Un científico del alba
Pedro Pascual (abril de 1934) murió ayer en Barcelona, en casa, al lado de Eulalia y sus hijos. El profesor Pascual era catedrático de Física Teórica de la Universidad de Barcelona. Excelente científico, autor de gran cantidad de trabajos importantes y de un reputado libro de mecánica cuántica de extraordinario impacto internacional. Fue premio Nacional de investigación Ramón y Cajal (1986), que es la máxima condecoración española para un científico. Era al alba de la instauración de esos premios.
El alba del sobresaliente desarrollo de la física española después de la Guerra Civil se produjo, en buena parte, gracias a la creación del Grupo Interuniversitario de Física Teórica (GIFT), del cual Pedro fue animador y muy protagonista desde sus inicios.
Al alba de la puesta en marcha de la Ley de la Ciencia de 1985, participó decisivamente en el primer plan nacional de investigación en relación con los programas de estimulación de la actividad investigadora en el ámbito de la física de altas energías.
Al alba de la creación de un instrumento de estímulo de la calidad de la ciencia española como fue la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI). Él fue su primer coordinador general. Él fue capaz de afrontar, con J. M. Rojo, entonces secretario de Estado de Universidades e Investigación, un proceso delicado y novedoso en el sistema de ciencia español que era necesario y que se ha visto sancionado, nacional e internacionalmente, como la punta de lanza del notable incremento del desarrollo y presencia de la ciencia española en el contexto internacional.
Supo ser flexible e inflexible cuando el proceso lo requería. Derrochó tiempo, energía y visión de futuro. Cuando, durante los primeros años, escribía a mano, con una letra perfecta, páginas y páginas de análisis de resultados. Cuando los discutía, aleccionando hasta al ministro Solana, si era preciso, eran su honradez y su rigor científico las bases que fundamentaban su capacidad de convencer.
Al alba de las tendencias de renovación de plantillas universitarias por jubilación temprana. Le pidió su universidad que estudiase el impacto de esta medida en la universidad y sus implicaciones, incluida la económica, y lo hizo. Concluyó que era una medida positiva en muchos aspectos y aconsejó ponerla en marcha. Pedro estaba entonces en plena capacidad intelectual y naturalmente en activo; no pensaba jubilarse en absoluto. Pero, en cuanto entregó el estudio, creyó que, después de hacerlo, debía acogerse a la acción que recomendaba. Y se prejubiló al alba de las prejubilaciones.
A Pedro, una reunión a las 9.30 "le partía la mañana". Su jornada comenzaba antes del alba. Abría los edificios públicos y la universidad. Tenía una portentosa capacidad de trabajo.
La CNEAI continúa su tarea y quienes trabajaron con él le recuerdan cada vez que esta oficina abre sus puertas al alba.
Ana Crespo, Belinda Santamarta y Violeta Demonte son miembros de la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI
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