le quebró con un medio sombrero y cruzó el cuero con el interior para la llegada de Gudjohnsen, que lo empujó a la red con sumo gusto. Respiraron los barcelonistas y se organizaron mejor con la entrada de Edmilson. Pese a su falta de malicia, la manera como se aplicó el Barça parecía suficiente para cantar victoria. Ocurrió que el Chelsea, agresivo por naturaleza,no paró hasta provocar el desfallecimiento azulgrana en una acción excelente: el centro de Essien, la dejada de Terry y la llegada de Drogba, símbolo de la ambición, del poder emergente, de la candidatura de un equipo de acero, imposible hoy para un Barça falto del punto de juego que le hizo genial campeón.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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